Un nuevo mínimo histótico anotó el peso argentino frente al dólar, obligando al Banco Central de ese país a una intervención de emergencia.

La moneda estadounidense se acercó a los 31 pesos argentinos, siendo una de las causas la crisis cambiaria que afecta a Turquía, problemas que remecen principalmente a los mercados emergentes.

La decisión del Central fue inmediata: aumentar la tasa de interés de referencia en 500 puntos base, llegando a un máximo histórico de 45 por ciento. El presidente de la instancia, Luis Caputo, informó que esta cifra se mantendría “por lo menos hasta octubre”.

Además de esto, se suspendió el programa de subasta de dólares, lo que significa poner fin a la venta de dólares diaria a mayoristas hasta que las necesidades del peso lo vuelvan a requerir. A la medida se suma el programa de cancelación de bonos, cuyo fin sería eliminar el stock de letras del Banco Central antes de fin de año.

Como tercera medida, la entidad anunció que invertirá US$500 millones al sistema financiero. En un comunicado de prensa se explicó que es “para impedir un impacto sobre la inflación doméstica”.

Los expertos no han sido amables con la situación financiera que enfrenta el gobierno de Mauricio Macri, citado por el diario El Cronista, el econosmista Gabriel Caamaño advirtió que “el gobierno se va quedando sin medidas que no sean manotazos de de ahogado”.

Caamaño apunta a los errores heredados, pero también a las deficiencias que ha tenido el Gobierno en el “diagnóstico, implementación y (situaciones) internas”.

En Página 12 se indica que algunos consultores estiman que el dólar se ubicará más cerca de 40 que de 30 pesos en los próximos meses.

Además agregan que ” el riesgo país cerró ayer en 748 puntos básicos, alcanzando la cifra más elevada en tres años y medio. Los bonos de largo plazo ya rinden arriba del 11 por ciento. Se trata de un retorno que supera a todos las economías de la región con la excepción de Venezuela”.

En este escenario, los planes del gobierno de Mauricio Macri, basados en la reactivación económica, podrían arruinarse, por ejemplo, la intención de recuperar la confianza de los inversionistas para reimpulsar el mercado.

La tensión se incrementó con la carta enviada por desde Washington. El FMI, organismo que provocó multitudinarias protestas en mayo pasado, celebró las acciones de Buenos Aires para contener la caída del peso.

El escrito señala que “la implementación de este plan removería una fuente importante de vulnerabilidad, además de contribuir a un marco de política monetaria más efectiva”, palabras que -de seguro- no van a caer muy bien entre los argentinos y argentinas contrarias a que los llamados “fondos buitres” acechen al país.