El pasado seis de septiembre entró en vigencia la nueva región de Ñuble, la que, según la última encuesta Casen, arranca siendo la segunda zona con mayor pobreza por ingresos en el país con un 16.1 por ciento y con un 25 por ciento de pobreza multidimensional, es decir, una de cada cinco familias tiene problemas de educación, vivienda, redes sociales de apoyo o laborales.
La mayor parte de la región es rural, por lo mismo, los desafíos tienen dimensiones totalmente diferentes a los que se proyectan en las grandes ciudades, ya que las necesidades pasan por la conectividad, el acceso a atención hospitalaria, la migración del campo de los jóvenes, la vejez en diferentes dimensiones, el fomento territorial y el reconocimiento identitario con el que la comunidad espera ser reconocida por quienes visiten la zona.
María Ignacia Fernández, directora ejecutiva del Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural – Rimisp explica que “Ñuble se trata de una región rural que durante mucho tiempo fue el patio trasero de la región del Bío Bío, no por problemas de identidad ni de desinterés de la región, sino que producto de la concepción que tiene Chile para desarrollar políticas de ruralidad que solo se enfocan en el desarrollo de cosas propiamente agrícolas y no abordan temas como la pobreza, marginación y rezago de las zonas rurales”.
Los temas que se vislumbran como los ejes de transformación para estos sectores no tienen que ver entonces solo con el fomento productivo de las zonas agrícolas, “sino que entender todo eso articuladamente es un desafío de política pública. No sirve solo política agrícola o política de apoyo a los campesinos, sino que es necesaria una comprensión más integral de cómo la infraestructura, salud, educación con la agricultura, conectan para el desarrollo de estos territorios”, planteó la directora de Rimisp.
En este sentido, los especialistas del Centro Latinoamericano para el desarrollo rural plantean que existe la posibilidad de que el desarrollo regional busque expandir lo urbano en desmedro del desarrollo rural, lo que podría generar diferentes complejidades, como la pérdida de lugares de producción agrícola que sustenta el desarrollo alimentario de las urbes, generar desequilibrios ecosistemicos por la incorporación de grandes industrias, entre otras consecuencias.
La población que habita la región del Ñuble está cada vez más envejecida y según explicó María Ignacia Fernández, “el desarrollo campesino está cada vez más feminizado, porque son las mujeres las que están trabajando los campos familiares, a pesar que las propiedades siguen estando en manos masculinas. Los jóvenes migran con mayor prontitud, buscando terminar con la cadena de trabajo temporero o agrícola familiar, lo que cada día deja con menor población estos territorios.
Uno de los factores que hacen que los jóvenes se alejen de estos territorios es la precarización del trabajo por parte de la agroindustria, esto porque, según planteó María Ignacia Fernández, “en general hay trabajo muy precario de temporada, con malas condiciones laborales. Sin embargo, hemos visto en experiencias de la región latinoamericana, que la ruralidad no es necesariamente sinónimo de precariedad laboral, aunque en Chile tiende a serlo. Esto tiene que ver con el rol del Estado, que tenga normativas laborales que fije normas de contratación y mejoren la calidad del empleo. Lo extraño es que las regulaciones son las mismas para lo urbano como para lo rural, pero en este último contexto no se aplican debidamente”.
Gina Hidalgo, secretaria ejecutiva de la Asociación Municipal de Laja y Diguillin, planteó que “el desarrollo que vamos a buscar va de la mano con que nuestros jóvenes se interesen por el desarrollo de sus territorios que creemos instituciones de educación superior en las comunas chicas, donde no había ningún foco de estudio que permita crearles expectativas en su mismo territorio”.
Es por esto que Gina Hidalgo, secretaria ejecutiva de la Asociación Municipal de Laja y Diguillin explicó que “el trabajo cada vez se revaloriza más, se paga muy poco en el trabajo del campo y ahí tenemos un desafío como municipalidad y organización para que de una manera más amplia, y a través del trabajo asociativo, buscar mayor dignidad en el trato con los campesinos”.
Otro de los focos que deberá abordar la autoridad de este nuevo gobierno regional, como en gran parte de nuestro país, serán los conflictos socio- ambientales que aparecen con el desarrollo industrial, ya que según puntualizó la representante de las municipalidades, ya existen dos focos críticos, uno es el vertedero de la Chillán Viejo y una planta termoeléctrica que se pretende instalar en la comuna de Bulnes, aun cuando existe una férrea oposición de los vecinos, cuya opinión no fue tomada en cuenta por las autoridades cuando esta zona pertenecía a la región del Bío Bío.
En lo que concuerdan los especialistas y la comunidad es que para que se genere un desarrollo para la nueva región de Ñuble es fundamental la participación comunitaria y que se vea representada la voz de los vecinos en las decisiones que se tomen en esta nueva zona administrativa, que necesita de autoridades comprometidas con el desarrollo local.