En los próximos días, el directorio del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos hará públicos los requisitos que deberá cumplir el nuevo director ejecutivo de la entidad, que será escogido a través de un concurso público.
Esto, luego que el último director, Ricardo Brodsky, dejara el cargo al declarar como imputado en el Caso SQM, situación que para el directorio dañaba la imagen del museo.
Los directores de la fundación de derecho privado de la cual depende el museo esperan tener a un nuevo director ejecutivo en los próximos dos meses, aunque eso dependerá de la cantidad de postulantes que participen del concurso.
María Luisa Sepúlveda, presidenta del directorio, dice que el sucesor de Ricardo Brodsky “tiene que ser un profesional más bien del área social, pero no necesariamente. Una persona que tenga conocimiento en temas de DD.HH. y de la memoria y que tenga una motivación especial por el tema de educación en DD.HH, que es un aspecto muy presente en el museo”.
La ex secretaria ejecutiva de la Comisión Valech no adelanta los requisitos específicos “porque estamos discutiéndolos en este minuto con el directorio”, pero admite que la búsqueda considerará particularmente lo sucedido con Brodsky: “Es obvio que debe ser una persona que no esté expuesta a problemas con la justicia ni con otros temas que puedan complicar al museo”, señaló.
La elección es vista con atención desde diversos sectores, ya que en el Museo de la Memoria confluyen actores que tienen que ver con la política, los DD.HH., las artes visuales y otros ámbitos.
Guillermo Núñez, por ejemplo, es Premio Nacional de Artes Plásticas y ha expuesto en dos ocasiones en el museo. La tortura, el exilio y las violaciones a los DD.HH. son parte fundamental de su obra y desde su punto de vista, el próximo director “no debería estar adscrito a una política de partidos, al cuoteo de que a este partido le corresponde algo y al otro le corresponde otra cosa. No tiene que ser necesariamente un militante designado por un partido, sino que debe elegirse con un criterio más amplio”.
“Además, debería ser una persona joven, que no vivió los hechos pero pueda comprenderlos en su totalidad. Sería interesante, porque quizás podría traer cosas nuevas”, añade.
También se manifiesta Miguel Lawner, ex director de la Corporación de Mejoramiento Urbano (Cormu) durante el gobierno de Salvador Allende y participante del equipo que construyó el Museo de la Memoria.
El arquitecto, quien ha expuesto sus dibujos en el espacio y ha recibido su colaboración en la creación de un museo similar en Magallanes, considera que la entidad no debe quedarse “congelada” en el periodo de la dictadura: “Tiene que estar siempre atento a la evolución que van teniendo en el mundo contemporáneo los cuadros como los que hoy nos afectan”, señala.
“La relación entre política y dinero es realmente escandalosa y debatir en forma respetuosa sobre este tema podría ser un capítulo. También siguen habiendo situaciones como las que afectan a La Araucanía. En fin, son asuntos que una institución como el Museo de la Memoria debería ser capaz de canalizar, velando por la legitimidad de los DD.HH., cualquiera sean las circunstancias que les afectan”, argumentó.
Otro punto de vista es el de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, que desde la creación del museo ha sido crítica, sobre todo respecto de la conformación de su directorio. La presidenta de la organización, Lorena Pizarro, cree que “la persona que se haga cargo del museo tiene que ser aquella que no crea que hablar de DD.HH. es buscar políticas de empate o situaciones donde los DD.HH. y el respeto a los mismos son una cosa etérea, de la cual todos tenemos que hablar, pero no todos tenemos la estatura ética para hacerlo”.
“Quienes estuvieron vinculados al terrorismo de Estado y violaron los DD.HH., aunque sea en condición de cómplices, como los civiles, no pueden ocupar cargos de representación en el Museo de la Memoria, porque va en contra de la prevención de este delito”, concluyó.