Sociólogo Jorge Larraín: “La identidad chilena no se perdió ni se perderá con los inmigrantes”

El sociólogo sostuvo que en la Edad Media lo que nos moldeaba era la religión, mientras desde el siglo XVII en adelante, se volvió más importante la nacionalidad, condición que actualmente está presente debido al flujo migratorio y la globalización.

El sociólogo sostuvo que en la Edad Media lo que nos moldeaba era la religión, mientras desde el siglo XVII en adelante, se volvió más importante la nacionalidad, condición que actualmente está presente debido al flujo migratorio y la globalización.

En contexto de fiestas patrias surge la pregunta por la definición actual de la identidad chilena. En esa línea, en conversación con el programa Política en Vivo, el doctor en Sociología Jorge Larraín hizo un repaso por nuestra historia y las transformaciones de lo que nos une y define colectivamente, sumado a los resabios del pasado.

El experto se remontó al fuerte oscurantismo del periodo colonial en Chile que, a su juicio, hoy figura como un problema entre el catolicismo y el avance de la secularización.

“Todavía la Iglesia Católica tiene control sobre colegios de élite y hasta hace poco tenía poder político dentro de nuestra sociedad; nadie se imaginaba que un fiscal le sacara los computadores a la curia, habría sido un escándalo hace años atrás” afirmó el sociólogo.

Durante el proceso de La Independencia, Larraín observó hasta cierto punto un tinte antiespánico y anti católico con el cuestionamiento a la hegemonía absoluta de los obispos y cardenales, acompañado de una apertura científica y humanista del que no tenía control la institución religiosa. No obstante, al venir de un mundo oscurantista, indicó que “durante el siglo XIX primó la discriminación racial, el dilema de la civilización versus la barbarie y la frase ¡traigamos gente que mejore la raza!”.

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El Centenario

Para 1910, Larraín destacó que Chile no tuvo tanto interés por las culturas propias y la recuperación del patrimonio artístico, a diferencia de otros países de América Latina en que se evidenció el indigenismo.

“Para los chilenos no bastaba con dejar el catolicismo, se debía traer académicos de Europa, estaba la gran esperanza de que su educación nos iba a dar lo europeo” señaló el sociólogo.

Con la oligarquía, que controlaba tanto el poder económico como el político, la lógica del autoritarismo y el republicanismo se sintetizan en nuestra identidad chilena del siglo XIX, mientras que en el siglo XX, la clase social privilegiada pierde poder político con la llegada de la clase media en el Frente Popular.

“La oligarquía se esconde en el Congreso y desde ahí se protegen los intereses a pesar de que ya no controlan al Ejecutivo” advirtió el académico y añadió que “la aparición de otros sectores en la esfera pública y política, como clases medias, partidos de clase obrera, sindicatos y otros, influyen en la impronta de nuestra identidad, también debido a la industrialización sustitutiva que se está produciendo en la época”.

Por esos días la meta de los grupos medios es el acceso al Estado, se crean los sistemas de educación y salud, es decir, van apareciendo nuevos factores que redefinen lo que somos.

Este proceso dura hasta la Unidad Popular, tiempo que en que se introduce un factor conflictivo, la UP trata de dar protagonismo a la clase obrera, que hasta ese entonces, no se había dado.

“El presidente Eduardo Frei Montalva comenzó una Reforma Agraria y Salvador Allende la radicalizó. Se toca el nervio central de lo que quedaba de la oligarquía y la reacción sabemos cómo fue” recordó Larraín.

Dictadura: Restauración Autoritaria

El miedo se toma las vidas de los chilenos desde 1973 en adelante y, con la pérdida del Estado de Derecho, el sociólogo identificó devuelta un rasgo propio de nuestra identidad: no se puede actuar sin vestirse de aparente legalidad. “En esos años toda acción se decretaba y de la Colonia viene lo legalista” sostuvo.

También, apuntó a un quiebre de nuestra identidad, con la pérdida de contenido de los símbolos de unidad que se tenían, como por ejemplo, la canción nacional y la exclusión de un sector de la población al que se le califica de extranjero o terrorista.

Según el experto, “el castigo de quitar la nacionalidad marca una ruptura con una comunidad que deja de ser miembro de lo que era”.

Del 2000 hasta ahora…

Para el bicentenario, la versión escrita de nuestra identidad era donde se ensalzaba al empresario, al emprendedor, al modelo a seguir de América Latina integrada al mundo. Sin embargo, para el académico, esa figura relacionada con la evolución de la economía, ya casi no tiene validez hoy.

“En estos 18 años, se ha dado la insurgencia de grandes grupos humanos que desde abajo, incluso los estudiantes, han desafiado la versión más tradicional de lo que era nuestra identidad y a nuestra democracia en su apariencia, piden más educación e igualdad” afirmó Larraín, al tiempo que les reconoció logros al poder mirar hacia el futuro con esperanza a una sociedad más participativa.

Precisamente en ese sentido y tal como muestra la historia, el sociólogo apuntó a la inmigración como un fenómeno importante que, en su opinión, no es reciente, sino que hoy más diversa en Chile. De este modo, criticó a los sectores que con miedo hablan de la pérdida de nuestra identidad nacional y los invitó a enfocarse en la contribución que los extranjeros hacen al país con su trabajo.

 

Foto: paislobo.cl





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