Hace décadas que se ha habla de convertir Chile en una potencia alimentaria. Sin embargo, la falta de inversión científica y la poca perspectiva de ampliar las exportaciones ha limitado este potencial.
Bajo este escenario, los alimentos funcionales o alimentos de tercera generación han cobrado relevancia en este debate porque multiplicaría la cadena de valor de la producción alimentaria.
La principal característica de estos alimentos es que logran interactuar a nivel de los genes de los consumidores al ser mejorados químicamente para que tengan mayores beneficios. Se trata de los probióticos, prebióticos y simbióticos que en general estimulan el crecimiento de microorganismos en el tracto grastrointestinal y compensan desequilibrios alimentarios aportando nutrientes al organismo. Por ejemplo, la proteína de soya, las leches y yogures enriquecidas con antioxidantes, el salvado de avena y chía, entre otros.
Al respecto, el senador del PPD y presidente de la comisión Desafíos del Futuro, Guido Girardi dijo que Chile podría aprovechar el Omega 3 que es producido a partir de la harina de pescado.
Además, el parlamentario afirmó que el país se mantiene atado a la era de los “commodities” el principal motor del modelo extractivista.
“Cada gobierno presenta un programa de gobierno con una visión estrecha y nos mantiene donde mismo en los commodities. Esto es un tremendo potencial. En Japón ya han comenzado a usar el Omega 3 durante las etapas del embarazo porque se ha demostrado que desarrolla las neuronas cerebrales del feto que está en evolución”, comentó.
Fundación Sol ha trabajado con los sindicatos de trabajadores de algunas empresas que producen alimentos funcionales. Gonzalo Durán, economista de esta organización, dijo que la población tampoco ha dado el paso a consumir este tipo de alimentos, por lo tanto también se ha mantenido un “conservadurismo alimentario”.
Sin embargo, precisó que estos alimentos también son más costosos, por lo que no toda la población tiene acceso a ellos.
Durán apuntó que Chile no se ha consagrado como una potencia alimentaria porque no ha innovado en darle un valor agregado a sus productos.
“Por una parte tenemos alimentos funcionales que son de un valor inaccesible para la gente y, por otro lado, han surgido alimentos de menor calidad. Entonces, hay un desafío de cómo los chilenos pueden acceder a estos productos y alimentarse a la vez de buena manera”, reconoció.
En tanto, académicos de la Universidad de Chile pertenecientes a la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas, del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) , la Facultad de Ciencias Agronómicas, entre otras, han desarrollado la investigación Inocuidad alimentaria y desarrollo de alimentos funcionales para abordar esta materia.
En el estudio, el salmón es considerado un alimento funcional de gran utilidad para Chile, principalmente, debido a su proteína de buena calidad y a los niveles elevados de ácidos grasos poliinsaturados. Además, este alimento tiene bajo nivel calórico pero es una fuente de nutrientes como vitamina D.
Por lo mismo, es relevante revisar este tipo de potencialidades y optimizar sus componentes a través de procesos bioquímicos, según detalla el trabajo investigativo.