Los ganadores de las primarias electorales

  • 03-07-2017

En el periodismo muchas veces estamos obligados a decir y escribir lo que no nos gustaría reconocer. Ocurre, generalmente después de las elecciones, en el momento que todos los candidatos discurren toda clase de argumentos para reconocerse como ganadores, cuando en realidad las cifras siempre nos señalan que hay quienes triunfan y pierden.

En este sentido, lo primero que debemos  decir es que la abstención electoral volvió a marcar severamente la jornada electoral de este último domingo, aunque retrocedió considerablemente. Poco más de un millón 800 mil votantes versus los más de 10 millones de ciudadanos habilitados que siguen sin concurrir a las urnas. De esta forma, es muy posible argumentar que los grandes vencedores de la jornada son los candidatos y partidos que no participaron en las primarias, aunque esta pretensión ciertamente resultaría muy exagerada cuando los altos niveles de abstención ya están instalados hace rato en nuestra democracia “representativa”. Pero, claro, los candidatos de la Nueva Mayoría y del oficialismo, como el de varias expresiones de derecha y de izquierda, se frotaban las manos al conocerse los resultados.

Sin embargo, dentro de los que votaron, la derecha puede jactarse con justicia que convocó a bastante más de ese millón de sufragantes que esperaba y, al interior de Chile Vamos, la verdad es que Sebastián Piñera fue el innegable triunfador de este sector cuando duplicó y hasta triplicó en votos a sus dos adversarios, después de recibir fuego cruzado de enemigos y adversarios durante toda su  campaña electoral.

Esta situación contrasta con los resultados del Frente Amplio y de sus dos candidatos. Entre ambos, hay que decirlo, no alcanzaron los votantes que esperaban y apenas llegaron a constituir una cuarta parte de los votos de la derecha.  Con todo, Beatriz Sánchez puede estar legítimamente muy contenta de haber superado con tanta holgura a su contrincante Alberto Mayol. Pero nada resultó de lo que en un momento se dijo en cuanto a que este nuevo referente daría un batatazo electoral como el del Podemos en España.

Está por verse, todavía, qué pasará  con las expresiones políticas que conforman esta alianza. Esto es si confluyen en una única expresión,  o cada partido, movimiento o candidato opta por el camino propio., A lo anterior, debemos considerar lo que haga esa otra cantidad de partidos y movimientos vanguardistas que después de esta primarias pueden elucubrar todavía más razones para seguir proyectando sus candidaturas presidenciales y parlamentarias. Todo está por verse, en tal sentido con una votación total del  Frente Amplio más bien escuálida, en relación a todos los vaticinios previos.

Lo que está claro es que ni el Chile Vamos ni el Frente Amplio fueron capaces de sacar de la inercia electoral a los millones de chilenos que ciertamente estuvieron más interesados en los que acontecía con nuestra Selección Nacional del Fútbol allá en Rusia. Es evidente que los cientos de miles o  millones de habitantes que salieron a las calles en todo el país tras las banderas de NO+AFP y otras demandas sociales no se sintieron motivados por esta contienda, por lo que sería posible que, de aquí a algunas semanas o meses más, puedan surgir abanderados de esta causas y más representativos, por cierto, del llamado mundo popular. En medio  de los escrutinios, por ejemplo, escuché un par de veces a quienes echaron de menos a un Luis Mesina u a otro líder social en estas primarias. Pero es evidente que en un Chile social y urbanamente tan estratificado como el  nuestro, se podrá comprobar cómo la falta de concurrencia a las urnas se hizo todavía más contundente en regiones y en las comunas de clase media y baja. O, muy especialmente,  en las zonas rurales.  Cuando fueron las más pudientes comunas de la Capital y hasta el exclusivo balneario de Santo Domingo, los lugares de mayor afluencia de electores.

Persistirá, asimismo, la gran incógnita de los que representen los partidos y candidatos de la ex Concertación y la Nueva Mayoría. Técnicamente, el bacheletismo militante no pudo votar en esta jornada, por lo cual no sabemos cuánto puede representar dentro de la elocuente abstención la Democracia Cristiana, los socialistas, radicales y el PPD y si, a la luz de estos resultados, con más razón un Alejandro Guillier y una Carolina Goic van a enfrentar por separado la próxima contienda electoral.

En realidad, lo único seguro que tenemos hasta aquí es que el ex presidente Piñera ya quedó completamente instalado en la papeleta y que, de seguir todo más o menos igual dentro del naipe político, tiene asegurado su paso a la segunda vuelta. Aunque muchos en su febril entusiasmo, piensan que éste podría incluso imponerse en una primera al reunir más del 50 por ciento. Esto es, la mayoría absoluta de los votos necesarios para volver a La Moneda.

Aunque pueda constituir un detalle, son muchos los votantes que se descubrieron inhabilitados para sufragar por aparecer en el Servicio Electoral como militantes de aquellos partidos que no podían votar, o formando parte de los partidos en competencia pero sin que jamás hayan concurrido con su firma a tal inscripción. No podía faltar en esta jornada el escándalo que ello significa, y que en un país serio, democráticamente hablando, podría llegar a inhabilitar todo un proceso electoral.

Tampoco, debemos soslayar el hecho que ante la apatía electoral que continúa manifestándose haya quienes busquen legislar para que ciudadanía recupere el sufragio obligatorio. Incluso entre los que en su momento se pronunciaron por la voluntariedad al respecto. En todo caso, no hay duda de que existen partidos y movimientos que fundan justamente su hegemonía política solo en la concurrencia de los votantes más conscientes de su deber cívico,  o dispuestos a ser acarreados a votar en cada una de estas jornadas, a cambio de empanadas y otra cantidad de golosinas. En una práctica sumamente recurrente de nuestra condición republicana.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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