Fanny Pollarolo: "La izquierda está confundida"

La ex diputada socialista analizó el momento actual de la centro-izquierda chilena. También, criticó el actuar de este sector político durante los últimos años. A su juicio, existe un acomodo que surge, entre otras cosas, cuando la derecha comienza a repartir cargos en las grandes empresas durante la transición.

La ex diputada socialista analizó el momento actual de la centro-izquierda chilena. También, criticó el actuar de este sector político durante los últimos años. A su juicio, existe un acomodo que surge, entre otras cosas, cuando la derecha comienza a repartir cargos en las grandes empresas durante la transición.

A sus ochenta y cuatro años, Fanny Pollarolo se mantiene muy activa. Desde que dejó el Parlamento ha trabajado con niños, niñas y adolescentes con problemas de drogas, labor que, afirma, la tiene muy contenta. Además participa de las reuniones del Partido Socialista en su comuna, Ñuñoa, junto con colaborar en el Instituto Igualdad, el think tank de la misma colectividad.

Y es que la vida de la psiquiatra siempre ha estado vinculada a la actividad política: desde su juventud fue militante comunista, fundadora del movimiento “Mujeres por la Vida”, el que convocó a masivas movilizaciones en contra de la dictadura. Luego, con el retorno de la democracia, fue electa diputada durante dos períodos.

En entrevista con Diario y Radio Universidad de Chile, Fanny Pollarolo desmenuza el estado actual de la política; el legado de la ex Concertación, la crisis de la izquierda y el feminismo son algunos de los tópicos que aborda en esta conversación.

Usted ha participado en política desde hace muchos años. Tuvo un importante rol en el gobierno de la Unidad Popular, luego en la lucha contra la dictadura y, posteriormente, como diputada a principios de los ’90. ¿Cómo observa lo que está pasando con la izquierda chilena hoy? Algunos hablan de que está atravesando por una de sus peores crisis.

Tengo la sensación de que es difícil que miremos la situación política en Chile si no miramos, al mismo tiempo, lo que está ocurriendo en el mundo. Son tiempos que están bastante marcados por la confusión, por un período de búsquedas que no se ven claramente. Creo, por lo tanto, que el mayor problema es una distancia entre la política formal respecto del sentimiento colectivo, de la gente, de lo que ocurre en la sociedad en su conjunto y creo que eso es bastante general y en esto están nuestros dirigentes de la centro-izquierda. Se está viviendo una época que es bastante confusa. Cayeron las grandes ideologías, cayó el muro y la izquierda sigue buscando esta fórmula clara y concreta de modelo.

Tengo la sensación que en esa búsqueda de tener muy claro el esquema y de estar buscando siempre la unidad, como lo único que puede asegurar, sumando votos, sumando fuerzas- que es esencial de la política- pero como si fuera el único camino. La desvinculación, esta falta de recoger esta subjetividad, esta sensibilidad del mundo social es lo que a la izquierda le cuesta, entonces en la práctica, sigue buscando los métodos, las formas tradicionales de aclarar el momento, porque además ni siquiera es el periodo, es el momento: el próximo gobierno, las elecciones municipales, luego quién va a ser el candidato presidencial. La izquierda está confundida.

Pienso que estamos viviendo un tiempo confuso, que exige pensar, que exige estudiar, ir uniendo las tácticas propias de la política con las innovaciones que este tiempo nos exige, con escuchar más a la gente, con ir dándole importancia a cómo se van conformando las fuerzas sociales nuevas que son las que tienen las motivaciones, la fuerzas para moverse, para salir como el feminismo que llenó las calles, a mí me recordaba la época de las grandes movilizaciones de Allende, eso la política formal lo ha perdido, ha perdido el corazón.

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Fanny Pollarolo en el funeral de José Manuel Parada y Manuel Guerrero.

Partidos dirigidos por hombres

¿Cree que hay una incapacidad de los actuales dirigentes políticos de comprender esa realidad y de dar una respuesta a aquello? Llama la atención que, por ejemplo, los partidos de lo que fue la Nueva Mayoría estén todos siendo gobernados por hombres.

Creo que sí, lamentablemente porque creo que muchos de ellos están haciendo un esfuerzo bien sincero, creo que están todavía sin hacerse las preguntas, necesitan escuchar más y mirar qué es esto y, sobre todo, entrarle más a la subjetividad. Todo lo que fue llevar al gobierno de Salvador Allende tuvo que ver con una subjetividad que en ese entonces estaba amarrada a esa cosa tan racional de un modelo, pero que no era lo racional lo que hacía salir a la calle. Lo racional no te hace salir a la calle, te hace participar en la academia, tú sales a la calle porque lo racional está unido profundamente al sentido que te hace experimentar emociones.

Usted tuvo un rol muy importante organizando a las mujeres durante la dictadura. Desde esa experiencia, ¿cómo observa el rol de las mujeres en la política hoy?

Estamos en un proceso que debiera ser mucho más rápido. Hay una discordancia entre cómo se ha avanzado en los cargos, las responsabilidades y ahí las mujeres necesitamos vivir procesos, porque si tú cuentas cuántas son las mujeres alcaldesas y los hombres, la diferencia es tremenda, entonces los procesos son indispensables.

A los hombres les cuestan los cambios, les cuesta esto de la nueva masculinidad, creo que vamos a tener que hablar más de eso, no sólo del feminismo. No puede ser que cualquier cambio lo sientan como una vulneración a su naturaleza masculina.

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Fanny Pollarolo junto a Patricio Aylwin en 1989.

¿Cuál es su mirada respecto de lo que fueron los gobiernos de la Concertación? Hay un reconocimiento transversal que va desde su partido hasta la UDI. Ena Von Baer, por ejemplo, dijo hace unas semanas que Chile Vamos es el heredero de la Concertación ¿Qué le produce que gente de derecha reivindique con tanta vehemencia ese periodo en nuestro país?

Me producen sentimientos muy complicados, porque yo siempre fui una auto-flagelante. Escribimos ese documento que no pasó más allá de unas cincuenta personas que lo leyeron, pero estuve ahí. Fui una parlamentaria que me costó votar en muchas cosas y voté siempre después de mucha discusión y mucho pelearla, pero parto de la autocrítica. Creo ahora que de alguna manera me las arreglé para seguir ahí pensando que había cosas que podía hacer que fueron todas muy ligadas la cultura, las mujeres, la no discriminación, pero de repente soy dura conmigo misma y soy crítica, porque creo que dejar pasar tanto tiempo va consolidando formas mentales, formas de conciencia, este malestar social lo sentimos en la década del noventa.

Lograr al final ese plebiscito fue porque la gente estuvo dispuesta a enfrentar el miedo, estuvo dispuesta hasta a morir y, entonces, estuvimos en las calles y en la clandestinidad los más valientes. Entonces ese sentimiento colectivo que estaba tan unido a la fraternidad, al cariño, al ayudarse, al tomarse de la mano en la calle, a repartir el limón, de pronto se paraliza; se acaba la movilización social, porque pasa a ser peligrosa y eso claro que te degrada en todo sentido ¿Qué fuerza se tiene si no hay movilización social?

Desgraciadamente la derecha que sabe muy bien las cosas, empezó a repartir cargos en los directorios de las grandes empresas y el eje de esta política es la concentración económica. Entonces, primero estuvo el miedo descontrolado por parte de algunos dirigentes que vieron que era posible que se volviera atrás, pero después, la verdad de las cosas, vinieron los acomodos, las debilidades humanas. A mí me deja una huella triste.





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