Raúl Zurita: "No alcanzaremos ninguna paz mientras no se conozca la verdad"

Fue un protagonista involuntario. Lo motivó el descaro y la desfachatez, dice. No podía permitir que Mauricio Rojas se instalara en el Ministerio de las Culturas, así que convocó a rechazar su nombramiento. Hoy, el poeta ve con distancia aquellos días y desde su casa no puede sino advertir: “Toda esta expresión tiene una parte dolorosa, porque se hizo sobre la base de una tragedia. Nunca debió ocurrir”.

Fue un protagonista involuntario. Lo motivó el descaro y la desfachatez, dice. No podía permitir que Mauricio Rojas se instalara en el Ministerio de las Culturas, así que convocó a rechazar su nombramiento. Hoy, el poeta ve con distancia aquellos días y desde su casa no puede sino advertir: “Toda esta expresión tiene una parte dolorosa, porque se hizo sobre la base de una tragedia. Nunca debió ocurrir”.

Raúl Zurita (68) ha sido testigo de los años más dolorosos del país, pero también de los más festivos: militó fervientemente en el Partido Comunista cuando apenas tenía 17 años, vivió en primera persona la tortura, formó parte de un movimiento contracultural que se opuso al régimen de Pinochet y vio, esperanzado, la llegada de la democracia. Incluso, durante la transición, se atrevió a participar en la campaña presidencial de Ricardo Lagos.

A mediados de agosto, también fue protagonista de un movimiento que se levantó, espontáneamente, para rechazar la llegada de Mauricio Rojas al Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

Entonces, a través de su cuenta en Facebook el escritor llamó a restarse de las actividades lideradas por Rojas: no podía tolerarse que la cartera fuera dirigida por una persona que había calificado como montaje al Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Esa era la crítica de Zurita.     

El conflicto alcanzó su punto máximo, cuando el 15 de agosto, en el mismo espacio cuestionado por Rojas, el poeta, Premio Nacional de Literatura 2000, recitó ante más de cien mil personas el poema Canto a su amor desaparecido (1985). En él, convocaba a “las Madres de la Plaza de Mayo” y a la “Agrupación de Familiares de los que no aparecen” a celebrar que, finalmente, gracias a la unión de los artistas y las organizaciones de DD.HH., Rojas había renunciado a su cargo. 

Hoy, a más de casi 15 días de ese hecho, el autor de Purgatorio (1979) repasa, con voz pausada, los hechos que lo llevaron a figurar como uno de los organizadores del movimiento a favor de la memoria y los DD.HH. Así, sentado en su casa de Providencia, recuerda: “El llamado que hice a través de Facebook me salió absolutamente del alma. No actué con pretensiones. Nunca imaginé lo que iba a pasar”.   

¿Cómo se sintió en el acto del Museo de la Memoria? Durante la actividad, fue muy ovacionado…  

Fue muy emocionante. Más allá de lo personal, me sentí muy feliz, pero toda esta expresión tiene una parte dolorosa, porque se hizo sobre la base a una tragedia. Nunca debió ocurrir. Fue una alegría contrastante.

¿Qué cree que demostró ese acto?

Con ello, quedó en evidencia que es absolutamente falso que la juventud no está sensible al tema los derechos humanos. El acto de la memoria es un acto por el futuro, son los jóvenes quienes concurrieron masivamente, con sus conjuntos. Entonces, hay una continuidad histórica en el sentimiento de reivindicación de los derechos básicos. Ahora, en ese llamado que hice, no dije que había que asesinar a Rojas, no llamé a torturarlo, no llamé a arrojarle piedras. Simplemente llamé a no presentarse donde él estuviera. Era lo justo. O sea, esa es la leve diferencia que tenemos con la derecha, que cuando tuvo el poder llamó a matar.

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Zurita junto a diferentes artistas durante el acto del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Entre ellos, Cecilia Vicuña, Gloria Lasso, Malucha Pinto y Jorge y Marcelo Coulon.

El olvido es imposible

El 11 de septiembre de 1973 fue un día inolvidable para Raúl Zurita. Por esos años, el joven escritor, deambulaba por los cerros de Valparaíso. Recién se había recibido como ingeniero y mantenía una estrecha relación con el poeta Juan Luis Martínez, quien más tarde revolucionaría las letras nacionales con la publicación, en 1977, de La nueva novela.

