Nacional

No al pez introducido


Domingo 31 de marzo 2019 13:22 hrs.


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Watauineiwa uxea kaisinana henskae… / Al mas antiguo, Dios, ayúdanos a nosotros… nosotros que aún habitamos nuestras tierras y aguas, que hoy se ven afectadas por las fuerzas opositoras a ti, a lo natural, a nosotros los Yaganes.

Palabras que salen de mi espíritu que hoy esta inquieto por estos acontecimientos que están viviendo mi familia yagan en Navarino, ante la llegada de las salmoneras.

Esto es mucho peor que si despertara Lakuma, el temible espíritu de las aguas y que aún así éste era respetado por los antiguos yamana por formar parte también de la naturaleza.

Gran parte de nuestra cosmología esta relacionada con híxa el mar, sus seres marinos y aves.  Espíritus marinos que tienen el poder de causar inesperadamente fuertes oleajes y el mal tiempo.  Como el temido Lakuma, que podía poner en peligro la canoa al navegar.  Ante esto también ayudaba la aparición de Ashoula, cuando un lakuma amenazaba la conoa…

Quien lo iba a pensar, el legado natural, los principios de nuestros ancestros están siendo infringidos una vez más ante nuestros ojos.

Nuestra cultura esta basada en el mar, somos un pueblo canoero, el mar y sus habitantes han sido parte de nuestro entorno, nuestra alimentación física y espiritual.  Una gran parte de la vida de los yaganes ha sido y sigue siendo en el mar.  Aún ya quitándonos la libertad de aquel tiempo cuando se navegaba por todos los canales y mar abierto en las canoas de corteza.  El mar sigue siendo el sustento para muchas familias que trabajan en la pesca artesanal de la centolla y centollon.

Es tan contradictorio, un territorio reconocido como Reserva de la Biosfera por la Unesco, donde se encuentran las aguas más puras, ahora se viene a contaminar abiertamente este lugar.

En realidad es una vergüenza como país, como gobierno exponer su propio territorio, explotar, vender, destruir los recursos naturales; el hombre material contra el hombre espiritual, es la diferencia que hoy esta bastante marcada en el mundo entero.

No podemos permitir nos arrebaten el futuro a las nuevas generaciones.  Un derecho ancestral, la tierra y las aguas son el sustento de la humanidad, no se puede atentar contra nosotros mismos y la naturaleza que nos sostiene.

Dejar de pensar limitadamente, estas empresas prometen en lo imaginario.  Y la realidad es otra, se puede ver luego de un par de años.  Como ha sido el caso en Chiloé, un desastre ambiental, una realidad que todos conocemos.  Entonces porqué seguir insistiendo y engañando.  Este negocio no nos favorece.

Hago llegar este llamado de consciencia, apoyando a nuestra familia Yagan, y también en nombre de mis hijas que se niegan a esta realidad que atenta a su futuro en las tierras de sus ancestros.

El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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