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Elenita con una mujer feroz

Elena Poniatowska dedica su más reciente novela Dos veces única, a contar la biografía de Guadalupe Marín, la primera mujer del muralista mexicano Diego Rivera.

Vivian Lavín

  Martes 17 de noviembre 2015 11:32 hrs. 
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“Elena Poniatowska es un personaje literario”, dijo Octavio Paz. Esta periodista y escritora forjó su estampa mujeril en el país de los “meros machos” poniendo en el paisaje literario a otras que, como ella, han debido a punta de talento, inteligencia y valentía, hacerse un lugar en la masculina escena literaria y artística de México.

Nació en la hoy malhadada ciudad de París y desciende de una familia noble polaca, pero eso a ella no la marea. Elenita, como le dicen los mexicanos, llegó a los nueve años a las tierras de Rulfo e hizo del castellano un aliado superior para hablar por los sin voz. Su relato de la mítica matanza de Tlatelolco la erige como una de las primeras y más valientes voces para denunciar la injusticia y la cínica complicidad de una clase política mexicana que no ha podido resistirse a los chorros de dólares del petróleo antes, y del narcotráfico hoy.

“Sus retratos de mujeres famosas e infames, anónimas y estelares– dijo el escritor Carlos Fuentes-, fueron creando una galería biográfica del ser femenino. Ha contribuido como pocos escritores a darle a la mujer papel central, pero no sacramental en nuestra sociedad”.

Por eso no extraña que esta señora de casi 90 años y con un Premio Cervantes a cuestas se atreva a revivir a una figura femenina enorme y controvertida como lo fue Guadalupe Marín, la primera mujer del gran artista mexicano Diego Rivera y a través de ella hacer un retrato vívido y descarnado de ese México de mediados del siglo XX.

Al muralista le pareció la primera vez que vio a Lupe, “un monstruo horrendo y fachoso” que, sin embargo, lo cautivó por su fiera espontaneidad y belleza de amazona: una altísima morena de ojos verdes, que ya había decidido convertirse en la mujer del gran Diego Rivera mucho antes de conocer a Panzota, como lo bautizaría luego. El título de la biografía novelada de Guadalupe Marín llamada Dos veces única, viene del libro que escribiera la propia protagonista y que llamó La única, “por ser la única en la vida del pintor Diego Rivera y la única en la del escritor Jorge Cuesta”, su segundo marido. Sin embargo, el destino quiso golpear el ego de esta tapatía quien, a pesar de haberle dado dos hijas al artista proletario, terminó a la sombra de la segunda mujer de Diego Rivera, la gran Frida Kahlo, mujer de espíritu indómito y talento apabullante.

Pareciera que Elenita Poniatowska quisiera remecer a las mujeres a través de esta novela basada en la vida de Lupe Marín. Una mujer de temperamento endemoniado y cuyos talentos estaban en la cocina y en la costura, pero no en la maternidad. Una biografía de quien fue conocida como “primera mujer de Diego Rivera”, y que aprovechaba este estatus en cuanto le permitiera decir y hacer lo que se le viniera en gana. Un modelo de mujer difícil y fascinante que la sacan del corset clásico de señora del siglo XX para situarla con frescura en el XXI, moderna e iconoclasta.

Cuenta Elenita que entrevistó a Lupe Marín un par de veces y esas conversaciones se transformaron en artículos que publicó en la prensa mexicana. En esta ocasión y, como ya es usual en el trabajo de esta gran periodista, Elenita se sumergió en una profunda investigación y tomó las herramientas del periodismo para elaborar un retrato fascinante con un estilo que seduce y no deja de asombrar por su rigurosidad, inteligencia y respeto, cuando les permitió a las hijas e hijo de Lupe Marín, leer el manuscrito antes de publicarlo.

Es posible que esta novela de Elena Poniatowska titulada Dos veces única sea nuevamente y siempre la voz de fondo de Elenita, en el sentido que pareciera ser la continuación del libro anterior en que retrataba a su marido, el astrónomo Guillemo Haro en el Universo o nada, o de aquél en que novelaba la vida de Leonora Carrington… puede ser, porque con esta escritora de pluma libre sucede que la que más cautiva es ella misma, cuando ya se ha convertido ella en un personaje literario, como decía Paz.

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