En 2007, el escritor John Maloof adquirió en una subasta un extenso registro fotográfico de Vivian Maier (1926-2009). Con ello, el autor pretendía dar con una imagen que fuera capaz de transformarse en la portada de su próximo libro. No había otra intención de por medio.
Pero, a medida que fue pasando el tiempo, el investigador descubrió que entre sus manos tenía un valioso archivo. En él se incluían, por ejemplo, retratos de mujeres, mendigos y niños jugando en las avenidas.
Visto de forma global, el archivo no podía sino considerarse como una gran crónica donde se mezclaban las costumbres, festividades y miserias de la sociedad estadounidense.
A partir de ello, Maloof comenzó a indagar sobre quién era la fotógrafa que había capturado dichas imágenes. Así, conoció que Vivian Maier se había desempeñado, durante gran parte de su vida como niñera y que, durante sus últimos años, había tenido que vender sus fotografías para enfrentar su vejez.
Las imágenes de la artista estadounidense llegaron a Chile, por primera vez, en 2015, en el marco de la exposición Vivian Maier, La Fotógrafa Revelada que presentó el Centro Cultural Las Condes.
Entonces, la exhibición no dejó de llamar la atención: “Se vivió un fenómeno que fue muy inusual, porque muchas personas volvieron dos o tres veces para revisitar la exposición. El público al final salió terriblemente emocionado y conectado con la fotografía de Vivian”, comenta Verónica Besnier, gestora cultural que participó en dicha instancia.
Por ello, a tres años de esa muestra, el Centro Cultural Las Condes volverá a repetir la experiencia. Esta vez, con la exposición Vivian Maier. Self portraits que incluye 83 autorretratos de la fotógrafa y que contó con la curatoría de Anne Morin.
La exposición se divide en diferentes periodos de la artista y además, presenta imágenes en blanco y negro, y a color. Entre ellas, también hay retratos que no sobrepasan los 30 x 40 centímetros. El objetivo de ello fue darle un ambiente más íntimo a la exhibición.
Para Besnier, la fotografía de Vivian Maier no puede sino caracterizarse como una fotografía “apasionada” y “compulsiva”. “Ella nunca se enfrenta al espectador en su fotografía; jamás lo mira. Esto quiere decir que ella siempre vive su presencia con discreción, con timidez, con pudor, en el reflejo de un espejo, de una vitrina. Ella crea una imagen que está en fase con su deseo, es decir, con esa especie doble, con esa especie de inocencia”.
“Vivian Maier nunca se afirmó como artista, quizás por ello su fotografía es muy personal. Esto quiere decir que ella pasa a ser como una sombra, como un fantasma. Ella existe, pero casi no existe, hay una cosa súper ambigua”, afirma la gestora cultural.
La exposición estará abierta al público desde el 5 de octubre hasta el 2 de diciembre, de martes a domingo, de 10:30 a 19:00 horas. La entrada es gratuita.
Además, en el marco de la muestra se propiciarán diferentes actividades como una conferencia dictada por Luis Poirot sobre la vida de Vivian Maier y un concurso de fotografías.
Vivian Maier nació en Nueva York, sin embargo, se dividió entre Francia y Estados Unidos. En 1956 se trasladó a Chicago donde comenzó a trabajar cono niñera. Sus últimos años fueron difíciles. Sin una remuneración fija, la fotógrafa, debió vender sus bienes e incluso, fue apoyada por niños que ella misma cuido. En vida acumuló 100 mil negativos, 700 rollos en color y 2000 en blanco y negro sin revelar.