En su mensaje navideño, el Sumo Pontífice lamentó las “resistencias malvadas” que se oponen a la reforma de la Curia. Los acusó de “refugiarse en las tradiciones, en las formalidades, en lo conocido” para bloquear cualquier tipo de avance.
El Papa Francisco dijo que la reforma que se está implementando “será eficaz sólo y únicamente si se realiza con hombres ‘renovados’ y no simplemente con ‘nuevos’ hombres”.
Así, separó los tipos de resistencias, por un lado, aquella que nace de la buena voluntad, pero otras de corazones asustados y endurecidos.
“Las resistencias ocultas nacen de corazones asustados y endurecidos, que se alimentan de las palabras vacías del ‘gatopardismo’ espiritual de quien dice que quiere cambiar las cosas, pero después quiere que todo quede como antes”.
En su explicación, el Papa dijo que la reforma “no tiene fines estéticos”, por lo que “no puede ser entendida como una especie de lifting o de maquillaje para embellecer el anciano cuerpo curial o como una operación de cirugía estética”.
“Queridos hermanos, no son las arrugas de la Iglesia lo que se tienen que temer, sino las manchas”, aseveró.
En su discurso, insistió en que no basta cambiar el personal, sino que es fundamental que la Curia se renueve espiritual, humana y profesionalmente. “Sin una conversión y una purificación permanente, sin un cambio de mentalidad, el esfuerzo funcional resultaría en vano”.
En esta ocasión, el pontífice enumeró y explicó los doce criterios que tienen que inspirar la reforma de la Curia: individualidad, pastoralidad, misionaridad, racionalidad, funcionalidad, modernidad, sobriedad, subsidiariedad, sinodalidad, catolicidad, profesionalidad y gradualidad.
Y advirtió también que en esta reforma debe eliminarse para siempre el criterio “promoveatur ut removeatur” (Promover para remover) que dijo “es el cáncer” de la Iglesia