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Episodios desconocidos de conocidos

Columna de opinión por André Jouffé
Domingo 30 de octubre 2016 12:48 hrs.


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Recientemente aludimos una cita de Benedetti, sobre las historias no famosas de personajes famosos.

En mi carrera periodística en épocas de mucha actividad, recuerdo algunas y vamos al grano:

En vuelo Patricio Aylwin, pido a Pilar Velasco que pida una entrevista con el Presidente. Éste argumenta que si me la concede, debe acceder a todos. Contra respuesta: mi publicación es quincenal no puedo competir con el resto, que despacha dos o tres veces al día. Acepta. Pregunto:¿Qué significan para usted los domingos en la tarde? “Una ansiedad que me persigue desde la infancia en San Bernardo. Era el vago temor o inseguridad del lunes, volver al colegio…Y créame, aun hasta ahora (años noventa), la sensación se mantiene tan vigente como entonces”.

Un grupo de dirigentes políticos eran invitados en forma especial a las reuniones del Grupo de los 8 en tiempos de dictadura. Ésta tuvo lugar en Punta del Este. Una noche el grupo, integrado entre otros por Luis Maira, Enrique Silva Cimma, Gabriel Valdés, Ricardo Núñez y Ricardo Lagos iba a permanecer en el hotel para presenciar la transmisión de una semifinal de la Copa Libertadores. La manifesté a Lagos Escobar que por mucho que nos gustara el fútbol, era impensable no aprovechar la noche primaveral del balneario uruguayo. Dudó un instante, incluso me facilitó su vehículo, pero luego nos embarcamos a un restaurante. Tiempos del famoso dedo acusador. Los parroquianos se le acercaban para felicitarlo. Al cabo de un botellón le planteo que en una conferencia de prensa en la sede PP de Bellavista había sido muy duro con una periodista del matutino “La Época”(QEPD, gracias Eugenio Tironi y Enrique Correa). “Si la verdad, es que me salió sin control. En estas situaciones suelo impostar la voz”.

En 1990, la portorriqueña, Nidya Caro vino al Festival de Viña del Mar. La invité a almorzar al Cap Ducal (pagaba TVN). Durante dos horas, habló pestes de César Antonio Santis, quien le había prometido dejar familia y trabajo para reunirse con ella en Puerto Rico. A su vez, la cantante, lo iba a esperar con la televisión local a su disposición y todo su amor personal. Santis la tramitó, nunca fue al Caribe y el ahora habitante de Santa Cruz, en la provincia de Colchagua, se hizo humo. Si Nidya sufrió lo suyo, sus compatriotas lo asumieron como una afrenta y soplaron hacia Chile dudas sobre la virilidad de Santis y que estaba con SIDA.

Una tarde, el propio Santis me convence que concurra con un fotógrafo a Lo Curro, cerca del aeródromo pues iba pelotear en tenis con Alberto Fouilloux Ahumada. Mientras Tito, que ya rengueaba ostensiblemente producto de una lesión a la cadera mal cuidada, apareció con su tenida completa, el animador lo hizo simplemente en shorts. “Quiero mostrarte que no luzco ninguna mancha en el cuerpo; que todas esas historias son calumnias inexplicables”. Si bien, estaba en lo cierto, yo sabía el origen de la venganza.

Tito Mundt residía en España en tiempos de la Unidad Popular. Otros como Javier Miranda y Raúl Matas, también. Unos por trabajo, otros por miedo al cuco socialista. Mundts descansaba en su casa con barbarita, su única hija, y Kanda Jaque, su esposa, cuando escuchó por televisión a Matas. El carismático hombre de radio y televisión, denostaba en contra del régimen chileno con palabras durísimas. Mundt tomó un taxi hacia el canal, interrumpió el programa y gritando le reprochó a Matas que aunque detestara al gobierno de su país, era un acto antipatriota, hacerlo fuera de Chile. Si tenía que decir algo, lo hiciera en Santiago.

Finalmente, a través de Cirilo Barraza, quien fuera garzón de varios Jefes de Estado desde González Videla a Frei Ruiz Tagle, me entero que Pinochet prefería el pescado a la carne, lo contrario de Jorge Alessandri, quien pese a sus aguitas y jaleas (una exageración según don Cirilo), era un carnívoro consumado. Más de un Año Nuevo lo pasó en el Hotel de los Puffe en Saltos del Laja, con corbata al almuerzo y cuello abierto bajo buifanda, a la cena. Y que era cierto lo de Frei: fruta de postre, no era fruta.

Pequeños detalles del diario vivir para leer fines de semana largo, confusos en política y deporte donde nadie sabe hacia donde navega la fragata.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.