La tensión entre el gobierno argentino y los trabajadores se intensifica después de la paralización general convocada para este lunes por la Confederación General del Trabajo (CGT) y que afectó a gran parte del país.
Quienes adhirieron al paro exigen al presidente Mauricio Macri cambios en las medidas económicas impulsadas por el ejecutivo, que incluyen, entre otras, severos recortes en la administración pública, cuantiosas alzas en las cuentas básicas, y un préstamo al desprestigiado Fondo Monetario Internacional (FMI) con el argumento de “salvar” al país de las crisis económica.
Desde las 00:00 horas de este lunes, el paro se ha hecho sentir fuerte a lo largo y ancho de la geografía trasandina, de hecho, según consigna la prensa argentina, durante la jornada las calles del país lucían semivacías por la falta casi absoluta de transporte.
Según proyecciones oficiales, solo en el Área Metropolitana de Buenos Aires hay más de 15 millones de afectados por la carencia de transporte público, incluyendo colectivos, trenes y metro.
El tercer paro nacional desde que Macri asumiera la presidencia de Argentina el 10 de diciembre del 2015, dejó también más de setenta mil pasajeros de vuelos aéreos afectados, pues los seis sindicatos que integran el Frente Gremial Aeronáutico se adhirieron al llamado de la CGT. Según un comunicado del Ministerio de Transportes, este lunes se cancelaron 594 vuelos.
Ante este panorama, Mauricio Macri declaró que paralizar la nación no contribuye a mejorar la condición del país y los trabajadores, tomando en cuenta, según él, que su gobierno se ha preocupado como ningún otro por las condiciones laborales de Argentina.
“No contribuyen a nada, no suman. No suman porque yo no creo que haya habido un gobierno, en décadas, con tanta preocupación por el empleo, por el trabajador, por generar nuevas oportunidades, por fortalecer los empleos que tenemos y crear nuevos. Lo que hay que hacer es seguir haciendo lo que venimos en conjunto realizando, que es sentarse arriba de una mesa”.
Dentro de lo expresado, el mandatario sostuvo que durante el último año se han creado seiscientos mil nuevos empleos y que Argentina se apresta para “retomar el camino del crecimiento, y la forma de fortalecerlo es que nos sentemos todos en la misma mesa, diciéndonos la verdad, no queriéndole sacar ventaja al otro, no queriendo abusar de un privilegio que no corresponde, porque queremos vivir en una Argentina justa”, en clara alusión a los gremios.
Sin embargo las palabras de Macri no tuvieron mucha resonancia desde el otro lado de la vereda, pues desde la CGT, además de confirmar el “altísimo acatamiento” al paro, indicaron que esta medida se hizo necesaria por el “fracaso del diálogo social y la política”.
Carlos Acuña, miembro del triunvirato de la CGT, aseguró el estado actual de Argentina no es responsabilidad de los trabajadores, sino del presidente, quien debe saber interpretar la alta adhesión que tuvo el paro”.
“No es responsabilidad de los trabajadores, es responsabilidad del que gobierna, así que hay una nueva oportunidad, yo espero que este gobierno haya leído el paro de hoy, porque los dirigentes gremiales no son los que paran a la gente, porque podemos convocar al paro que queramos, pero si la gente está bien no va a parar. Como hoy la gente está mal, uno debe saber interpretar esta situación y tiene que convocar a un paro cuando se agota el diálogo no hay respuestas”.
En el primer trimestre de este año, la cesantía en Argentina se ubicó en torno al 9,1 por ciento y, por otro lado, las tarifas de servicios básicos han registrado un aumento que ronda el 900 por ciento.
Para hacer frente a la crisis, el gobierno de Mauricio Macri acudió al FMI, instancia que otorgó a Argentina 50.000 millones de dólares. Este “salvavidas” es fuertemente criticado por los trabajadores, ya que dentro de las condiciones para obtener ese dinero, está el reducir a cero el déficit fiscal del país vecino, lo que necesariamente conlleva limitar las obras públicas y reducir el tamaño del Estado.