Despiertas temprano, a las cinco o las seis, y vas a tu trabajo mal pagado o menospreciado socialmente, pero “lo necesitas y lo mereces”, te lo repites apretujado en el rincón de una micro mientras el sol apenas sale. “Al que madruga, Dios le ayuda”, decían, pero seguro tú no hiciste lo suficiente. ¿Qué más pudo pasar?
El término “meritocracia” está de moda. El último proyecto de ley del gobierno de Sebastián Piñera lo ha sacado a relucir en cuanta declaración hecha bajo el nombre de Admisión Justa. Sin embargo, Gabriela Rubilar, profesora y coordinadora del Magíster de trabajo social de la Universidad de Chile, explicó que el concepto fue acuñado hace casi sesenta años por el sociólogo y activista social, Michael Young, y, paradójicamente, adoptado por el discurso neoliberal.
Pero, ¿cómo se aplica hoy este término a las políticas públicas impulsadas por el gobierno?
En entrevista para nuestro programa Radioanálisis, la profesora Rubilar detalló que la evolución de este término en la actualidad está relacionado directamente con el esfuerzo y la competencia individual; en el caso del proyecto Admisión Justa, de los menores más pobres.
“En este proyecto no se ha hablado de condiciones de clase, de desigualdad territorial o de la condición de género, que también va a marcar las desigualdades. La meritocracia no es una vía para un país más justo, lo único que hace es que reparte distinto las desigualdades”, explicó la académica.
Para Rubilar aún resulta ilógico que en la actualidad, y en un país en donde no hace mucho tuvo lugar la “Revolución Pingüina”, aún se esté discutiendo este tipo de políticas que, según dijo, se concentran en la selección y no en cómo ofrece educación de calidad independiente de las condiciones de las personas.
Hace algunos días, el director ejecutivo del Observatorio Chileno de Políticas Educativas de la Universidad de Chile (OPECH), Rodrigo Cornejo, también se manifestó sobre el controvertido proyecto de selección y lo calificó como una propuesta de continuidad.
“Hay un punto peor en la ley que está diciendo que todos los sostenedores van a poder elegir al 30 por ciento de sus estudiantes. Eso se llama apartheid en cualquier parte del mundo. Lo que me da rabia es que yo revisé todas las declaraciones de la ministra y no está diciendo eso en ninguna parte”, aseguró Cornejo.
Una encuesta de Cadem difundida el pasado lunes evidenció que el 63 por ciento de los consultados estaba de acuerdo con la selección por mérito en todos los liceos y colegios. Un dato que, para la profesora Rubilar, no resulta extraño, dado que las clases medias defienden este mecanismo porque se sienten exponentes del mérito como movilidad social.
Sin embargo, ¿qué pasa con la historia de sus padres, de sus abuelos?, ¿acaso ellos no merecieron también lo mismo?
Rubilar responde con una investigación que realizó en el 2017 con alumnos de liceos técnicos profesionales en Santiago.
“Cuando yo miro la trayectoria de esos chiquillos y tienen un proyecto futuro, no solo laboral, sino de educación, estas iniciativas amenazan sus propios proyectos de futuro y de nuevo introducen la idea de competencia basada en un desempeño académico que se correlaciona con el nivel socioeconómico”, señaló la experta.
A las diversas voces especializadas en temáticas públicas y materia educativa, se ha sumado también la máxima autoridad de la Universidad de Santiago, el Dr. Juan Manuel Zolezzi Cid, quien denominó al término meritocracia como una “mentira institucionalizada”. Y es que para Zolezzi, no se puede hablar de meritocracia si se va a comparar a quien lo tuvo todo con aquellos que no han tenido nada.
Tanto la Universidad de Chile como la Universidad de Santiago -explicaron los expertos consultados- son selectivas, pero están incluyendo otros programas de acceso -las becas PACE y BEA, por ejemplo, en el caso de la Universidad de Chile- sin embargo, para Gabriela Rubilar aún falta esfuerzos para limar sesgos de mérito en dichos cupos.
Rubilar advirtió que de no revertirse la continuidad de este sistema, las consecuencias sociales podrían estar a la vuelta de la esquina: mayores tasas de delincuencia, inseguridad, frustración. Sujetos a los que les tocó madrugar, sin embargo, para ellas y ellos las oportunidades nunca aparecieron.