“El día de mañana, tal como ha instruido el presidente Nicolás Maduro, presentaremos la carta de denuncia a la OEA e iniciaremos un procedimiento que tarda 24 meses”. Las palabras de Delcy Rodríguez, la canciller venezolana, en cadena nacional, vinieron a confirmar una opción con la que el país sudamericano amenazaba desde ayer: retirarse del bloque regional por “injerencia”.
“Venezuela no participará en lo sucesivo de ninguna actividad, de ningún evento, donde se pretenda posicionar el intervencionismo y e injerencismo”, agregaba Rodríguez, calificando a los 19 países que votaron a favor de la reunión como “cipayos (serviles) genuflexos”.
La canciller argentina Susana Malcorra, pidió explicaciones al gobierno de Maduro, al tachar de injerencista a la OEA pero al mismo tiempo solicitar una reunión extraordinaria de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), sobre la crisis del país petrolero. “Esta renuncia coliga con el artículo 24 de la Constitución venezolana que le da rango constitucional a todos los acuerdos firmados internacionalmente en materia de derechos humanos, y la carta de la OEA tiene disposiciones de derechos humanos. Así que no adherir a la carta de la OEA o separarse, sería violar la Constitución”, añadió Amaya.
Este caso es torpe “porque el retiro no opera de inmediato. Así que de acuerdo a la convención de Viena sobre derecho de los tratados, será necesario un año en que Venezuela seguirá estando obligada por los compromisos asumidos dentro de la carta de la OEA. Entre otras cosas, el Consejo Permanente podrá seguir discutiendo la situación política de Venezuela”, dijo Hector Faundez Ledezma, analista del Centro de derechos Humanos de la Universidad Central de Venezuela.
La oposición que organiza el movimiento exige del Presidente un calendario electoral claro, pero éste responde acusando a la “derecha venezolana” de hacer “terrorismo” para provocar un caos, como parte de un plan con Estados Unidos para derrocarlo y propiciar una intervención extranjera.
En la jornada de protesta de este miércoles las fuerzas antimotines dispersaron con bombas lacrimógenas una movilización de miles de opositores en Caracas. Un joven de 20 años, murió por el impacto de una bomba de gas en el pecho, en una protesta en Altamira, este de la ciudad. La policía buscaba impedir con gases, perdigones y chorros de agua, que la marcha avanzara hacia la Defensoría del Pueblo, en el centro, considerado bastión de los chavistas.
Por su parte, como viene siendo costumbre, miles de seguidores del gobierno se concentraron en las afueras del palacio presidencial de Miraflores, donde ovacionaron a Maduro.
*Por RFI