Más de 300 ciudades del mundo han adherido a la marcha por la Ciencia fijada para este sábado 22 de abril.
La manifestación responde a un contexto internacional que detonó por los dichos expresados por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, negando la existencia del cambio climático y luego por su prohibición de difundir ciertos estudios sobre el clima de la Agencia de Protección Ambiental (EPA).
“Los políticos que devalúan el conocimiento se arriesgan a tomar decisiones que no reflejan la realidad y deben rendir cuentas. Un Gobierno que ignora la ciencia para impulsar agendas ideológicas pone al mundo en peligro”, manifestó la organización ante la actitud del Mandatario estadounidense.
En el caso de Santiago, la convocatoria a la marcha tendrá lugar frente al Museo Nacional de Bellas Artes a las 14:30 horas de este sábado, para finalizar en el Paseo Bulnes. También, se desarrollará en Antofagasta, La Serena, Valparaíso, Concepción, Valdivia y Punta Arenas.
La fecha escogida coincide con el Día de la Tierra y, por lo mismo, el llamado de las organizaciones es a sumarse en esta manifestación global por la defensa del conocimiento, emplazando al Gobierno a incorporar estos temas con urgencia en la agenda pública.
La crisis que enfrentan las ciencias en Chile
Esta situación particular refleja las trabas que deben sortear las ciencias ante presiones políticas. Un panorama del que Chile no está exento.
“La ciencia no es ajena a la política”, es la sentencia con que se inicia el manifiesto de un grupo de organizaciones que convocan a manifestarse este sábado ante la crisis que enfrentan las distintas áreas de las ciencias en el país.
Pese a que actualmente hay más investigadores que en cualquier otro periodo de la historia de Chile, el presupuesto destinado a las ciencias se mantiene estancado desde los últimos diez años. La inversión en ciencia, innovación y tecnología representa cerca del 0,35 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
Esto ha generado que las condiciones laborales de los investigadores sean precarias y que sus trabajos estén sujetos a fondos de investigación muy limitados.
“Muchos investigadores visualizamos la dificultad de actuar y encauzar propuestas concretas, pues no son consideradas ni escuchadas por los grupos de poder que hoy toman las decisiones en distintas instancias del país”, enfatizan los distintos gremios de investigadores y científicos.
En enero pasado, en medio del Congreso para el Futuro, la presidenta Michelle Bachelet anunció la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Sin embargo, el académico de la Universidad de Chile y presidente de las Sociedades Científicas, Jorge Babul, señaló que hasta ahora no se ha fijado una discusión integrada entre parlamentarios, científicos, artistas, rectores, académicos para planificar esta nueva institucionalidad.
El profesor cuestionó que el proyecto se materialice en lo que resta de este Gobierno.
En esa línea, insistió en el abandono en términos presupuestarios de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt), que varió un 0,55 por ciento, entre 2016 y 2017. “Es decir se mantuvo prácticamente igual de estancado”, afirmó.
Además, agregó que no se puede esperar a la creación del Ministerio para resolver el problema que enfrenta esta Comisión. “Por el momento se está realizando un proceso de revisión de las exigencias y de las bases para evaluar una manera más expedita para entregar becas y rendir cuentas”, indicó.
Mientras, la profesora de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile e integrante del grupo de investigadores “EtilMercurio”, María Paz Bertoglia, afirmó que existe una gran deuda del Estado con la investigación y el desarrollo científico y tecnológico.
Pese a que el país cuenta con condiciones naturales privilegiadas para realizar investigaciones científicas, un “laboratorio natural” señaló la profesional, no han sido aprovechadas debido a la precaria inversión fiscal.
María Paz explicó que se requiere de una mirada integral de las ciencias y no dividirlas en las “ciencias duras y blandas” porque de esta manera se han desatendido áreas fundamentales como estudios antropológicos, artísticos, comunicacionales, entre otros.