“Me dan ganas de ponerme a cantar las “Tonadas de Manuel Rodríguez”, dijo Bernardo Herrera, el vicedeán de la Catedral Metropolitana, en medio de la misa fúnebre que se realizó al mediodía de este miércoles para Vicente Bianchi. “Para esta Catedral, él ha sido una persona muy relevante”, agregó en medio de su homilía.
Con ambas frases, el sacerdote aludió a la musicalización de los versos de Pablo Neruda y al Te Deum (1970) que durante largo tiempo se cantó en el templo para las Fiestas Patrias, dos de las obras más importantes entre las cientos que dejó el pianista, director y arreglista fallecido el pasado lunes, a los 98 años, en su casa de La Reina, que él llamaba La Tonada.
Centenares de personas llegaron a la Catedral para rendir tributo al Premio Nacional de Artes Musicales, en una misa que solo podía ser de una forma: a la chilena. Frente a un coro de casi 90 personas, su hijo Alejandro Bianchi dirigió la pieza de 1964, en la que Vicente Bianchi combinó textos religiosos con ritmos como el cachimbo, la tonada, la resfalosa o las danzas chilotas.
“Estoy esperanzada de que le hayamos dado a Vicente Bianchi el homenaje que él quería, envuelto en música y en un espíritu de esta chilenidad sencilla, tierna, profunda. Estoy segura que, donde sea que esté en este momento Vicente Bianchi, alguien está cantando y tocando música chilena”, dijo más tarde la ministra de las Culturas, Consuelo Valdés.
La ceremonia tuvo diversos homenajes. Además del coro que interpretó la Misa a la chilena, miembros del Ballet Folklórico Nacional (Bafona) cantaron vestidos de huasos y la Orquesta de Cámara de Chile interpretó el “Momento andino”. El director Guillermo Rifo, visiblemente emocionado, pidió que los aplausos fueran para el compositor, apuntando hacia su ataúd.
Al final, la soprano Verónica Villarroel cantó dos piezas de Vicente Bianchi, “Amanecer” y el “Poema 15”, con versos de Pablo Neruda. “Creo que ahora, lamentablemente, la gente va a tener más oportunidad de conocer su trabajo, pero no importa. Su trabajo, su inspiración, su arte nos sirve a todos para salir adelante. Él es un ejemplo y estar acá en la Catedral es realmente muy emocionante. Para mí, realmente, es un honor”, dijo la cantante.
Los restos de Vicente Bianchi salieron de la Catedral entre los pañuelos al viento, las banderas chilenas y las palmas que seguían la cueca de la Misa a la chilena. “¡Gracias, maestro!”, gritó alguien, entre los aplausos de los asistentes y los transeúntes que a esa hora estaban, bajo un cielo nublado, en la Plaza de Armas.
La escena se repitió un kilómetro más al norte, frente a la Pérgola de las Flores. Hace 58 años Vicente Bianchi grabó la música que Francisco Flores del Campo compuso para la tradicional obra y hoy los locatarios ofrecieron su tradicional homenaje lanzando pétalos rojos, rosados, blancos y amarillos sobre la carroza fúnebre.
Ya en el Cementerio General, las autoridades, los micrófonos y las cámaras desaparecieron. Los restos de Vicente Bianchi fueron llevados hasta el imponente Mausoleo Italiano, un edificio de ocho pisos que sobresale entre las tumbas del recinto, junto unas pocas decenas de personas, la mayoría familiares o amigos cercanos.
El grupo caminó a paso lento, rindiendo un último tributo: “Que se apaguen las guitarras / que la patria está de duelo”, cantaron.