En octubre de 1988, en la Casa Museo La Chascona, Pedro Lemebel junto a Francisco Casas irrumpieron por primera vez bajo el nombre Yeguas del Apocalipsis. Entonces, en medio de la entrega del Premio Pablo Neruda, la dupla decidió coronar con espinas a Raúl Zurita, quien era el galardonado de ese año.
“Una corona de espinas y un cristal roto para el poeta Raúl Zurita”. Así tituló el diario La Época la irrupción de los artistas. En el artículo, las Yeguas respondían que el sentido de su acción artística no era rígido, sino más bien, dependía de las interpretaciones de cada persona. Ellos no eran profetas. No tenían por qué fijar el significado de la performance. Mientras, el autor de Anteparadise afirmaba que ni loco se dejaría coronar.
Días después, el colectivo volvió a invadir en la escena local. Esta vez, con la acción Bajo el puente. Esta performance se efectuó en la pasarela bajo nivel del Cerro Santa Lucía y en una sala del Centro Cultural Estación Mapocho. Allí, los artistas, frente a un público en el que figuraban Carmen Berenguer, Sergio Parra e incluso los Fiskales Ad-Hok, se desnudaron para propiciarse golpes, caricias e incluso para arrojarse sal.
Ese fue el inicio de un proyecto que culminó en los ’90 y que, con los años, se transformó en un referente para las artes y para las organizaciones de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT). Hoy, en tanto, los registros del colectivo son reunidos en un extenso archivo que fue conformado por los investigadores Alejandro de la Fuente y Fernanda Carvajal.
Esta colección cuenta con más de 800 documentos del periodo que va entre los años 1987 y 1997. En él hay archivos de prensa, fotografías, comunicados del colectivo y videos, que son organizados de acuerdo a cuatro grandes categorías: acciones artísticas, alianzas políticas, exposiciones y materiales de contexto.
La tarea de recopilación no fue fácil, sobre todo, por la inmaterialidad de las acciones del grupo. “En estos casos, los artistas se quedan con los restos de la performance, es decir, postales, invitaciones o catálogos, porque en estricto rigor las acciones no son de ellos. Entonces, para la investigación tuvimos que encontrar a los fotógrafos que estuvieron presentes en el momento de las acciones”, cuenta sobre el proceso de construcción del registro, Alejandro de la Fuente.
“En otras palabras, la investigación avanzó a través de entrevistas y testimonios de personas que, incluso de forma amateur, habían registrado los encuentros”, añade.
Este proyecto cuenta con una plataforma web: Yeguas del Apocalipsis. En esta versión, el material disponible es mucho menor al archivo físico que se puede revisar en el Archivo Nacional de Chile, en la biblioteca del Museo Nacional de Bellas Artes y en la Biblioteca Municipal de Concepción.
“Vamos a seguir incorporando cosas al sitio web, pero la idea es que exista una consulta en sala, porque en el archivo físico hay videos que en Internet no están”, comenta Alejandro de la Fuente.
El archivo contiene una sección con las exposiciones artísticas en las cuales ha participado el colectivo, sobre todo a nivel internacional a partir del año 2000. Esta sección del archivo se irá actualizando constantemente a medida que las Yeguas del Apocalipsis sigan participando en encuentros del arte.
Un archivo “incómodo”
“Provocativa, la dupla de artistas integradas por Pedro Mardones (Lemebel) y Francisco Casas que actúan bajo el nombre de Las Yeguas del Apocalipsis ha realizado una serie de apariciones singulares a lo largo de este año. Pioneras en su género, Las Yeguas intervienen según coyunturas precisas y hacen su comentario bajo forma de performance. Para el 12 de octubre, día de la raza, convocaron a un acto en la Comisión Chilena de Derechos Humanos donde llegó a las 12 horas en punto un pequeño grupo de personas. Sentadas en un banquillo en el hall central, Las Yeguas guardaron un silencio solemne durante un cuarto de hora. En el suelo, a la manera de un tapiz, estaba dibujado el contorno del mapa de Latinoamérica y, cubriendo su superficie, había un montón de vidrios y trozos de botellas de Coca Cola. Las Yeguas se levantaron de sus asientos, recorrieron ceremoniosamente el mapa de extremo a extremo (…). Hilitos de sangre quedaron impresos sobre el dibujo de Latinoamérica”.
De este modo, la revista Apsi, cubrió la performance La Conquista de América realizada por la dupla de artistas el 16 de octubre de 1989. El diario La Época también difundió el hecho: “Ambos participantes estaban con el pecho descubierto, pantalones negros, un pañuelo blanco en la mano y a pies desnudos. Audífonos en los oídos y un personal estero pegado con scotch negro en cada pecho, como si de un marcapasos se tratase. Frente a ellos, un cartel con la Declaración Universal de los Derechos Humanos (…)”.
Según Alejandro de la Fuente, uno de los aspectos relevantes que surgió durante la investigación fue participación que tuvo el colectivo en la lucha por los DDHH y la reivindicación de las comunidades homosexuales de la época.
“En la medida que fuimos avanzando en la investigación y conociendo más las redes en las que se movía este colectivo, fuimos reconociendo cómo ellos participaron en asambleas con organizaciones de DDHH y en reuniones de los orígenes del movimiento de liberación homosexual. En los registros, por ejemplo, hay hitos que podrían ser parte de la historia LGBT como el primer encuentro de homosexuales y lesbianas que se hizo en Coronel en 1991 o la marcha contra el informe Rettig”, dice el investigador.
Y es que, en definitiva, el colectivo siempre se articuló desde los márgenes y sin la intensión de querer participar de una “cultura oficial”.
“Ellos incomodaban al circuito artístico más oficial y nunca fueron totalmente ingresados a él. Se movían mucho más en un ambiente under, más ligado al punk, por ejemplo, al garaje Matucana 19 que nunca fue un lugar oficial de exposición de arte, pese a que por ahí pasaron un montón de artistas que hoy son súper consolidados”, comenta Alejandro de La Fuente.
“En su programa nunca estuvo el ingresas a las Bellas Artes o ser parte de la escena de avanzada. Ellos en verdad estaban haciendo como arte, desde sus entrañas”, señala el investigador. De ahí su discurso y su vanguardia.
El apocalipsis de las Yeguas
La última vez que el colectivo se reunió fue en 1997, en La Habana. Allí los artistas, calzando tacones y vestidos de negro, realizaron una conferencia performática en la que repasaron su trayectoria. En dicha ocasión, colgaron un lienzo en el que se leía: “Hablo por mi lengua, mi sexo y mi social popular”. Esa fue su autodespedida.
Sin embargo, según la investigación de Fernanda Carvajal y Alejandro de la Fuente, el grupo se disolvió mucho antes, es decir, en 1993 cuando Francisco Casas decidió mudarse a México. Pero, ¿cuál fue el motivo de la separación?
Para Alejandro de la Fuente, esta es una de las incógnitas que aún ronda el trabajo de las Yeguas. “Ahí uno sólo puede hablar desde la especulación”, afirma.
“Una vez en terminada la dictadura, durante los primeros gobiernos de la Democracia Cristiana, Las Yeguas del Apocalipsis hicieron tres acciones en tres años. En cambio, durante su origen hicieron 20 acciones en solamente un año”.
Y es que, en este sentido, el investigador afirma que una vez llegada la democracia el colectivo fue apagándose, perdiendo la intensidad que durante los ochenta los caracterizó. Ese fue el fin de la dupla que, sin duda, marcó a toda una generación.