Al final de un largo y estrecho pasillo, una puerta que a nadie parece llamarle mucho la atención. Detrás de ella, afiches, una moviola y una mesa especialmente adaptada para revisar, aparentemente, los rollos de las películas más antiguas. En una esquina, otro pasadizo que conduce a una bóveda climatizada; en ella, cientos de rollos correspondientes al acervo de la Cineteca de la Universidad de Chile.
Es martes en el Campus Juan Gómez Milla de la Universidad de Chile. Afuera de la sala de la Cineteca, un grupo de estudiantes espera la siguiente clase. Muy pocos quizás saben que en aquel lugar se guardan los nitratos originales de El húsar de la muerte (1925) o los registros de aquella expedición del presidente Gabriel González Videla a la Antártica en los ’40.
Muchos quizás obvian cómo, entre esas cuatro paredes, se trabaja para rescatar aquel patrimonio audiovisual que, durante casi 35 años, permaneció olvidado.
La Cineteca de la Universidad de Chile fue fundada en 1961. Su antecedente directo es el Instituto de Cinematografía Educativa de la Universidad de Chile que surgió en 1929 y que, posteriormente, le donó una pequeña colección de películas.
“Con la creación de la Cineteca de la Universidad de Chile se dio un paso bastante importante para la conservación de nuestro patrimonio audiovisual, no solamente de las películas, sino que de todo lo que está aledaño a ella. Acá se crea el primer Centro de Documentación de Cine y la primera biblioteca especializada en Cine. Entonces, todos esos materiales forman parte de una colección que hoy hemos tratado de recuperar desde la manera más amplia posible”, comenta Luis Horta, coordinador del espacio.
No obstante, la llegada de la dictadura interrumpió todo el proceso de resguardo y difusión. Sobre este periodo, Horta añade: “Con el Golpe de Estado, la Universidad de Chile fue intervenida. Hubo mucho miedo de que los materiales fuesen destruidos, lo cual, afortunadamente, no ocurrió gracias a la intervención de algunas personas que protegieron estos documentos y estas películas”.
“Pero, desde ese momento, todo quedó en un absoluto abandono. Luego, pudimos constatar que el mismo 11 de septiembre, el equipo de la Cineteca cambió las películas de sus latas para ocultarlas, para borrar sus nombres originales y, así, evitar que fuesen destruidas. Es así como apareció la primera película de Raúl Ruiz, La maleta, que estaba dentro de otra lata con otro rotulado. Lo mismo ocurre con una película de Aldo Francia que se consideraba perdida. Acá encontramos sus negativos sin editar. Se trata de la película inmediatamente anterior a Valparaíso mi amor; es una especie de maqueta de lo que habría sido su primer largometraje profesional”, añade el investigador.
Búsqueda y restauración
Desde que la Cineteca volvió a abrir sus puertas, exactamente hace diez años, el espacio se ha dedicado no sólo a buscar aquellos registros extraviados, sino que también ha desarrollado una labor de reparación y difusión.
Carlos Ovando, encargado de restauración fílmica, sostiene que este proceso puede durar meses según el estado de deterioro de ciertos registros: “Cada película tiene distintos conflictos. Lamentablemente, el patrimonio del cine latinoamericano siempre fue muy mal cuidado. Nunca existió el concepto de patrimonio, por lo mismo, como son materiales que tienen una tendencia natural a dañarse, tienen distintos tipos de daño según el material”.
“Lo básico es revisar el material a mano. No pasamos ninguna película por ninguna máquina hasta que estamos seguros que puede pasar. También lo estabilizamos y esterilizamos químicamente. Todo depende del daño que tenga o según el estado de conservación que tenga. Una vez que estabilizamos el material y lo reparamos ahí recién podemos pasar a un segundo proceso que sería una digitalización”, explica el restaurador.
A través de este trabajo, la Cineteca ha podido recuperar películas como Sueño de Amor (1935), cinta dirigida por José Bohr y protagonizada por Claudio Arrau. Este registro corresponde a una de los primeros filmes sonoros en la historia del Cine latinoamericano.
También se han recuperado películas como Érase una vez (1965) de Pedro Chaskel y Héctor Ríos y Por la tierra ajena de Miguel Littín (1965), entre otros.
A la disposición del público
En 2012 la Cineteca estrenó un sitio web que le permitió abrir su archivo a todo el público. Según comenta Luis Horta, esta plataforma se transformó en la primera página en difundir películas patrimoniales.
“Este proyecto tuvo una aceptación enorme y mundial. Hasta entonces las películas estaban encerradas en su forma análoga. Por ende, la digitalización ha permitido abrir un espacio para la formación y la educación con nuestra memoria audiovisual y eso también ha condicionado la línea de trabajo en el sentido de la restauración de películas y también la exhibición de películas con fines más bien educativos”, afirma el coordinador del espacio.
Actualmente, el sitio cuenta con, aproximadamente, 300 registros, entre los que destacan colecciones como Cine Experimental de la Universidad de Chile, Cine digital, Largometrajes Chilenos, Cine de la Unidad Popular, Video de los años 80 & 90, Cine Chileno del exilio, y Colección Pablo Neruda, entre otros.
Próximos proyectos
Durante los próximos meses, el espacio también inaugurará un Centro de Documentación. El objetivo es recuperar aquellos archivos como afiches, manuscritos, guiones y fotografías ligadas al patrimonio audiovisual.
Otro proyecto tiene que ver con dar a conocer la restauración de una cinta ligada a la visita que Gabriel González Videla hizo al territorio antártico.
De forma paralela, también destacan las funciones programadas en el Cineclub Sazié. El próximo 21 de agosto, por ejemplo, se exhibirá La recta provincia de Raúl Ruiz. Luego, el 28 de agosto se presentará una muestra especial dedicada al cine de mujeres.