“Venían a buscarme” es un documental que se une a la interesante lista de obras hechas por los hijos de perseguidos políticos y detenidos desaparecidos durante la dictadura cívico militar que gobernó Chile durante 17 años. Películas como “Mi vida con Carlos” (2009) de Germán Berger-Hertz, “El edificio de los chilenos” (2010) de Macarena Aguiló y Susana Foxley, “La ciudad de los fotógrafos” (2006) de Sebastián Moreno, “La quemadura” (2009) de René Ballestero y “Reinalda del Carmen, mi mamá y yo” (2006) de Lorena Giachino son algunas de las obras que nos han ayudado a entender el dolor de la pérdida, la complejidad de un duelo constantemente denegado y las preguntas sobre la identidad de una generación que encontró en el cine documental una manera de hacer justicia desde la memoria.
Resulta impresionante reflexionar que 28 años desde que comenzó la transición democrática aun gran parte de los casos de violaciones a los derechos humanos de la dictadura no han tenido resolución desde el sistema judicial y que aún hay quienes debaten verdades históricas comprobadas por todo tipo de organizaciones nacionales e internacionales. Resulta vergonzoso pensar que aún hay quienes defienden lo indefendible y que como Estado y Fuerzas Armadas aún no se cuestionan los gestos reparatorios frente a esa historia, nuestra historia.
Personalmente no tengo familiares detenidos, torturados, ni desaparecidos. Nadie en mi familia tuvo que huir para salvar su vida. Pero soy chilena, nací en dictadura y el duelo de mi país, también es mi duelo porque afecta el mundo en que habito, las relaciones sociales que me definen y la política económica y cultural en que me muevo. Una manera en que he aprendido esto es viendo los documentales que nombré más arriba. Porque más allá de los cuestionables titulares de los medios de comunicación y del espacio en disputa de la historia, una experiencia humana contada desde la honestidad es difícil de resistir. Cada uno de esos documentales me ha mostrado a un otro u otra que bien podría ser yo, su capacidad de comunicar me ha permitido comprender sus vivencias y su generosidad me ha regalado empatía para complejizar mi actualidad.
“Venían a buscarme” es la más reciente entrega de esa línea de documentales. Los padres militantes de su director, Álvaro de la Barra, fueron asesinados cuando iban a buscarlo al jardín infantil. A partir de ese momento el realizador sufre la persecución de la policía secreta del régimen hasta que sus protectores deciden darle una nueva identidad a este pequeño niño y enviarlo fuera del país. En la película vemos a Álvaro de la Barra adulto recorriendo los lugares que habitó en el exilio y rearmando su historia familiar, y su propia identidad, a partir de los testimonios de sus familiares.
Lo más conmovedor de “Venían a buscarme” es que es una historia brutal que podría estar contada justamente con total resentimiento y en vez de eso está llena de dulzura y amor. Cada encuentro que tiene el realizador con sus familiares y con los amigos de sus padres está lleno de cariño y agradecimiento. La reconstrucción de quienes fueron sus progenitores y de su pasado en Chile se hace permitiendo al espectador tener una honesta mirada sobre los horrores de la dictadura, pero desde un lugar que busca respuesta más que venganza.
Películas como “Venían a buscarme” nos ayudan a comprender el dolor que tantos chilenos han sentido y sienten aún, nos regala memoria y justicia y nos ayuda, a la larga, a ser un país más sano al enfrentar los fantasmas, ponerles nombre y aprender a convivir con ellos.