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Año XVI, 19 de marzo de 2024


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Análisis deportivo: El “paraíso” mexicano

Una mirada a penas superficial nos muestra las ventajas comparativas. Por ejemplo, desde el aspecto económico, los sueldos y premios obtenidos en México pueden compararse, sin mayores diferencias, con los pagados en las mejores ligas de Europa. Además, la participación de grandes nombres en todos los equipos, garantiza una competencia elevada y justa que mejora el nivel del campeonato.

Francisco Cárdenas

  Lunes 27 de febrero 2017 7:38 hrs. 
22 December 1996:  Action file photo of Sergio Zarate of Necaxa fighting for the ball with Pedro Munoz of Santos during the 1996 winter tournament. ./Foto de accion de archivo de Sergio Zarate peleando por el balon con Pedro Munoz de Santos durante el torneo de invierno de 1996. MEXSPORT/MARTIN VENEGAS

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El torneo mexicano arrancó el 2017 con una noticia de alto impacto para el fútbol latinoamericano. Los dueños de los clubes de aquel país acordaron modificar las reglas imperantes y aumentar el número de las plazas para extranjeros en la liga local. Ahora, de los 18 jugadores citados para cada partido de la primera división, 10 podrán ser nacidos en otros países y sólo 8 deben haberlo hecho en territorio mexicano. Pero esa regla sólo opera en la conformación del grupo que participa en un partido profesional y no limita la incorporación de extranjeros en las plantillas de los diferentes equipos, lo que eleva considerablemente la cifra y el impacto de la medida. El mejor ejemplo para entender este fenómeno es el equipo Veracruz que, frente a la necesidad de resultados positivos para mantenerse en la división de elite, no puso ningún reparo para conformar un plantel que asegure la permanencia. El equipo que entrena el chileno Carlos Reinoso tiene en su plantilla a 18 jugadores extranjeros y entre ellos a otro chileno, el delantero Felipe Flores.

Aunque ya en el reciente mercado fue posible advertir repercusiones y tendencias, el efecto real se verá recién en el mediano y largo plazo. En el país norteamericano ya aparecieron las primeras voces denunciando que la medida impedirá el crecimiento de los jugadores mexicanos y afectará la conformación de las diferentes selecciones nacionales en ese país. También expresan que los clubes olvidaran su labor con los menores y que comenzaran a comprar más que a formar. Del lado contrario los defensores arguyen que elevar el nivel del campeonato potenciará al jugador local y que aquellos que lleguen al profesionalismo serán los que realmente demuestren tener las condiciones necesarias para la alta competencia. También exponen que la formación de futbolistas está suficientemente demostrada en varios equipos mexicanos y que la infraestructura ya existente asegura su continuidad en el tiempo. Lo que no han logrado explicar satisfactoriamente es la reducción de plazas de trabajos para mexicanos y la incapacidad institucional para ofrecer otros espacios de participación para esos jugadores que ya no tendrán lugar en la primera división. En Europa la mayoría de los países tienen cuatro o hasta cinco divisiones profesionales (o semiprofesionales) con excelente organización e infraestructura. Eso dista mucho de la realidad mexicana y no se ve, que acompañando a esta medida, haya una intención de mejorar las estructuras de las divisiones secundarias. Para entenderlo mejor, actualmente una liga amateur de Barcelona funciona mejor que la segunda división mexicana.

La liga MX pretende convertirse en un torneo plural con jugadores nacidos en cualquier parte del mundo. Una especie de “Champion League” pero a la mexicana. Con este objetivo, los directivos (y sus billeteras) han ido profundizado los lazos deportivos y económicos con instituciones internacionales, trayendo jugadores provenientes de Ghana, Cabo Verde, Francia y España, aunque los países latinoamericanos siguen llevando la delantera. Y si los éxitos alcanzados por la selección chilena han abierto las puertas de otras ligas a muchos jugadores nacionales, México no ha sido la excepción. En el torneo actual ya participan 19 jugadores chilenos. Entre los que destacan los que ya han sido seleccionados como Eduardo Vargas, Edson Puch, Nicolás Castillo, Francisco Silva, Rodrigo Millar, Martín Rodríguez, Nicolás Maturana y Enzo Roco entre otros. Si hay un buen rendimiento, no sería extraño que el número de compatriotas participantes vaya en franco aumento.

Una mirada a penas superficial nos muestra las ventajas comparativas. Por ejemplo, desde el aspecto económico, los sueldos y premios obtenidos en México pueden compararse, sin mayores diferencias, con los pagados en las mejores ligas de Europa. Eso explica por ejemplo, la inclusión de figuras como el seleccionado francés André Pierre Gignac o el mismo Eduardo Vargas. Por otra parte, las condiciones de infraestructura y capacidad humana también son de primer nivel y garantizan un trabajo profesional a la misma altura. Además, la participación de grandes nombres en todos los equipos, garantiza una competencia elevada y justa que mejora el nivel del campeonato. Volviéndolo así mucho más atractivo para el público y elevando los ingresos por taquilla y publicidad. Con los precios que se pagan hoy, el negocio termina siendo redondo y hasta sustentable.

