Señor Director:
Durante los últimos días, el debate en educación ha estado centrado en el proyecto de ley de “Admisión Justa” que ha impulsado el gobierno. Es un proyecto que quita libertad de elección a las familias re-empoderando a los sostenedores para que elijan un cierto porcentaje de familias con las que ellos quieren trabajar y el poder seleccionar a cierto grupo de estudiantes que se adecúen al Proyecto Educativo del colegio generará la nociva inclusión excluyente.
Como educadoras/es, no es imprescindible exponer aquí que trabajamos en aulas diversas, y desde nuestra cotidiana experiencia palpamos a diario la dificultad que implica poder co-construir con las y los estudiantes ambientes de sanas relaciones en las cuales se respete la diversidad y que desaprendan acciones arraigadas en elementos culturales como la violencia, el racismo, la xenofobia, el machismo y todo aquello que socavan lo que es una cultura inclusiva. Aun así, las mismas niñas y niños viven en la inclusión en muchos aspectos de sus vidas y nosotras/os como docentes las potenciamos en ellas/os, las reflexionamos en aula y las promovemos en todos los espacios de las escuelas: Partidos de fútbol mixtos, reflexiones contra el racismo, enseñar contenidos asociándolos a un valor, procesos metacognitivos sobre la importancia de valorar la diversidad de talentos para llevar un proyecto multidisciplinario a buen puerto, adecuaciones para todo el curso en las evaluaciones y no solo para las/os estudiantes con algún diagnóstico, etc.
Creemos que el debate debe ser otro en torno a la pregunta: ¿Cómo profundizamos la cultura inclusiva en el sistema escolar? La Ley ya aprobada nos da un piso, aun así nos parece insuficiente. Por esto mismo proponemos 2 cambios:
1- La sana convivencia para una cultura inclusiva es, ante todo; un APRENDIZAJE. Por esto mismo, el aprender y aprehender la inclusión requiere a lo menos dos medidas: En primer lugar capacitación a quienes llevamos la tarea de educar, para que se nos entreguen herramientas adecuadas a nuestro contexto sobre cómo poder promover y llevar a la práctica instancias educativas en que niñas y niños aprendan a convivir en la inclusión, entendiendo que esta no tiene un momento cúlmine sino que; se construye a sí misma constantemente. Los planes de formación docente que cada colegio debe tener como eje fundamental el que la comunidad avance hacia una cultura inclusiva. La segunda medida hace referencia a que como la inclusión y aprender a convivir en la diversidad es un aprendizaje, se debe reformar el Currículum para que tenga como eje central estos procesos de aprendizaje- enseñanza. Tal como señala la Política Nacional de Convivencia Escolar, son las y los encargadas/os de dicha dimensión de la gestión quienes deben promoverla, sin embargo; creemos que no es suficiente: Es esta reforma curricular la que debe articular los procesos de aprendizaje académicos, socio-emocionales y valóricos de todos los subsectores de aprendizaje de manera transversal con un enfoque inclusivo y del aprender a convivir para que toda la comunidad lo asuma como parte de su tarea. Esto permitiría traspasar el concepto a todo el proceso de aprendizaje y dar a entender que la convivencia es mucho más que la resolución de conflictos escolares.
2- Desestandarización: Incluir significa respetar ritmos de aprendizaje, nacionalidades, etnias, condición sexual, tendencias políticas, intereses y motivaciones; requiere considerar problemáticas que viven niñas y niños en sus hogares y barrios, el atraso curricular con el que las/os recibimos, la brecha cognitiva que tenemos dentro de la misma sala de clases, hay un tiempo de armonización de la sala de clases para que exista una disposición al aprendizaje…En fin, una gran cantidad de variables que condicionan el aprendizaje.
Los incentivos perversos a los que están expuestas las escuelas con las pruebas estandarizadas, atentan contra todos estos elementos que se deben considerar para poder generar aprendizajes realmente significativos. La inclusión en su arista cognitiva es eso: Que todas y todos las/os estudiantes aprehendan lo enseñado (lo cognitivo, lo valorico y lo socio-emocional) y se impliquen con aquello.
Avancemos en un debate serio sobre la pregunta esencial: ¿Para qué y cómo educamos? La educación es un derecho que debe ser garantizado por el Estado, ahora discutamos cómo construimos una sociedad más cohesionada, con ciudadanas/os que se legitiman entre sí, y que son capaces de resolver problemáticas por sí mismas/os.
Sofía L. Riquelme, Profesora de Historia y Ciencias Sociales.
Leonardo Aguiló A., Profesor de Historia, Geografía y Ciencias Sociales.
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