Pero esa mañana fue diferente. Una patrulla militar lo detuvo, ocasionando así, un cambio irreversible.

Su destino inmediato fue el Estadio de Playa Ancha. Luego, junto a otras 800 personas, fue trasladado a las bodegas del buque Maipo. Nunca más fue el mismo.   

¿Qué recuerda de esa detención?

Recuerdo todo. El olvido es imposible.

Usted estuvo detenido varias semanas …

Si, fui golpeado y torturado, pero no quiero colocarme en una posición de víctima. Lo que me hicieron a mí no fue nada si se compara con lo que le hicieron a otras personas. No quiero arrojarme roles que no he tenido.

Pero, ¿cómo repercutió este hecho en su poesía? ¿Qué determinó en usted el Golpe de Estado?

Para mí fue un hecho totalmente decisivo, al punto que he definido que el 11 de septiembre de 1973 fue un día crucial en mi vida. Fue un día crucial de mi poesía.

Durante los ’80, la llamada Escena de Avanzada criticó desde el arte, la dictadura. ¿Cómo ve hoy el movimiento artístico en el país? ¿Considera que hoy, desde el arte, puede generarse una oposición similar frente a la defensa de los DDHH?

O sea, en los ’80 existía un movimiento, pero tampoco hay que mistificarlo. En esa época, se hizo un arte potente, la poesía más potente de casi toda la historia de Chile, pero había pugnas, había conflictos. Pero sí, el Colectivo de Acciones de Arte (CADA) fue muy importante como también lo fueron Las Yeguas del Apocalipsis.  Ahora es más difícil, porque antes había un enemigo que era claro: era Pinochet y el Régimen Militar. Ahora el enemigo son muchas cosas que entran por debajo de la puerta, a través de los avisos de publicidad, a través de los medios de comunicación. El sistema del hipercapitalismo nos hizo absolutamente dependientes. La batalla es larga.

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Zurita durante el acto del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.

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En la imagen, organizaciones de DDHH presentes en el acto.

Desde el PC a Ricardo Lagos

Durante los últimos años, Zurita, no sólo se ha transformado en testigo de los procesos políticos del país, sino que también ha visto cómo se traicionó a las organizaciones de DDHH. Por ello, afirma: “Nuestra cobardía hizo visible todas nuestras debilidades”.

Asimismo, mantiene viva las esperanzas respecto de un cambio: “Estar vivos es una cosa increíbles, es un milagro aterrador y maravilloso, entonces ese milagro aterrador y maravilloso es para estar con otros, para compartir con otros”.

Cuando se cuestionó que Rojas siguiera como Ministro también surgieron críticas respecto de otras autoridades ligadas a Pinochet. ¿Qué opina de que en el Gobierno se mantenga esa derecha ligada al régimen?

Por eso digo que es una lucha larga. Por el momento todo el poder está en el poder. Ellos poseen los medios de prensa, donde promueven el control. Nosotros hablamos desde el no poder, la no propiedad de los medios de comunicación, pero somos débiles. Por eso necesitamos mucha fuerza. Si avanzamos abrazados somos invencibles y ese abrazo depende de nosotros.

¿Cuál cree que fue el mayor error que cometió la Concertación respecto de las reparaciones en materia de DDHH?

La Concertación tuvo una tarea impresionante: con ella se acabó el terror de Estado. Eso no es algo menor. La Concertación evitó una masacre, evitó la noche de los sables y eso debe ser absolutamente reconocido. La diferencia que hay entre un desaparecido y uno que no desaparece. Esa es una gran cosa histórica. Ahora, transó excesivamente, cedió más de la cuenta. Esa frase de “en la medida de lo posible” fue muy poco entusiasta. En ese sentido creo que la Concertación pagó la deuda que tenía que pagar con la democracia chilena, pero al poco tiempo se dijo: “Somos los tigres de América Latina”. De forma paralela se veía como trataban a las agrupaciones de familiares de detenidos desaparecidos, que eran percibidas como seres molestos, porque miraban para atrás y no hacia adelante. El trato que se les dio a ellos y a organizaciones históricas como la CUT fue vergonzoso. La defensa de Pinochet fue vergonzosa, el funeral de Pinochet fue vergonzoso. Esas cosas le pasaron demasiado la cuenta. ¡Nos pasaron la cuenta!

