Cuando Claude Debussy (1862 – 1918) se sumergió en el mar fue en 1905, el año en que terminó de componer la obra que tituló justamente así: El mar (La mer), junto al singular apellido de Tres bocetos sinfónicos para orquesta.
Esa última frase también era parte de un movimiento constante de escape de las etiquetas. Debussy, el hombre que rechazaba el mote de “impresionista” con el que pasó a la historia, en esta música también le hace una finta a las convenciones del gran género de la sinfonía y se refugia en la idea de tres simples bocetos, que no identifica como movimientos pero sí designa con títulos sugerentes: “Desde el amanecer hasta el mediodía en el mar” (“De l’aube à midi sur la mer”), “Juego de olas” (Jeux de vagues) y “Diálogo del viento y el mar” (“Dialogue du vent et de la mer”).
La imagen del mar, de todas maneras, le rondaba hace tiempo. Había aparecido, por ejemplo, en su ópera Peleas y Melisande (Pelléas et Mélisande) y también en alguno de sus nocturnos, pero nunca de esta forma: “El mar va mucho más allá que cualquier otra obra previa -de Debussy y cualquier otro compositor- en capturar la esencia misma de la más evocativa de las caras de la naturaleza. El mar no es un mero ejercicio de pintar una escena musicalmente, sino una representación sonora de la miríada de pensamientos, sensaciones y reacciones instintivas que el mar provoca en un alma humana”, describe el sitio All Music.
Sus tres partes, que habitualmente se extienden por veintitantos minutos, permiten entender cómo funciona parte de la música de Debussy. En el mismo sitio, Blair Johnston señala que “al igual que en mucha de la música madura del compositor, no siempre es posible establecer una distinción clara entre el material temático, el acompañamiento y la textura”.
“A menudo, la textura misma es primordial en la música de Debussy; los pocos destellos de melodías que el movimiento ofrece (como el solo de violín o un breve gesto del corno) pronto se sumergen en el complejo tejido orquestal. Hay pasajes durante los cuales el esquema rítmico y métrico está oscurecido, tal vez intencionalmente, por hasta seis o siete capas diferentes de actividad simultánea”, explica.
El mar fue estrenada el 15 de octubre de 1905 en París, interpretada por la Orquesta Lamoureux, que fue dirigida por Camille Chevillard.
Bajo la gran ola
Hay una fotografía en la que Claude Debussy aparece sentado en un sillón, mirando de costado y frente a un estante lleno de libros. Fue tomada en junio de 1910 en su departamento de la avenida Bois de Boulogne, en París, y quien está detrás de la cámara es un joven compositor ruso que por entonces deambulaba por la capital francesa: Igor Stravinsky.
Hay otra fotografía, en el mismo lugar y casi exactamente igual, en la que Debussy aparece acompañado por el propio Stravinsky y que fue tomada por otro músico: Erik Satie.
En ambas imágenes, a la espalda de Debussy, aparece una imagen que no tiene nada de azarosa: es Bajo la gran ola de Kanagawa (1830-1832), conocida también como La gran ola, la más popular de las imágenes del artista japonés Katsushika Hokusai que habían comenzado a circular profusamente por Francia a mediados del siglo XIX.
Debussy fue uno de los varios artistas europeos que entonces se fascinaron con las culturas orientales. Ya en la gran Exposición Universal de París, en 1889, había quedado impactado por los músicos asiáticos y algo de eso se puede notar en su música, pero hay una huella mucho más literal: en la primera edición de las partituras de El mar, la portada es justamente la impresión de Hokusai, aunque recortada. Si en la original se ve el monte Fuji, en esta el foco está solamente en la gran ola, sobre la cual se lee simplemente: “La mer” y “Claude Debussy”.
Según un artículo de Michael Cirigliano II para el Museo Metropolitano de Nueva York -que resguarda la obra de Hokusai-, fue el mismo Debussy quien se encargó de escoger esa imagen para su música, en un gesto que hoy podría asimilarse al de las carátulas de los discos. En la era previa a la masificación de las grabaciones, la música circulaba justamente en esas partituras.
“Los paralelos estéticos entre Hokusai y Debussy son muchos, ya que ambos privilegiaron el estilo por sobre el realismo y se enfocaron en el color brillante y una vibrante energía. De la misma manera que el arte japonés del periodo Edo promovía motivos decorativos independientes de los desarrollos convencionales, Debussy tenía aversión por las estructuras formales, el desarrollo de los motivos y el uso de formas musicales estrictas a las que los compositores adhirieron durante los periodos clásico y romántico”, se lee en el artículo del MET.
Un tiro en la Plaza de la Concordia
Se sabe que Claude Debussy terminó de corregir El mar entre fines de julio y agosto de 1905, mientras se hospedaba en el victoriano Grand Hotel de Eastbourne, al sur de Inglaterra, junto al Canal de la Mancha. Aunque la mayor parte de la obra había sido escrita en Francia y lejos de las olas, ahí fue donde terminó de darle forma.
Sin embargo, el compositor no llegó hasta esas costas buscando inspiración para su música. Más bien, escapó del escándalo que su turbulenta vida personal estaba provocando en los días durante los cuales escribió sus tres bocetos sinfónicos.
En 1904, Debussy llevaba casi cinco años casado con Rosalie “Lilly” Texier cuando conoció a Emma Bardac, la esposa del banquero parisino Sigismond Bardac. Pronto iniciaron una relación, se fueron de vacaciones a Jersey y Debussy dio por terminado su matrimonio. ¿Cómo reaccionó “Lilly”? El 14 de octubre de ese año fue hasta la Plaza de la Concordia, uno de los lugares emblemáticos de París, y se pegó un tiro en el pecho al que, para su desgracia, sobrevivió.
Debussy era entonces un artista suficientemente conocido como para que el hecho provocara un alboroto. Varios de sus amigos se alejaron y esa fue una de las razones por las que partió hacia Gran Bretaña. Cuando se estrenó El mar, el hecho todavía rondaba en el ambiente y de hecho, la hija de la pareja, Claude-Emma, nació tan solo dos semanas después.
El mar es hoy una de las obras más celebradas de Debussy, pero no fue así desde el principio. Algunas de las críticas fueron feroces y, se cree, algunas de ellas pudieron estar influidas por el escándalo que había rodeado al músico. Una de las que más se repite es la de Pierre Lalo, crítico de Le Temps: “Ni oigo ni veo ni siento el mar”, sentenció.
¿Dónde escucharla?
Bajo la dirección del sueco Ola Rudner, la Sinfónica tocará El mar este viernes y sábado (19:40 hrs.) en el Teatro Universidad de Chile. También interpretará obras de Maurice Ravel. Más información en este enlace.