El fiscal general, Jeff Sessions, evocó faltas profesionales por parte de McCabe para justificar su decisión. Según el departamento de Justicia, una investigación interna encontró que McCabe había divulgado información a la prensa sin autorización, y no había sido completamente honesto “en múltiples ocasiones” con el inspector general del departamento.
Trump criticaba continuamente a McCabe, acusándole de ser parcial con los demócratas, y presionaba a Session para que tomara alguna acción en su contra.
Blanco frecuente de los ataques de Trump, McCabe respondió afirmando que era la víctima de una “guerra” del gobierno contra el FBI y el fiscal especial que investiga la presunta injerencia rusa en las elecciones de 2016.
Trump ha acusado repetidamente a McCabe y al exjefe del FBI James Comey de haber protegido a Hillary Clinton de un enjuiciamiento por el mal uso de un servidor privado de correo electrónico cuando ella ocupaba el puesto de secretaria de Estado.
Bajo fuertes presiones, McCabe había anunciado a finales de enero, que se retiraría en marzo, por el momento gozaba de una licencia.
Su despido, a dos días de su cumpleaños, le ocasionará pérdidas, pues si dejaba el FBI después del 18 de marzo, cuando cumple 50 años, sus condiciones de retiro habrían sido mucho mejores. Pero ahora incluso el Departamento de Justicia podría negarle su pensión.