Gracias por la imagen, Maestra

El pasado sábado 12 de septiembre Alicia Vega, de 84 años, realizó su último taller luego de 30 años formando, a través del cine, a niños y niñas en diferentes poblaciones. Para muchos en Chile y el mundo el trabajo educativo de Alicia Vega se les hizo familiar gracias al reconocido documental de Ignacio Agüero "Cien niños esperando un tren" o, más recientemente, por las referencias que de él se hicieron en la serie "Los 80".

El pasado sábado 12 de septiembre Alicia Vega, de 84 años, realizó su último taller luego de 30 años formando, a través del cine, a niños y niñas en diferentes poblaciones. Para muchos en Chile y el mundo el trabajo educativo de Alicia Vega se les hizo familiar gracias al reconocido documental de Ignacio Agüero "Cien niños esperando un tren" o, más recientemente, por las referencias que de él se hicieron en la serie "Los 80".

1985, entre la inquietud y la violencia de la Dictadura, una mujer, un proyector de 16 milímetros y cinco ayudantes se adentran en la población Huamachuco, en Renca. En la parroquia Jesús Carpintero -espacio de encuentro de los pobladores para clases, catequismos y ollas comunes- 113 niños esperan ansiosos el inicio de su taller de cine. ¿Qué hay que tener en la cabeza –y sobre todo en el corazón- para en esas circunstancias de peligro real, ir a meterse a una zona en extremo complicada para hablarles de cine a niños que nunca han ido a uno?

No conozco personalmente a Alicia Vega, pero es una de mis heroínas. Como académica e investigadora del cine, sus libros –Revisión del cine chileno (1979) e Itinerario del cine documental chileno (2006)- han sido referentes centrales para mí trabajo, pero sobre todo su entrega como gestora y maestra de talleres de cine para niños me admira, inspira y conmueve.

El pasado sábado 12 de septiembre Alicia Vega, de 84 años, realizó su último taller luego de 30 años formando, a través del cine, a niños y niñas en diferentes poblaciones. Para muchos en Chile y el mundo el trabajo educativo de Alicia Vega se les hizo familiar gracias al reconocido documental de Ignacio Agüero Cien niños esperando un tren o, más recientemente, por las referencias que de él se hicieron en la serie Los 80.

Recuerdo mi impresión al ver la película de Agüero en donde filma, en 1987, una de las primeras experiencias de este taller en la población Lo Hermida. Con su brillante sensibilidad el documentalista va intercalando las enseñanzas del taller –la creación de juguetes ópticos, el aprendizaje del lenguaje cinematográfico, el visionado de películas- con los testimonios de los niños y su mirada sobre esa experiencia y la cotidiana violencia de la dictadura en las poblaciones. Ahí uno entiende el porqué de Alicia Vega, en ese contexto de brutalidad y precariedad crear un espacio en donde los niños son respetados como personas, en donde se prepara algo para ellos y se comparte una de las experiencias más conmovedoras que existen –la experiencia cinematográfica-, se hace una intervención en la realidad tan potente que en tres décadas ha tocado la vida de miles de personas.

“Sé que la violencia vuelve y la pobreza se mantiene, pero también sé que el cine es una de las experiencias más arrebatadoras que existen. Allí en la oscuridad de la sala, junto a otros seres semejantes, me emociono con la belleza de ciertas imágenes. Ser testigo de cómo los niños sienten estas mismas vivencias ha sido una de las mayores alegrías que he tenido y quizás sea la razón principal por la que he estado dirigiendo durante más de dos décadas un taller de cine para niños pobladores” escribía Alicia Vega en la introducción del libro Taller de Cine para Niños publicado en 2012 por Ocho Editores. El texto da cuenta de las experiencias adquiridas durante el desarrollo del taller en distintas poblaciones de Chile y organiza los aprendizajes que en ellos se trabajaba. La generosidad y la vocación pedagógica de Alicia Vega también se expresa en este libro en donde comparte todo el material didáctico que creó para este taller, lo que posibilita que hoy nuevas generaciones de idealistas maestros se inspiren y repliquen su trabajo.

Pensar el cine como una excusa para transformar vidas es una idea poderosa. El cine como ese espacio que nos permite acercarnos a la mirada de otros, a su manera de ver y conocer el mundo es una herramienta perfecta para vernos y acercarnos entre nosotros. De eso se trataban estos talleres. De mirar a los niños a los ojos, de decirles tú tienes valor y eres importante. Y aunque pudiese parecer como una gota en el mar, el trabajo de Alicia Vega y su equipo ha sido tan honesto y desprendido que estoy segura que ha dejado huella en miles de personas… yo soy una de ellas.

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