Una fuerte lluvia fue el telón de fondo para la conmemoración de los 50 años de la implementación de la Reforma Universitaria en el Universidad Católica y el hito de la toma de la casa central el 11 de agosto de 1967.
Imágenes incrustadas en el inconsciente colectivo nacional como el lienzo que rezaba en el frontis de la casa central “Chileno: El Mercurio miente”, así como las propuestas de transformaciones exigidas por dicho movimiento estudiantil, fueron parte de la conmemoración realizada este jueves en los patios de la sede principal de la UC y que contó con la presencia del presidente de la FEUC de la época, Miguel Ángel Solar y de Mónica Echeverría, viuda del ex rector Fernando Castillo Velasco.
Justamente, la esposa del primer rector elegido democráticamente de la UC, fue quien relevó el carácter emotivo de este acto, y de la necesidad que la universidad continúe con su camino de apertura hacia la sociedad chilena, tal como a fines de los sesenta lo hizo hacia el mundo obrero y campesino, que tuvo su expresión más concreta en la creación de DUOC UC (Dirección Universitaria Obrero y Campesina)
“Era una universidad hecha para los obreros y campesinos, de ahí viene el nombre, eso, desgraciadamente, no existe hoy día. Además los estudiantes y los administrativos pertenecieran al Consejo que elegía al nuevo rector, y que además opinaban sobre los cambios que se estaban produciendo. Pero esperemos que poco a poco esto cambie y se vaya abriendo más, pero estamos contentos de este primer paso paso que dan en esta oportunidad de celebrarlo. Y en esto estoy agradecida del rector actual”.
Para Miguel Ángel Solar, con la perspectiva que dan estos 50 años desde aquel 11 de agosto, planteó que ha quedado demostrado que el proceso de reforma fue y sigue siendo necesario, no tan sólo para la propia Universidad Católica, sino para todo el país, y que los desafíos planteados en ese proceso siguen vigentes.
“Más bien estamos empeñados qué hemos hecho en estos 50 años, porque uno se llevó de aquí una semilla, podríamos decir, entonces la pregunta es qué hizo con esa semilla, entonces yo creo que tenemos que dar cuenta de eso. Si no hubiéramos hecho esa reforma y el currículum que ello significaba o iniciado ese proceso, habríamos tenido a lo mejor menos vida profesional, familiar, ciudadana (…) Nada más que nosotros fuimos parte de una generación universitaria que estaba articulada con el movimiento campesino, obrero, poblacional, eclesial entonces por eso nos tocó mayor intensidad, quebrar más vidrios, y creo hoy día que todo el mundo reconoce que era necesario “.
La actual presidenta de la FEUC, Sofía Barahona, hizo énfasis en la coincidencia de los tiempos de 1967 y 2017, en el cual también se está enfrentando un período de reformas importantes, y en los que, a su juicio, se hace necesario que la Universidad Católica se haga parte como un ente catalizador de los cambios y no que los confronte.
“Nuestro país está inmerso en un proceso de reformas y cambios culturales profundos en los que creo cabe una reflexión sobre el rol que está cumpliendo nuestra universidad. Vemos una universidad que, en algunas materias, significa un aporte fundamental para el desarrollo de distintos espacios y comunidades (…) sin embargo existen caras que no compartimos, seguimos bajo un moderno sistema de subcontratación que no genera más que abuso y malas condiciones laborales a los trabajadores de nuestra universidad. En la opinión pública, nuestra universidad aparece como la principal opositora a avanzar hacia derechos mínimos para las mujeres”.
Finalmente, ex presidentes de la FEUC como el sociólogo Manuel Antonio Garretón o Carlos Beca, quienes también fueron homenajeados en este acto, valoraron este homenaje y que se destaque el movimiento de reforma de 1967 y se proyecte a través del actual movimiento estudiantil.