Elecciones en Argentina: Scioli y Macri a segunda vuelta

Aunque el candidato oficialista salió victorioso, la estrecha diferencia con el opositor hizo que el resultado se viviera como una derrota. Sigue teniendo la primera opción, aunque en un escenario incierto.

Aunque el candidato oficialista salió victorioso, la estrecha diferencia con el opositor hizo que el resultado se viviera como una derrota. Sigue teniendo la primera opción, aunque en un escenario incierto.

Sorpresivamente, y con más del 90% de los votos escrutados, el oficialista Daniel Scioli y el opositor Mauricio Macri prácticamente empatan: 36,82% para Scioli, 34,37% para Macri.

Luego de una demora fuera de lo anunciado, la entrega de los cómputos oficiales confirmó que por primera vez en la historia de Argentina habrá segunda vuelta el próximo 22 de noviembre. En ella, el candidato kirchnerista, Daniel Scioli, se enfrentará al representante de la derecha, Mauricio Macri. La ventaja obtenida por Scioli no es suficiente para asegurar que será el próximo presidente de Argentina, especialmente por la estrechez del resultado y porque el tercero en competencia, Sergio Massa, insinuó en su discurso de la noche del domingo su apoyo al candidato de la oposición.

En 2003 pudo producirse la primera segunda vuelta, pero Carlos Menem desistió de competir con Néstor Kirchner, a pesar de que había ganado en primera vuelta. Así Kirchner, que había obtenido solo el 22 por ciento de los votos, inició el proceso que se ha extendido hasta hoy.

Esta elección, a la que concurrió el 70 por ciento del padrón habilitado de 32 millones de votantes, configurará el escenario de la política argentina de los próximos años, ya que además del presidente que gobernará al país hasta 2019, contempla la elección de la mitad de la Cámara de Diputados, un tercio del Senado y 11 gobernadores. Una de las batallas más importantes se daba en la provincia de Buenos Aires entre el jefe de gabinete de Cristina Fernández, Aníbal Fernández, y María Eugenia Vidal, apoyada por Macri, en la que fue otra dura derrota para el oficialismo.

Con el resultado de hoy, sigue habiendo una clara probabilidad de que se le dé continuidad al periodo kirchnerista, iniciado en 2003 y que se ha convertido en uno de los más estables y exitosos de la historia argentina, solo comparable en los últimos 100 años con el de Juan Domingo Perón. Sobre la base de exitosas políticas sociales redistributivas, que han reducido sustancialmente la pobreza y la desigualdad, hay un sector de la sociedad argentina –los más pobres- que sienten que nunca un gobierno les había ayudado tanto y que, esta vez de nuevo, se erigieron como uno de los bastiones electorales del oficialismo.

Se espera que para la segunda vuelta juegue un rol el porcentaje de aprobación de la presidenta Cristina Fernández que supera el 50 por ciento, cifra que ya se quisieran los demás mandatarios de la región, incluida la nuestra. En estas circunstancias, es probable que la mandataria intervenga e intente traspasar todo su capital político en favor de su candidato.

Desde la oposición social al Gobierno, el resultado abrirá una luz de esperanza a dos sectores poderosos de la sociedad argentina, que están en guerra con el Ejecutivo: la patronal del Agro (Sociedad Rural Argentina) y el Grupo Clarín. En el primer caso, los intentos por impedir un aumento en la carga tributaria al sector se han traducido en que han liderado algunas de las protestas más importantes contra el Gobierno. Y, en el segundo caso, el punto de confrontación ha sido la Ley de Medios, lo que ha llevado al conglomerado mediático a entrar de lleno a la arena política, hasta que el punto que su rostro más famoso, el periodista Jorge Lanata, se autodenominó “el jefe de la oposición”. Y ejerce mediáticamente como tal. La expresión de deseos del titular de este lunes lo refleja: “La ola imparable del voto por el cambio”.

También es esperable que se intensifiquen los grandes cuestionamientos al Gobierno, por el agravamiento de la corrupción y la poca fiabilidad de las cifras económicas, situación que en la práctica ha llevado a la existencia de dos mercados paralelos: uno donde la moneda expresa la situación oficial y otro donde el peso vale según la apreciación de la calle.

A pesar de su derrota, el hecho de la segunda vuelta ha sido recibido como un gran triunfo por Macri, quien ha tenido un mediocre desempeño como Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, lo que se ha traducido en sub-ejecuciones presupuestarias y en falencias en sectores tan sensibles como la educación y la salud. Pero, ya que el Kirchnerismo nunca ha renunciado a hacer política, es decir, a marcar diferencias y hacerse parte en los conflictos sociales, Macri ha sido quien mejor representa todo lo que el oficialismo no es: una mirada favorable a los mercados y que disiente de la intervención del Estado en la economía. Consciente, eso sí, de la valoración que ha hecho la ciudadanía de algunas de las políticas del Gobierno, modificó su discurso de campaña y se mostró partidario de algunas políticas que antes había criticado, como la la Asignación Universal por Hijo y la estatización de Aerolíneas Argentinas.

Independientemente de quien gane en segunda vuelta, respecto a Cristina Fernández se sabe que no ocupará ningún cargo a partir de diciembre, pero ya se advirtió que ella será la jefa política del Kirchnerismo. Para ello esperaba contar con algunos aliados en distintos estamentos de la política argentina: su fiel asesor Carlos Zannini en la vicepresidencia, su cuñada Alicia Kirchner en la gobernación de Santa Cruz y su hijo Máximo como diputado por la misma zona. En un encuentro con la prensa dijo: “Espero que no me necesiten el 2019”. Es fácil deducir lo que eso significa.





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