Un reciente brote de algas tóxicas y la epidemia de piojo de mar, un parásito que se adhiere a la piel de los ejemplares y que afecta su crecimiento, ha sido el detonante de una nueva y masiva aplicación de productos farmacológicos.
Esto ha traído como consecuencia la prohibición de comercializar el producto a mercados europeos. Por tanto, el salmón de producción nacional principalmente es exportado a Estados Unidos y congelado para China.
Para el Jefe de Salud Animal del Servicio Nacional de Pesca, Sernapesca, Miguel Jarpa, todos los medicamentos que utiliza la industria del sector se someten a tres aspectos de seguridad, es decir, que el producto sea inocuo para el pez, para el ser humano que lo consume y al ecosistema.
“Todos los medicamentos que se utilizan son evaluados por el Estado, quien garantiza que el producto es eficaz. También, por supuesto, para la especie tratada, que en el fondo no provoque efectos secundarios o adversos perjudiciales para el bienestar animal”, detalló.
Al respecto, Tarsicio Antezana, biólogo marino de la Universidad de Chile y doctor en oceanografía de la Universidad de California, los actuales medicamentos producen efectos catastróficos en peces salvajes que están cerca de las jaulas de crianza, el ecosistema imperante y la salud humana.
Para el biólogo marino existen escasos estudios al respecto. Sin embargo, los que existen ha podido establecer lo nocivo que significa para el ambiente y para el humano que consume este tipo de especies medicadas. “Para una industria madura, bien desarrollada debieran ser provisiones que se toman antes de que ocurra la catástrofe, antes que le cierren los mercados. Los medicamentos salen al mar, entran en la trama trófica, pueden ser concentrados, entonces nosotros no sabemos cuál es el efecto, pero podemos prever un efecto catastrófico en el sistema pelágico”, argumentó.
En tanto, para la directora de la ONG Oceana, Liesbeth van der Meer, los antibióticos en la industria salmonera en un gran porcentaje se utilizan para combatir una sola enfermedad de origen microbiano llamada SRS. Si esta no se trata, los salmones no crecen y mueren por problemas renales.
La ecologista precisó que los fármacos también provocan resistencia en las bacterias y virus, lo que ha llevado a utilizar casi el doble de este tipo de químicos. Según la directora de Oceana,“la resistencia a los antibióticos a significado más enfermedades, el control no ha sido efectivo y lo que ha generado en el medio ambiente es una concentración de medicamentos”.
“Entonces, cuando le das el alimento, un gran porcentaje no es consumido por el salmón lo que produce que estos antibacterianos queden en el ambiente a disposición de otros peces nativos que habitan en esas aguas”, subrayó.
Para la directora de la ONG Oceana, Liesbeth van der Meer, el objetivo ahora es que la industria no se expanda a la región de Magallanes como tiene planeado, ya que gran parte de sus aguas son aún prístinas, libres de contaminación producida por la industria del salmón.
Según la ecologista, el 2016 se superó las 550 toneladas de medicación, más del doble de lo que en Noruega se utiliza, lo que ha llevado a restringir el consumo del salmón criado en el sur por parte del mercado europeo.