¿Cómo vio el hecho de que se haya entregado libertad condicional a cinco presos de Punta Peuco?

Yo soy un tipo que tiende a la compasión, tiende a creer que la gente es menos mala o por lo menos que tiene una capacidad de arrepentimiento. Pero, al ver esto, que ellos no se arrepienten de nada, me pareció absolutamente aberrante. Me pareció una vergüenza, porque Chile nunca alcanzará una normalidad de convivencia mientras no se sancione, ni se sepa la verdad. Y no es una frase retórica, nunca lo será. No alcanzaremos ninguna paz mientras no se conozca profundamente la verdad.

¿Estaría dispuesto a levantar el secreto de la comisión Valech?

Si.

Se lo pregunto porque usted participó en la campaña de Ricardo Lagos y fue precisamente él quien hace poco reiteró que esto era algo que no se podía hacer, porque debían respetarse los 50 años de silencio. ¿Se arrepiente de haberlo apoyado en su minuto, si se consideran estas declaraciones?

Con Ricardo Lagos tuve una relación bastante cercana. Lo apoyé con todo, pero cometí un error. Yo pensé que él era un socialista. Me equivoqué, pero Lagos nunca presumió de ser un revolucionario, por eso digo que fue un error mío. Después, le hice una feroz crítica. Cuestioné precisamente su derechización, su fascinación por reunirse con los empresarios y no recibir nunca a la CUT. Hasta el cambio de ropa, de haber pasado desde las tiendas malas a vestirse de marca. Fue una ruptura súper fuerte. Pero, en suma, también lo respeto. No hay que olvidarse de su valentía. De lo que significó su lucha durante dictadura, de haber emplazado de manera directa a Pinochet. Esos son gestos históricos, entonces, en el suma y resta, Lagos es un hombre absolutamente respetable. Incluso, yo era partidario de que fuera candidato. Creo que se le ha atacado más de la cuenta, incluso lo digo yo que lo ataqué.

¿Cómo vio esa imagen cuando Ricardo Lagos anunció que dejará la carrera presidencial y nadie lo acompañó en el acto?

Fue un acto de un mal gusto. De una vulgaridad. Fue una ofensa gratuita a un hombre que se puede haber equivocado, pero que es un gran hombre.

Y ahora, ¿cómo es su relación con el Partido Comunista? ¿Cómo ve hoy esta colectividad?

Al PC lo admiro, lo respeto y lo quiero, por su consecuencia, porque durante la Unidad Popular fue el único que apoyó realmente a Allende y su lema siempre fue el no a la guerra civil. El PC siempre ha sido víctima. Nunca en Chile nadie puede decir que un comunista ha matado a un ser humano. Es absolutamente ejemplar en su lucha por la democracia, por la ampliación de la democracia en los sectores populares. Ahora, no comparto su defensa de Venezuela. Venezuela es una tragedia infinita. No comparto su posición frente a Nicaragua. Ortega se ha transformado en el nuevo Somoza.

Una versión definitiva

En noviembre, el escritor presentará un nuevo libro: La vida nueva, versión definitiva. El volumen corresponde a una revisión del libro La vida nueva: Canto de los ríos que se aman, publicado originalmente en 1994. En él se incluirán textos escritos durante los últimos 30 años del poeta.  

Y es que según afirma, él está lejos de distanciarse de la poesía: escribe a cualquier hora, sobre todo, por la noche, donde la salud más lo acompaña. De paso, también recurre a la música: Janis Joplin, clásicos del folclore argentino y la música clásica son sus favoritos.

Finalmente, ¿qué mensaje le daría a las nuevas generaciones para poder unirse en este abrazo que comentó anteriormente?

Fuerza, amor, canto, pasión. Sueño. Somos hermanos. El planeta es muy pequeño y no podemos sino ser hermanos.   

Imágenes: Gentileza de Manuel Rojas.




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