Diferenciación por clase social, largos trayectos de movilización y poca planificación urbana caracterizan hoy a Santiago. A esto se suma el déficit habitacional y la amenaza inmobiliaria, lo que ha puesto en cuestión el modo en que se ha ido fraguando la capital.
El sociólogo y profesor de la Universidad Católica, Francisco Sabatini, explicó que lo más importante para erigir una ciudad debe ser fomentar la comunidad, la diversidad y la diferencia, dando espacio tanto a relaciones funcionales como fraternales, de modo de generar colectividades y evitar individualismos.
Sin embargo, indicó que el neoliberalismo está guiando a las personas por un camino diferente, en el que la sociedad se basa en el individuo y en las relaciones de mercado, dando espacio a la creación de desigualdades. Algo que también deja su huella en la ciudades.
“Este sistema empuja hacia ese lado y debilita la parte más social que tenemos los seres humanos. Estamos siempre en esa oscilación de ser más individualistas y buscar el reconocimiento, o al revés, ser más sociales”, explicó.
Por ello, aseguró que se debe evitar la influencia de esta doctrina económica en el espacio urbano, pues son incompatibles, ya que la ciudad la hace la diversidad y el encuentro y, además, es un bien público. Agregó que el suelo es un bien natural que los individuos necesitan, pues no les es posible flotar, y que al ser considerado un bien en este sistema el neoliberalismo “se mete donde no da”.
Por otra parte, Francisco Sabatini afirmó que, si las planificaciones urbanas estuvieran bien hechas, sin importar el tamaño de la ciudad, se podrían generar mecanismos de conectividad y descentralización, creando varios centros urbanos y evitando la segregación hacia la periferia.
Además, comentó que, hasta ahora, las políticas que han implementado los distintos gobiernos no han ido por el camino correcto y son muy discutibles, pues asumen que la vivienda es una necesidad solo a nivel de hogar o de individuos, y a partir de eso “el estado puso una maquinaria de fabricación de y terminó construyendo lo que podríamos llamar verdaderas plantaciones de viviendas sociales”, segregando así a las clases populares a sectores periféricos de la ciudad, debilitando su real esencia: el encuentro en diversidad.
El sociólogo de la Universidad Católica indicó que la segregación ha provocado que esas áreas sean carentes de servicios, ya que se ubican en sectores de bajo valor donde no hay interés de las autoridades e instituciones para mejorar los equipamientos y la conectividad.
En la misma línea, señaló que la situación actual es preocupante y que se necesita una transformación sustantiva porque el éxito de la economía inmobiliaria, en varios lugares del mundo, está impidiendo la construcción de viviendas sociales dentro de la ciudad, dejando solo posibilidad de construir poco y en los bordes, hecho que está influyendo en el déficit habitacional y que, en su opinión, está directamente vinculada con el aumento de los campamentos.
Según explicó, hoy todos los terrenos son tentadores para las inmobiliarias, lo que ha desencadenado que las construcciones se den incluso en comunas que inicialmente se vinculaban a las clases populares.
“Hay una suerte de revolución de la ciudad en términos que el sector inmobiliario está haciendo negocios en cualquier parte, y cualquier terreno en una ciudad hoy tiene ese costo de oportunidad. Por lo tanto, no es racional desde el punto de vista económico construir viviendas sociales en la ciudad”, indicó el sociólogo.
Sabatini destacó que, para solucionar el problema habitacional en nuestro país, existen varias políticas implementadas en otras partes, como en Francia, donde cada municipio debe cumplir con una meta de viviendas sociales y de no hacerlo deben pagar multas por ello.
También explicó que pueden existir políticas de incentivo, donde una vez que una inmobiliaria quiere construir, se le ofrecen estímulos, como por ejemplo mayor altura, si se incluyen viviendas sociales.
Además, afirmó que incluir a las empresas en la construcción de este tipo de casas es posible siempre que se evalúen bien los recursos que el Estado entregue a los privados y se trabajen los posibles conflictos sociales que se producen cuando se mezcla a diferentes clases sociales. Sabatini indicó que de hecho ya se están construyendo, desde 2006, viviendas sociales con subsidio que se hacen en conjuntos mezclados, donde los privados participan de la construcción, lo que da cuenta de que “hay una suerte de consenso, que se va afirmando, de que es necesario que reducir la segregación y que la ciudad tenga más mezcla social”.