Fue en Praga, en 1981, que Osvaldo Rodríguez dibujó por primera vez la Casa Transparente. En una carta que escribió a un amigo, el arquitecto Carlos Martínez Corvella, incluyó el primer esbozo de la idea.
Poco después, en la ciudad alemana de Göttingen, dibujaba Valparaíso para su mujer, Silvia Ruhl, cuando tuvo una visión más clara: “Se me desapareció el mar y casi enseguida, en el fondo de la bahía vacía, surgieron las primeras líneas que comenzaron a determinar la existencia de La Casa”, recordó en 1993, en siete páginas mecanografiadas desde Bardolino, en Italia.
La ubicación de la vivienda imaginaria estaba determinada por puntos que habían marcado la vida del “Gitano” en su puerto natal: su casa de infancia, el Roland Bar, La Sebastiana y el Molo de Abrigo, por ejemplo. En el exilio y atravesado por la nostalgia, el autor de una de las canciones más emblemáticas que ha inspirado la ciudad hizo varios dibujos de su creación utópica. La serie se llamó El habitante de la Casa Transparente y llegó a exponerla en Europa.
“Todas las ciudades tienen algo de Valparaíso”, explicó en ese texto redactado en los ’90, asegurando que era posible hallar similitudes con lugares tan diversos como Londres, Niza, Barcelona, Lisboa o Hamburgo: “Hay barrios enteros de Oslo que podrían hacer soñar a un porteño errante con despertar de pronto en medio de Playa Ancha”.
Osvaldo Rodríguez falleció en 1996 y su creación quedó esbozada entre los innumerables archivos que legó a su familia, pero dos décadas más tarde ha cobrado nueva vida gracias al Colectivo Casa Transparente, que planea una instalación que “haga realidad” la idea.
“Osvaldo nunca imaginó que esto podría hacerse”, admite riendo Silvia Ruhl, quien lidera la agrupación, conformada por arquitectos, artistas y otras personas que coinciden en su admiración por la obra del cantautor, escritor, investigador y dibujante, una de las voces reconocibles de la Nueva Canción Chilena.
“Es una instalación en la bahía de Valparaíso, que consiste en hacer aparecer la Casa Transparente con haces de luz. Somos los constructores de la casa que él diseñó, queremos verla aparecer, aprovechando las condiciones de anfiteatro que tiene la ciudad”, explica el documentalista Marcelo Lara, uno de los miembros del colectivo. “Pensamos que la luz es el elemento más acorde para levantar una obra intangible, que está en el imaginario”.
Desde 2017, el colectivo ha recibido ayuda de los pescadores de la caleta El Membrillo y ha tenido que aunar voluntades, reuniéndose con el municipio y el Parque Cultural de Valparaíso, las empresas portuarias y la Armada. “Es muy difícil trabajar en la bahía. Hay viento, la marea siempre está cambiando y hay que ver qué luces son óptimas, cómo se ven desde diferentes partes. Además, es un puerto donde se mueven millones de dólares, entonces es muy difícil pararlo”, dice Lara.
Sin embargo, ya han hecho cuatro pruebas técnicas y planean “edificar” la Casa Transparente en un plazo de tres años: “En esta primera etapa vamos a hacer los cimientos, vamos a iluminar la bahía y va a ser como el radier. Es igual que el proceso de construcción de una casa”, compara.
Aunque en un comienzo ganaron fondos del ministerio de las Culturas, ahora el colectivo busca recursos con un proyecto de financiamiento colectivo, que incluye recompensas como libros, afiches y obras de arte.
Para Silvia Ruhl, la Casa Transparente también puede ser “un vehículo de intercambio” entre las personas. Por eso han hecho visitas a colegios de Valparaíso y han sostenido encuentros con los vecinos de los cerros: “La idea es que cada uno imagine cuál sería su casa, construida en la memoria y en la distancia. En el fondo, es una idea bastante universal: ¿qué llevas tú de lo que fue tu terruño, tu hogar, el espacio en el cual te sientes en casa?”.
“Cada uno puede tener su propia Casa Transparente. La idea es que la gente se apropie de esto, porque cada uno tiene puntos significativos en su ciudad”, agrega Lara.
Por otro lado, la iniciativa da cuenta de un personaje cuya labor superó ampliamente los límites de la música. Autor de dos discos de estudio, Tiempo de vivir (1972) y Los pájaros sin mar (1976), el “Gitano” escribió también los ensayos Cantores que reflexionan y La Nueva Canción Chilena, continuidad y reflejo, además de libros de narrativa y poesía.
“Siempre es conocido por su canción ‘Valparaíso’, pero poco se sabe del resto de su creación”, apunta Silvia Ruhl, quien encabeza un plan para ordenar y digitalizar un archivo con cuantiosas cartas, diarios y otros documentos.
¿Qué era el “Gitano” Rodríguez? ¿Un músico, un poeta, un estudioso, un artista visual? “Esa fue como su condena”, cree ella. “Los músicos le decían que no era músico, los artistas decían que no era pintor. Los investigadores decían que no era investigador, aunque era un excelente profesor. En cada parcela le criticaban que estaba metido en demasiadas cosas. Yo prefiero verlo como un creador”.