Después de haber recibido el Premio Nacional de Literatura en 1964, Francisco Coloane, hijo adoptivo de Punta Arenas pasó al olvido por casi tres lustros. Pese a que sus obras especialmente “El último Grumete de la Baquedano”, a mi juicio muy debajo de otras suyas, fueron o son lectura obligatoria, en su tiempo incluso para mí, secundario en los años sesenta, el chilote pasó a un olvido injusto. Una pésima película de Jorge López inspirada en el libro, hizo el resto.
Poco amigo de la socialité y de las recepciones, nunca hizo nada por aparecer en lo extra literario; era enemigo del “marketing”, creía en la esencia pura de lo que escribía y la razón para universalizar sus inspiraciones.
Fueron en realidad Luis Sepúlveda y el colombiano Álvaro Mutis Jaramillo, quienes llevaron su obra donde Phoebus, una editorial francesa especializada en libros de aventuras y de viajes al estilo Joseph Conrad, Herman Melville (Moby Dick) y Jack London, para que se produjera la resurrección de don Pancho, ya cerca de los setenta años.
Posteriormente Anne Marie Metalié, otras editoriales galas y de otros países europeos provocaron un fenómeno descomunal en el mundo literario llamado Coloane. Esta traducido alemán, francés, croata, inglés, italiano, polaco, portugués, vietnamita y chino, entre otros idiomas
En lo personal, una noche me llama Víctor Hugo de la Fuente creador de Le Monde Diplomatique versión española y antiguo co propietario de la desaparecida Feria del Disco, para presentarme a este hombre quien definía a Patricio Manns como un Tristán de la literatura. Se escribe París, año 1995.
Recuerdo bien esa velada porque don Francisco, acompañado de doña Elena Rojas y su hijo menor, Juan Francisco, tomaba apuntes de todo lo que acontecía a su alrededor en una libreta.
Días más tarde partíamos al encuentro de los Asombrosos Viajeros, evento literario sobre literatura adhoc organizado por Michel Le Bris. Coloane, apenas pisó Saint Malo, lugar del encuentro, fue adorado por el público y creo que asistió a dos acontecimientos más en esta ciudad de históricos intramuros, tantas veces bombardeada por los ingleses. La delegación la integraban Manns, Jodorowsky, Volodia y Sepúlveda.
En este puerto frente a la isla de Re, donde descansa Chateaubriand, Coloane fue objeto de numerosos homenajes. La multitud lo seguía por las calles sin comprender lo que declamaba. Su estampa, e imponente estatura, relegaban a un segundo plano el contenido de las palabras del gran don Francisco, habitante de una casa de Monseñor Fagnano esquina Señoret durante parte de su permanencia en la capital de la Patagonia.
Terminado el gobierno de Frei Ruiz Tagle, según Juan Francisco, una onda renovadora, que aplanó el olvido, hizo añicos la resurrección de Coloane en Chile mientras que en el intertanto sus obras repletaban los escaparates de las europeas.
Hay una injusticia terrible hacia don Pancho.
Juan Francisco, ha luchado por mantener vigente el legado, pero el mismo reconoce que desde el año 2000, o sea desde el gobierno de Ricardo Lagos, han echado tierra sobre la pasta de este talentoso escritor reconocido internacionalmente y traducido a tantas lenguas.
Es falso cuando solo mencionan a Neruda, Huidobro y Mistral como referentes chilenos a nivel internacional. En muchas oportunidades esta el nombre de Coloane al aludir nuestra literatura.
Es el momento de volver a resucitarlo. Y la XX Feria del Libro de Punta Arenas tan cerca de los 500 años del descubrimiento del Estrecho y quizás de Chile, es la oportunidad de realizarlo.
Pero, tampoco hay que olvidar a doña Elena Rojas, su viuda (Coloane enviudó a su vez, siendo muy joven de Manuela Silva, madre de su hijo mayor), que casi centenaria, ha luchado por mantener vigente la obra de su esposo.
Tampoco, que Juan Francisco, ha sido un equivalente a Karen Miller con su padre Oresthe Plath, en lo que respecta mantener viva la imagen de uno de los más valiosos exponentes de nuestra literatura ultra nacional (no confundir con nacionalista).
Pocos recuerdan, que Juan Francisco fue el primer profesor de teatro, aunque su profesión es otra, del grupo Aleph, el más antiguo de habla hispana que existe en Europa, luego de los sucios exilios. Fue él quien me encargo el rol de Jean en el papel de la obra de Jean Paul Sartre “Muertos sin sepultura”. Gran maestro del arte de Talía Juan Francisco, pésimo alumno el suscrito. Pero Oscar Castro, su mujer y su hermana siguieron el camino teatral y ya existe una segunda generación Aleph, una en Francia y otra en Santiago.
Este año, propongo a Francisco Coloane como leit motiv de la XX Feria del Libro de Punta Arenas. Ya tuvimos a Letelier, Lemebel, Cárdenas, Monckeberg, Zurita, Mouat, por ejemplo,; un post mortem jamás sería concebido como fuera de lugar… Hay cuentos en los cuales inspirarse, incluso en esta época del comic, sus textos son adaptables a éste género.
Nos faltó un Umberto Eco para afinar esta marcha de genios.
El asunto es poner en marcha pronto un concurso juvenil sobre la obra de Francisco Coloane, si ya se hizo con Nicanor Parra y Saint Exupery.
Juan Francisco, estoy seguro, es materia dispuesta para colaborar. Hay objetos y testimonios en la Fundación que podrían ser presentados en Punta Arenas, región donde estudió y trabajó tantos años llegando a identificarse con ella.
Si don Pancho fue resucitado hace 30 años, ¿Por qué no intentarlo a lo Nikos Kazanzakis con su “Cristo de nuevo resucitado” con este trabajador intelectual, imaginativo, humilde y asombroso, que abrió los ojos del mundo, ya octogenario, con su obra sobre la verdad étnica, la flora y fauna y la verdad no distorsionada por intereses económicos de lo que es nuestra región?
Sería muy egoísta apoderarse de Coloane para Punta Arenas, pese a que su casa está aquí, intacta, hermoseada. Es un personaje universal que por un concurso literario puede revivir de muchas maneras, en estos tiempos donde el tic de la portatilmanía se ha apoderado de adultos y niños, para fijar la mirada en el romántico buceador de la realidad patagónica.