Un enorme incendio devoró este domingo los 200 años de historia del Museo Nacional de Río de Janeiro, una de las joyas culturales más preciadas de Brasil, con un acervo de más de 20 millones de valiosas piezas.
El siniestro, del que no se han reportado víctimas ni cuantificado daños, se inició hacia las 19:30 horas locales, por causas, hasta ahora, desconocidas.
Fundado en 1818 y creado por el rey Juan VI, el Museo Nacional es uno de las más antiguos de Brasil.
También contenía otros tesoros, como el mayor meteorito encontrado en Brasil, bautizado como ‘Bendegó’ que pesa 5,3 toneladas y una colección de piezas que abarca un periodo de casi cuatro siglos, desde la llegada los portugueses al actual territorio de Brasil, en el 1500, hasta la proclamación de la República, en 1889.
“Podría haberse evitado”
El vicedirector del museo, Luiz Fernando Dias Duarte, dijo sentir “un desánimo profundo” y una “inmensa rabia”. “Todo el archivo histórico, que estaba almacenado en un punto intermedio del edificio, fue totalmente destruido. Son 200 años de historia que se fueron”, afirmó.
Dias Duarte acusó además a las autoridades brasileñas de “falta de atención” y sostuvo que nunca se contó con un “apoyo eficiente y urgente” para la adecuación del palacio, que fue residencia oficial de la familia real e imperial.
“Luchamos hace años, en diferentes gobiernos, para obtener recursos para preservar adecuadamente todo lo que fue destruido hoy”, declaró a periodistas.
Más tarde en Twitter, el ministro de Cultura, Sérgio Sá Leitao, en el cargo desde julio de 2017, reconoció que “la tragedia podría haber sido evitada”. También explicó que los problemas del museo “se fueron acumulando a lo largo del tiempo” y recordó que en 2015, en el gobierno de Dilma Rousseff, “fue cerrado por falta de recursos para su mantenimiento”.
“Lamentablemente esto ocurre justo cuando las medidas estaban siendo tomadas. El BNDES (Banco Nacional de Desarrollo) firmó en junio un contrato de patrocinio por valor de 21,7 millones de reales (USD 5,3 millones de dólares)”, escribió.
Vinculada a la Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ), la institución había sufrido diversos recortes en su financiamiento, que le obligó a cerrar distintos espacios.