Guerra en Siria: las consecuencias de la reconquista de Palmira

El ejército sirio retomó este domingo la ciudad antigua de Palmira, caída en manos del grupo Estado Islámico en mayo de 2015. La victoria del régimen de Bashar al Asad, apoyada por los rusos, constituye un éxito internacional simbólico, pero también militar.

El ejército sirio retomó este domingo la ciudad antigua de Palmira, caída en manos del grupo Estado Islámico en mayo de 2015. La victoria del régimen de Bashar al Asad, apoyada por los rusos, constituye un éxito internacional simbólico, pero también militar.

El domingo 27 de marzo, el gobierno sirio de Bashar al-Assad anunció que recuperaron la ciudad de Palmira, con el apoyo también de los bombardeos rusos. La ciudad, ubicada a 210 kilómetros al noroeste de la capital de Damasco, había sido capturada por el autodenominado Estado Islámico en mayo del 2015, cuando destruyeron varios sitios arqueológicos entre los más antiguos del mundo.

Un importante éxito militar para el régimen sirio, pero también una victoria simbólica y estratégica. La reconquista de la ciudad antigua tendrá un gran eco en la escena internacional.

Esta joya de la arqueología es un símbolo de la civilización humana. En 1980, las ruinas de esta ciudad de más de 2.000 años de antigüedad fueron clasificadas como patrimonio mundial de la Unesco. Su captura, un año atrás por parte del grupo Estado Islámico, había desatado una consternación mundial. En 2012, el museo de arqueología también fue tomado y algunas obras se estropearon.

En este sentido, la reconquista de Palmira ha sido recibida con alivio en todo el mundo. Y según las primeras imágenes enviadas por el Ejército sirio, los daños son menores a los que temían los arqueólogos.

El régimen sirio ya piensa en la etapa siguiente: la reconstrucción. La mayoría de los edificios podrían ser restaurados, según Maamoun Abdulkarim, director general de las antigüedades en Sira, contactado por RFI. Las piedras antiguas presentes en la cantera podrían permitir en gran parte reconstituir las ruinas.

“Tenemos medios en el lugar, tenemos una experiencia, tenemos cientos de arquitectos y arqueólogos ahí”, explica Abdulkarim. “Ahora tenemos que ver cuál es el porcentaje de destrucción de las piedras mismas”, agregó.

Si las piedras de los monumentos están intactas, no descarta la posibilidad de reconstruirlos casi como estaban antes de la toma de Palmira. Para él, también se trata de enviarle un mensaje a los terroristas: “Si ustedes destruyen, nosotros reconstruimos”.

Gracias a esta victoria, el régimen sirio puede dar una imagen de libertador de este símbolo de la civilización caído en manos de la barbarie. El presidente Bashar al Asad puede presentar a su Ejército como un muro contra el terrorismo.

En el plano estratégico, toda victoria militar tiene implicaciones políticas. La reconquista de Palmira reforzará sin dudas las posiciones del régimen en las negociaciones entre los sirios en Ginebra, que se retomarán el 15 de abril, para encontrar una salida política al conflicto.

Luego de recuperar esta ciudad, el Ejército sirio ha anunciado que la empleará como base para otras operaciones contra los yihadistas, incluyendo la reconquista de sus bastiones de Raqa y Deir Ezor, más al este.

La capital de Deir Ezor, que lleva el mismo nombre, está situada en los márgenes del Éufrates, a pocos kilómetros de la frontera con Irak. Allí, 250 mil civiles, una importante guarnición del Ejército y un aeropuerto militar se encuentran sitiados desde la primavera boreal de 2014 por el Estado Islámico.

Si el Ejército consigue romper el sitio, habrá logrado también cortar en dos, de oeste a este, el territorio controlado por los yihadistas en Siria. Raqa, la capital autoproclamada del EI, quedará aislada de su base en la retaguardia en Irak.

Artículo basado en un informe de Paul Khalifeh, al regreso de Damasco, para RFI.





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