Esta 88ª versión de la entrega de los premios de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de Hollywood será especialmente recordada en nuestro país por ser la primera en que realizadores chilenos reciben este galardón. Historia de un oso, obra realizada desde la productora Punkrobot, marcó la historia del cine chileno -y de la animación latinoamericana- al ser reconocido por los miembros de la academia como el mejor cortometraje animado del año venciendo, entre otros, a reconocidos artistas de la industria como Sanjay Patel de Pixar o el ruso Konstantin Bronzit, quien ya había sido nominado al Oscar en 2009.
Lo de Historia de un oso es significativo en muchos sentidos. No sólo es un llamado de atención al mundo entero para que ponga los ojos en lo que los animadores de este lado del planeta están realizando, también es una lección de cómo contar una historia original honrando la memoria doliente de nuestra historia reciente. El trabajo de Gabriel Osorio y su equipo demuestran que no se necesita imitar las lógicas del norte para vencer, sino que es más bien desde nuestra propia y particular manera de elaborar nuestra experiencia –incluso nuestros duelos- que podemos tener algo interesante y significativo que contar al resto del mundo.
Otra sorpresa que vino del sur, pero desde Australia, fue la gran ganadora de la noche Mad Max: Fury Road, que aunque no se alzó con los galardones principales a los que estaba nominada –Mejor Película y Mejor Director- si se llevó casi todos los premios técnicos de la noche: Diseño de Sonido, Mezcla de Sonido, Diseño Vestuario, Maquillaje, Montaje y Diseño de Producción. Esta obra de George Miller, que comenzó como una pequeña película independiente en 1979, se ha transformado en una de las sagas de ciencia ficción más influyentes en la historia del cine. Esta última entrega estuvo además marcada por la presencia de personajes femeninos fuertes, algo que -aunque es bastante común en el género- ha sido de gran aporte para el cine de gran producción de Hollywood en un 2015 que estuvo marcado por el advenimiento de heroínas a las que conocer y respetar.
También desde el sur de Estados Unidos, aunque ya completamente instalados en el sistema hollywoodense, son los dos mexicanos que se llevaron nuevamente el Óscar. El director Alejandro Gonzalez Iñárritu se une ahora a la elite de realizadores que han recibido el premio dos años consecutivos -John Ford en 1940 y 1941 y Joseph Mankiewicz en 1949 y 1950- algo que no sucedía desde hace 66 años. Este tremendo hito es igual de impresionante que el del director de fotografía Emmanuel Lubezki, quien con El Renacido se anota su tercer Premio de la Academia consecutivo: el año pasado por Birdman -también bajo la dirección de su compatriota- y en 2014 por Gravity. Y aunque El renacido no se llevó el premio a la Mejor Película, sí logró que Leonardo Di Caprio se llevará, por fin, la estatuilla a Mejor Actor Protagónico.
Como ha pasado otros años, la gala de los Óscar se transforma en una buena plataforma para la defensas de diversas causas que luego van marcando la discusión en la industria, como pasó el año pasado con la denuncia que hizo Roxana Arquette de la desigualdad salarial entre actores y actrices en su discurso al recibir el premio a Mejor Actriz Secundaria. En este sentido, por lo menos tres momentos deberían quedar en la memoria de los asistentes y televidentes. Primero, la emocionante interpretación de Lady Gaga de una de las canciones nominadas, “Till it happend to you”, acompañada de jóvenes universitarios que -como la misma cantante- fueron violados en la universidad, sobrevivieron y hoy hacen campaña denunciando la brutal estadística de que una de cada cinco chicas esta siendo abusada sexualmente en los campus universitarios de Estados Unidos. Por otro lado, el cantante Sam Smith, quien se declaró como un orgulloso homosexual y dedicó su Óscar a Mejor Canción Original –“Writings on the Wall” de Spectre– a la comunidad LGTB. Por último y en -seguramente- el discurso más esperado de la noche, Leonardo Di Caprio se tomó un tiempo para recordar la necesidad de ser más conscientes con el planeta que habitamos, algo esperable de un actor que se ha transformado en uno de los activistas ecológicos más renombrados del mundo del cine.
En esta misma línea llama la atención la marcada pero contradictoria reacción de la Academia a las críticas por la ausencia de diversidad racial en la conformación de ésta y la ausencia de actores y actrices negras entre los nominados. Esto se hizo presente tanto en los clips audiovisuales que tomaron esas críticas como tema para sus chistes como en las intervenciones del humorista y anfitrión de la noche, Chris Rock, que disparó tanto contra la misma Academia como contra los críticos de ésta, defendiendo su participación en la ceremonia pero sin definir cuál era su postura frente a la realidad de que el 94% de los miembros de la Academia son blancos, el 77% son hombres y el 54% tiene más de 60 años.
En enero de este año la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood había anunciado que tomaría medidas para aumentar la diversidad en su composición. Anoche, la Presidenta de la Academia, Cheryl Boone, recordó estas intenciones diciendo que no es cuestión de sólo escuchar las críticas, sino de hacer los cambios necesarios para “construir un futuro del que podamos estar orgullosos”. Veremos si la Academia es capaz de reaccionar desde su misma y conservadora conformación. Mientras tanto, el mundo audiovisual continuará mezclando sus colores, contando sus historias y compartiendo experiencias que pueden venir de un país tan remoto como el nuestro.