A favor del éxodo hay que decir que México ofrece mucho y enriquece no sólo los bolsillos. En ese sentido, no cabe duda de que muchos jugadores se sentirán tentados por el desafío cultural ofrecido y valorarán la experiencia. Sin embargo, no será fácil ya que este es un país de grandes contrastes y donde ser rico y famoso en estos días, te trae muchas complicaciones. Los jugadores extranjeros deben cuidarse mucho y llevar una vida austera y responsable si quieren estar tranquilos. Los problemas de inseguridad, que  suelen exagerarse según la conveniencia política, en este caso son innegables. Hay ciudades y estados completos donde la vida debe estar sujeta a reglas y rutinas bastante incómodas y particulares. Y donde no respetarlas podría ocasionar un feo inconveniente.

Por otra parte, aunque en Chile suele menospreciarse el nivel del torneo mexicano (sobre todo después del 7 a 0 de la Copa América), esto es un error común que escapa totalmente de la realidad. La liga MX es tremendamente exigente desde el punto de vista físico porque se juega en condiciones muy diversas de temperatura, humedad y altura, y además, los partidos se programan en horarios que evidentemente no benefician la práctica deportiva ni la salud. Desde lo futbolístico el nivel es bueno y la exigencia de la liga también, pues hay jugadores seleccionados de muchos países y el bajo rendimiento se castiga rápido y de forma severa. Quizá lo que más atenta contra el despegue de su calidad es la tan arraigada y amada liguilla. La afición venera las eliminatorias de ida y vuelta y no aceptan cambiar ese sistema de competencia. Les gusta esa forma de definición que resta valor a lo realizado por los equipos a lo largo del torneo. Eso si, una vez iniciada esa etapa ya no hay excusa que valga y la exigencia es la mayor. La afición mexicana es exitista y valora el triunfo por sobre los mecanismos utilizados para lograrlo. En ese sentido, es claro que no competir con todos los recursos disponibles desde el inicio, merma la calidad de la temporada regular y entrega partidos aburridos y malos, que contrastan radicalmente con la otra fase de definición. Además, hay que lidiar con una afición muy poco informada y con la pobreza intelectual e informativa de los medios de comunicación.

Lo que es claro es que, más allá de las bondades y dificultades mexicanas, el poder adquisitivo de sus empresarios terminará encandilando a varios. Esta tendencia puede ser vista con buenos ojos por jugadores y representantes, pero no así por los clubes chilenos, quienes verán partir a sus principales figuras sin nada que decir. El tema acarrea otras preocupaciones, ya que una fuga masiva de nombres debilitará el campeonato local y modificará, en la práctica, el precio de los futbolistas nacionales. Así, los equipos chilenos no podrán retener a sus mejores jugadores por los elevados valores del mercado y los relevos posibles subirán, de manera ficticia, su tasación. Quizá previniendo esto último y asegurando su capital más valioso, el grupo Pachuca ha marcado el camino futuro comprando filiales en México, Chile, Argentina e incluso España, fortaleciendo con ello sus vínculos internacionales y ampliando la movilidad de todos los jugadores pertenecientes al grupo deportivo. Una muestra del modelo que quieren imponer en todo el continente.

Pero nuestro torneo marcha en dirección contraria. Mientras los mexicanos avanzan hacia la ampliación, a mitad de año nosotros volveremos a bajar el cupo de extranjeros de cinco a cuatro. Con esa medida los dueños de los clubes pretenden fortalecer a los futbolistas locales y mejorar el nivel del fútbol chileno. La idea es traer menos, pero de mejor calidad y que ello eleve la competencia. Sin embargo, cuando vemos las tendencias del mercado internacional y la competencia, parece que nuestros bolsillos no alcanzarán para los jugadores de primera línea y habrá que conformarse con extranjeros desconocidos y jugadores locales de medio pelo. Eso evidentemente atentará contra la calidad, la formación y el espectáculo.

Siendo positivos, quizá las nuevas condiciones impuestas por el fútbol mexicano puedan favorecer el crecimiento de nuestros jóvenes. Así, si en la actualidad debemos poner una regla para forzar la alineación de un menor de 20 años, mañana ellos deberán asumir precozmente el reto de reemplazar, sin pretextos, a los que se van. Esto produciría una baja inicial en la calidad del torneo local, pero con el correr de los años terminará por beneficiar a los jóvenes, las selecciones, a los clubes (forzados a formar nuevo capital) y al fútbol chileno en general. Un fenómeno parecido a lo que ha sucedido en Argentina, donde el flujo constante de figuras jóvenes hacia el mundo obliga a los equipos a jugar con muchos juveniles y sólo algunas figuras que han regresado al país a terminar sus exitosas carreras. Si el trabajo en divisiones menores se hace bien, de manera responsable y con la inversión adecuada, entonces la cantera puede ser inagotable. De lo contrario iremos empobreciendo ineludiblemente nuestro fútbol y llegará el día en el que ya nadie se acordará de ir al estadio o verlo por televisión.

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