Mientras el Presidente de Argentina, Mauricio Macri, se reunía con representantes del Fondo Monetario Internacional en Washington, miles de trabajadores y pobladores colmaron las calles de Buenos Aires para rechazar el acuerdo con el organismo.
Al repudio se sumó el grito de basta a un plan de ajuste que busca rebajar impuestos al empresariado y los sectores de mayores ingresos y que terminará recayendo sobre la población argentina y que desde la administración macrista tratan de explicar como el único camino para retomar el crecimiento. El rechazo, adelantan, será la estrategia del kirchnerismo para atacar al gobierno, a pesar que desde ya la disminución de las políticas sociales ha afectado duramente la realidad económica de la población trasandina.
Según datos del Centro de Economía Política de Argentina (CEPA), los números de los últimos dos años son dramáticos, como por ejemplo con el cierre de 9 mil 325 empresas en el periodo diciembre 2015-julio 2018.
A esto se debe sumar que las empresas de mayor tamaño (sobre mil 500 empleados), despidieron en ese mismo periodo a 44 mil 64 trabajadores.
En términos generales, en lo que va de este 2018, son en promedio 4 mil 878 empleados despedidos mensualmente, alcanzando los 39 mil 97 asalariados que quedaron en la calle producto de las medidas de ajuste del gobierno.
Destacan entre los sectores con más despidos entre los meses de enero y agosto la industria con 17 mil 902, el gobierno con 10 mil 126 personas y las empresas estatales con 5 mil 174 funcionarios que quedaron cesantes.
Entre los datos que se discuten hoy en Argentina está el del salario mínimo. Este ingreso se situaba en los 200 dólares mensuales durante la “década neoliberal” como se conoce al periodo de gobierno que encabezó Carlos Menem. Posteriormente se ve un incremento paulatino que llevó a este salario a los 605 dólares por mes en 2015 con Cristina Fernández en la Casa Rosada. Hoy a raíz de la liberalización del cambio este ingreso se redujo a los 333 dólares mensuales con datos del 15 de agosto recién pasado.
Sin embargo, Macri sostiene que la política cambiara del país es “competitivo y beneficioso”, en una entrevista con la Agencia Bloomerg de los Estados Unidos, la cual dictó completamente en inglés.
En la conversación comentó que el país no va a caer en default a raíz del apoyo que tiene del FMI y de los Estados Unidos, aunque cuando se le consulta por el alcance del acuerdo con el organismo que dirige Cristine Lagarde, señala que no se debe pecar de ansiosos. El punto es que el acuerdo o lo desconoce o es tan perjudicial para los argentinos que prefiere mantenerlo en reserva hasta que esté totalmente rubricado por los responsables.
Además, en la misma entrevista volvió a culpar a los factores externos de la recesión en la que reconoce está el país hace ya cinco meses: el aumento de los precios de los combustibles, el inicio de la guerra comercial desatada por los Estados Unidos contra China, la mayor sequía en la historia de Argentina, la crisis de Turquía y Brasil e incluso la aparición de los denominados “Cuadernos de la Corrupción” que afectarían a funcionarios de la administración de Cristina Fernández y con lo cual buscan condenarla para evitar que repostule a la presidencia del país.
De la negociación con el FMI sostiene: “El nuevo acuerdo busca dar certeza a la economía argentina. No se sabe aún cuánto va a significar, pero va a dar más confianza al mercado”.
En tanto, en Buenos Aires se daba inicio a una semana llena de movilizaciones. A pesar de los piquetes policiales apostados en los accesos a la capital, los trabajadores finalmente pasaron desde sectores como Avellaneda y Quilmes sobre el Puente Pueyrredón.
En el acto en la Plaza de Mayo, Hugo Yasky, secretario general de la Central de Trabajadores Argentinos, sostuvo que “vamos a estar en las calles hasta tanto cambie la política económica, cambie la política de entrega, se terminen los despidos y tengamos nuestros derechos reconocidos”.
El dirigente criticó la respuesta del gobierno a las movilizaciones de los últimos meses. “No es con gases, no es con cascos, no es con balas de gomas, no es fabricando vallas. La única industria metalúrgica pujante hoy en la Argentina es la fábrica de vallados. No hay vallado que detenga la conciencia de un pueblo en el momento que decide ser protagonista de su historia”, puntualizó para atizar las manifestaciones de estos días que tienen totalmente detenido el transporte, a la banca y otros sectores laborales.
Yasky rechazó además la visita de Macri a Washington comentando que el mandatario “debe tener las rodillas entumecidas… mucho tiempo de rodillas”.
“Esos que en Washington venden a la Argentina, a Brasil, a la región como el patio trasero. ¡No! ¡Este no es el patio trasero! Esta es la región que tuvo a San Martín, a Bolívar, a los héroes de la independencia y no vamos a ser colonia ni nos van a entregar como si fuéramos simplemente el botín de guerra”, subrayó el dirigente.
El representante de la CTA llamó a superar las diferencias con otras instancias sindicales como la Confederación General de Trabajadores (CGT) para avanzar en un plan de movilizaciones con el que esperan detener el plan de ajuste de la administración de Macri que ya devolvió a la pobreza a millones de personas y rebajó el ingreso de una gran parte de los asalariados argentinos.