En 1989 el sociólogo italiano Carlo Petrini participó en la creación de un movimiento que tenía por fin mejorar el sistema alimentario: Slow food. Entonces, el concepto surgió como oposición al llamado Fast food que en esos años comenzaba a imponerse.
“McDonald´s quería abrir un negocio en una de las plazas más lindas de Roma, pero nuestra reacción fue fuerte. En ese mismo tiempo, la comida rápida sólo proponía la hamburguesa. Entonces, nació esta idea defensa de la biodiversidad alimenticia”, señala el académico, quien, además, fue parte de los más de 100 expositores que participaron en el Congreso del Futuro.
Con el tiempo, el movimiento se expandió a tal punto que se sumaron jóvenes, campesinos, pescadores y artesanos. El resultado final fue una presencia en 160 países.
Una alimentación buena, limpia y justa
Para Carlo Petrini, desde entonces, el sistema alimentario ha entrado en crisis. “Este sistema es un fracaso. Necesitamos cambiar de paradigma porque la situación es cada vez más dramática”, recalca.
En su opinión, la responsabilidad no sólo recae en la industria, sino que también en el modelo social. “Tenemos que regresar a un pasado para llegar a un futuro posible”, comenta respecto de cómo hoy nos alimentamos. Y es que, en el fondo de su análisis, el sociólogo italiano señala que los químicos que integran nuestras comidas dañan nuestros organismos y nuestro entorno.
“La situación es dramática porque vamos a perder biodiversidad. Todos necesitamos implementar una economía local para ayudar a campesinos y, al mismo tiempo, comprender que la filosofía de la calidad alimentaria es importante”, dice.
Según comenta, nuestra dieta debe tener tres características: ser buena, limpia y justa: “Debe ser buena porque debe procurar placer; limpia, porque la producción alimentaria no puede destruir el medio ambiente y la biodiversidad; y justa porque uno necesita pagar correctamente lo que come”, explica.
Ciudadanos y no consumidores
Carlo Petrini señala que una de las claves para poder resolver el problema de nuestro sistema alimentario se encuentra en el cómo somos capaces de informarnos respecto de lo que comemos.
“Es importante conocer todo lo que comemos, porque la situación es dramática. La recomendación es que debemos ser ciudadanos y no consumidores. Consumir es una enfermedad”, dice.
Por ello, advierte que la tarea respecto de mejorar nuestra nutrición se encuentra en manos de las nuevas generaciones. “El futuro es propiedad de los jóvenes”, subraya.