Kyutaro Tsunekawa (1989-1985) llegó a Chile por azar en 1919. Hasta entonces, se había dedicado a recorrer el mundo en un barco para el cual trabajaba. Sin embargo, ese año su viaje fue interrumpido: el deterioro de su nave lo obligó a quedarse en Santiago para desempeñarse como vendedor viajero.
Ese fue el punto de inicio de una historia que, con los años, lo llevó a transformarse en uno de los maestros del retrato en Chile. Esto, ya que, gracias a su nuevo oficio como comerciante, adquirió una cámara fotográfica que lo llevó a fundar, en 1924, su propio emprendimiento: el Estudio Tunekawa – sin la “s” de su apellido- desde donde capturaría a gran parte de la sociedad nacional de mediados del siglo XX, con sus transformaciones, modas y gustos.
Actualmente, su legado comprende más de 20 mil materialidades que, en 2016, fueron donadas a la Biblioteca Nacional. Por ello, y en el marco de la conmemoración de los 180 años de la fotografía que se conmemora este 19 de agosto, el espacio de resguardo patrimonial presentará una exposición dedicada a su trabajo: se trata de Tunekawa: 100 años de retratos, muestra que será inaugurada el próximo 28 de agosto.
“Este patrimonio da cuenta de casi un siglo de retratos donde podemos ver reflejado el semblante de nuestra sociedad y su evolución a través de distintas décadas”, sostiene sobre la muestra Carlos Maillet, director del Servicio Nacional de Patrimonio Cultural.
La exhibición comprende retratos originales, información biográfica y una reproducción del estudio fotográfico del japonés. Asimismo, propone un recorrido por las distintas sedes que tuvo la empresa: Agustinas #1034, Estado #250, San Antonio #39 y Merced #336.
“Tsunekawa tuvo varios estudios y trabajo hasta que murió. Se especializaba en retratos de niños, primeras comuniones: todo lo que puede decirse del retrato social. Entonces, en sus fotografías ves a toda una sociedad con los cambios de las modas y los peinados. Es muy interesante”, señala Soledad Abarca, jefa del Archivo Fotográfico de la Biblioteca Nacional.
“Además, él se volvió muy popular por la calidad de los retratos. La gente tomaba hora, tenía mucha clientela. También, tenía distintos elementos. De hecho, en la exposición se van a poder ver los juguetes que tenía para entretener a los niños cuando tenía que fotografiarlos. Incluso, poseía una serie telones para las primeras comuniones. Es decir, tenía una variedad de elementos que hacían que cada fotografía fuera especial”, añade la investigadora.
Según Abarca, las fotografías de Tsunekawa tenían una influencia oriental notoria. Esto se evidenciaba, por ejemplo, en el modo minucioso con que trabajaba, pero también en el coloreado de las imágenes.
“Tenía una fuerte identificación con la cultura japonesa, entonces, su técnica de coloreado era muy especial, muy refinada. Incluso, entregaba una copia muy bien presentada, con colores muy suaves que daban la sensación de estar viendo una copia a color”, comenta.
Con la inauguración de la muestra, la Biblioteca Nacional iniciará una nueva etapa con el fin de continuar celebrando los 100 años del japonés en Chile. Por ello, comenzará un trabajo para identificar a las personas retratadas por Tsunekawa. De este modo, el espacio busca completar la información de este acervo fotográfico que aún guarda más de un tesoro.