Mucho más que plátanos en el Museo de Arte Moderno de Medellín

Un Museo de Arte Moderno es un espacio que enfrenta a la realidad desde el arte. Es de un gran sentido político y social que en Chile molestaría demasiado al poder, lo incomodaría y no entenderían porqué subvencionar a un ente que se dedica a fustigarlos. Por eso no tenemos un Museo de Arte Moderno como el de Medellín.

Un Museo de Arte Moderno es un espacio que enfrenta a la realidad desde el arte. Es de un gran sentido político y social que en Chile molestaría demasiado al poder, lo incomodaría y no entenderían porqué subvencionar a un ente que se dedica a fustigarlos. Por eso no tenemos un Museo de Arte Moderno como el de Medellín.

Hace menos de 15 días, se inauguró en Medellín el nuevo edificio del Museo de Arte Moderno de la ciudad. La institución tiene varias décadas de historia. Nació a fines de los ‘70 y desde entonces ha ido acumulando la suficiente experiencia, con la realización de tres Bienales de Arte, para convertirse hoy en uno de los polos culturales más importantes de Colombia y del continente. En lo que antes fue un barrio industrial y conservando la arquitectura de los Talleres Robledo, una antigua siderúrgica de la zona sur de la ciudad, construyeron un edificio de más de 7 mil metros cuadrados, de 5 pisos en los que se puede experimentar el derrotero de los artistas de este país y de Latinoamérica.

El Museo de Arte Moderno de Medellín tiene una muestra permanente de arte colombiano del último siglo y entre ella, una sala exclusiva para Débora Arango, una artista fundamental del arte antioqueño, que es como se llaman a los que nacen en Medellín. Esta artista, en una las ciudades más tradicionales de este país, supo hacer una obra rompedora con todos los cánones designados para la mujer de mediados del siglo XX y de un profundo compromiso social y político.

Junto a las muestras permanentes, están los artistas que han abierto las puertas de esta nueva versión del Museo y que dan cuenta de lo que lo sustenta, cuando dicen que su misión es la de “promover y generar experiencias de conocimiento y disfrute para todos a través del arte y las prácticas artísticas contemporáneas”.

Así es como En y entre Geografías, encontramos una exposición colectiva que “analiza la posibilidad y la necesidad de movilidad en el mundo contemporáneo a través de las herramientas propias de la geografía y el arte”. Más de una veintena de artistas que invitan al visitante a reflexionar y también a tomar una posición sobre uno de los mayores flagelos del mundo contemporáneo y donde Colombia es uno de los que más lo sufren, con cuatro millones de desplazados de origen extranjero y seis millones de nacionales que han debido abandonar sus pueblos y ciudades natales en la búsqueda de una mejor vida.

El trabajo de la artista Lidia Posada que se llama Signos cardinales es producto de una investigación sobre los desplazamientos forzados por la violencia de Colombia. Y para retratarlo fotografió las piernas de mujeres que debieron dejar sus casas, recorrer Colombia, a pie y en diferentes medios de transporte, incluso aviones en la búsqueda de otro hogar. Desde las rodillas y hasta los pies, completamente desnudos, Lidia Posada dibuja en tinta sobre sus pieles el recorrido que debieron hacer. Las primeras piernas retratadas son las de una mujer que inicia su recorrido en Caracas, Venezuela, pasa por Bogotá, luego Medellín y termina en Santiago de Chile. Un trabajo que nos interpela y nos hace preguntarnos por dónde andarán ahora esas piernas recorriendo nuestra ciudad y cómo las habremos acogido.

En la misma muestra, hay una mesita con una serie de postales que tiene a todos los continentes unidos bajo la leyenda La dignidad no tiene nacionalidad. Por el reverso, se lee el siguiente texto: “Su Santidad, Papa Francisco: Hoy, que los modelos establecidos de estado-nación no nos ofrecen ya un sentido de pertenencia, nos acercamos a un lugar que nació como una nación conceptual sin fronteras para acoger a los que estamos buscando un lugar”. Más abajo, dos casilleros para marcar una cruz, según sea opción elegida: Quiero aplicar para la ciudadanía de la Ciudad del Vaticano y la otra, Quiero apoyar el pedido de ciudadanía de la Ciudad del Vaticano para los inmigrantes. Más abajo un espacio para estampar el nombre la dirección, la firma y correo electrónico de quien hace el requerimiento. Junto a las postales, un pequeño buzón transparente donde dejar la postal que será enviada a la cabeza de la Iglesia Católica y máxima autoridad del Estado Vaticano.

Nos preguntamos, ¿qué dirá el Papa Francisco cuando empiece a recibir estas postales demandando el cobijo del Estado que dirige frente a una emergencia humanitaria, como los desplazados?

Un Museo de Arte Moderno es un espacio que enfrenta a la realidad desde el arte. Es de un gran sentido político y social que en Chile molestaría demasiado al poder, lo incomodaría y no entenderían porqué subvencionar a un ente que se dedica a fustigarlos. Por eso no tenemos un Museo de Arte Moderno como el de Medellín. Tenemos al MAC que ha hecho una tarea ejemplar frente a la desidia estatal. Porque aunque algunos se jacten del desarrollo ejemplar de nuestra posdictadura, lo cierto es que en esos países que esos mismos se atreven a motejar de “bananeros”, les dan a sus ciudadanos mucho más que plátanos.





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