Volverse un número: el tratamiento de la infancia en el Sename

Un documento publicado por el Instituto Nacional de Derechos Humanos –el que habría causado, entre otras razones, la remoción del ex director de la entidad, según sus palabras– develó distintos detalles que apuntan en esta dirección, la de hacer frente a los problemas de niños y niñas desde una visión despersonalizada.

Un documento publicado por el Instituto Nacional de Derechos Humanos –el que habría causado, entre otras razones, la remoción del ex director de la entidad, según sus palabras– develó distintos detalles que apuntan en esta dirección, la de hacer frente a los problemas de niños y niñas desde una visión despersonalizada.

“La forma más fácil de tener controlado a un niño es medicándolo. Eso ocurría muchas veces, cuando el educador de trato directo estaba sobrepasado. No tenían las capacidades o el suficiente apoyo”, dice Branislav Marelic, ex director del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH).

El comentario nace a partir del documento publicado por la entidad sobre el Servicio Nacional de Menores (Sename), en el que se entregan detalles del alto consumo de ansiolíticos y antidepresivos –entre otros– que ingieren los niños y niñas que están en estos centros. Para este caso en particular, un 43 por ciento de la población –de 355 personas que accedieron a contestar la pregunta– reportó estar haciendo uso de medicamentos psicotrópicos, sin mayores diferencias en términos etarios.

El mismo ex director, cuya remoción del cargo habría sido gatillada por este informe, comenta una situación que se produjo en algunas visitas a determinadas instalaciones del Sename: “tenías a niños que estaban en calidad de ‘zombi’; así le decían los profesionales. Deambulaban por ahí somnolientos, totalmente planchados con medicamentos, y eso, a mi juicio, era una forma de control”.

Lo anterior es uno de los tantos apartados que se exponen en esta denominada Misión de Observación desempeñada por el INDH entre enero y abril de 2017, en donde se visitaron 171 centros –CREAD y OCAS– y que arrojaron distintos resultados con un denominador común: muchos de ellos formaban este panorama de tratamientos despersonalizados hacia la infancia.

Métodos para el grupo

Un capítulo especial de este informe se titula ‘Familia e Identidad’. Luego de entregar algunas cifras –como el castigo que a veces se traduce en no ver a familiares o cercanos–, el INDH recomendó que el Estado de Chile entregue “oportunidades de apropiación para los niños y niñas que habitan lugares transitorios”. A renglón seguido, se aconseja “individualizar la cama, habitaciones, pertenencias y objetos” de las personas que permanecen al interior de los hogares.

El mismo Branislav Marelic habla sobre una situación que les tocó observar en algunos centros, siempre recalcando que sus palabras no representan las de la entidad: “habían bolsas comunes de ropa. El niño se levantaba y se ponía la ponía, pero no era la suya, sino que era la misma del otro.  También había zapatillas iguales. La información más cualitativa es que muchas veces los niños no eran considerados como personas, sino que como un grupo de personas, muchas veces no teniendo individualizadas sus pertenencias, no teniendo una individualidad, eran casi parte de una manada“.

Las carencias de personalización en el servicio siguen profundizándose cuando se analizan los datos otorgados en el capítulo de ‘Educación’. Así, un 7 por ciento de los menores en las residencias no sabe leer ni escribir, mientras que uno de cada cinco presenta retraso escolar, lo que hace necesaria una atención preferencial. “Se debe proveer tutorías o apoyos individualizados”, recomienda el INDH, y agrega que también se debe hablar a temprana edad de una perspectiva vocacional; estos dos aspectos, a su vez, compensarían la exposición a la vulnerabilidad.

Alicia del Basto, ex presidenta de la Asociación Nacional de Funcionarios del Sename, hace referencia a otro detalle que va en esta línea de despersonalización. “Tenemos niños mayores mezclados con menores, que están internos por delito, no por vulneración de derechos. Muchas veces se separan en la noche para dormir, pero en el día comparten todas las actividades”, dice para este caso particular. Y finaliza: “las cosas son generales, no personalizadas, no da para hacer esto último, no hay la cantidad de profesionales para aquello. Además, el servicio ha adolecido de una política al interior que sea universal. Entonces en un centro se hace una cosa y en otros, otra”.





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