En un hecho histórico en la política internacional, los presidente de Estados Unidos y Cuba dieron este lunes una conferencia de prensa conjunta en el Palacio de la Revolución de La Habana, en el marco de la visita de Estado de Barack Obama a la isla.
“Si haces una cosa una y otra vez durante 50 años y no funciona, entonces debe ser buena idea probar una cosa nueva. Eso es lo que hacemos aquí”, resumió Obama al fin de la conferencia.
El tono de la conferencia fue protocolar, pero ambos saludaron el acercamiento de los dos países después de medio siglo de embargo impuesto sobre Cuba por los Estados Unidos. La medida todavía es el principal obstáculo para normalizar las relaciones entre los dos países.
“Constatamos que en los 15 meses transcurridos desde el comienzo del deshielo hemos obtenido resultados concretos”, dijo Raúl Castro, agregando que “las últimas medidas adoptadas por el gobierno de EE.UU. son positivas, pero no suficientes. El levantamiento del embargo será lo mejor para la normalización de la relación bilateral”.
El Presidente de Cuba también dijo que es necesario que los EE.UU. devuelvan “el territorio ilegalmente ocupado en Guantánamo”, recordando a Barack Obama una promesa de campaña que se mantiene sin concretarse.
Los dos jefes de Estado también enfatizaron las diferencias esenciales entre sus sistemas políticos e ideologías, en particular, sobre cómo cada país entiende el concepto de Derechos Humanos: “No concebimos que un gobierno no defienda el derecho a la salud, a la salud social, al salario igual por trabajo igual y los derechos de los niños. Nos oponemos a la manipulación política y a los dobles estándares por los DD.HH. Cuba tiene mucho que decir y mostrar en esta materia”, dijo Castro, apuntando al sistema neoliberal de los EE.UU.
Castro desafió a los periodistas cuando le preguntaron sobre el temas de los presos políticos. “Dame la lista, dime el nombre o los nombres. Si hay esos presos políticos, antes de que llegue la noche van a estar sueltos”, repitió el presidente cubano en diferentes ocasiones, frente a la insistencia periodística.
“Le voy a hacer una pregunta a usted: ¿Cuántos países del mundo cumplen los 61 puntos sobre los DD.HH.? ¿Usted lo sabe? Yo sí: Ninguno”, añadió Castro, quien aseguró que Cuba cumple con 47 de esos puntos.
Barack Obama, por su parte, enfatizó los beneficios que ambos país pueden sacar con el recalentamiento de las relaciones: los acuerdos comerciales, loas inversiones estadounidenses en Cuba, los beneficios para los ciudadanos de ambas nacionalidades (que por fin podrán “volver a casa”), el aumento de visitas estadounidenses y del turismo, de los convenios educacionales, el mejoramiento del acceso a Internet y la amplificación del uso del dólar.
Asimismo, recordó que EE.UU. mantiene relaciones diplomáticas y comerciales con otros países, a pesar de no compartir una misma ideología, con los ejemplos de China y Vietnam. “La relación entre nuestros dos gobiernos no se va a transformar de la noche a la mañana. Tenemos muchas diferencias en lo que respecta a democracia y DD.HH. EE.UU. reconoce los progresos que hizo Cuba como nación en educación y salud pública. El destino de Cuba no será decidido por EE.UU. ni por otra nación. El futuro de Cuba va a ser decidido por los cubanos”, afirmó Obama.
Pero la frase clave de su intervención fue pronunciada después de su discurso principal: “El embargo va a terminar, lo que no puedo decir con seguridad es cuándo”. Esa decisión depende del Congreso, donde ahora no tiene mayoría. Obama afirmó que iba a tomar todas los pasos posibles para sentar las bases y, tal vez, llegar a este objetivo antes del fin de su mandato, en nueve meses más. De este modo, podría asegurar la permanencia de las medidas que se han desarrollado desde el primer encuentro con Raúl Castro, ocurrido en abril de 2015, en Panamá. Sobre ese punto, Obama enfatizó que su delegación incluye a muchos representantes del Congreso, de ambos partidos políticos, recalcando su interés en lograr este objetivo.