Museo de la Dignidad: el proyecto que busca conservar las obras que dejó la movilización

Luego del 18 de octubre, un grupo de diseñadores y publicistas comenzaron a enmarcar las obras que, paulatina y espontáneamente, surgieron en las paredes de Santiago a raíz de la movilización social. De esta manera, nació un proyecto que hoy cuenta con miles de seguidores y que busca extenderse a regiones.

Luego del 18 de octubre, un grupo de diseñadores y publicistas comenzaron a enmarcar las obras que, paulatina y espontáneamente, surgieron en las paredes de Santiago a raíz de la movilización social. De esta manera, nació un proyecto que hoy cuenta con miles de seguidores y que busca extenderse a regiones.

De forma espontánea y sin mayores pretensiones. Así fue como un grupo de siete diseñadores y publicistas comenzó a trabajar en torno al llamado Museo de la Dignidad. El objetivo del proyecto era colocar en valor las obras que, luego del 18 de octubre, fueron estampadas en los muros de la ciudad de la mano de la protesta.

Para los gestores, el razonamiento era uno: si ellos no eran los primeros en actuar, pronto las piezas serían borradas y con ello, quedaría atrás una expresión artística, fuertemente vinculada a la movilización.

Por lo mismo, el colectivo comenzó a enmarcar las obras situadas en la “zona cero” de Santiago, es decir, el eje que va desde el Centro Cultural GAM, hasta Plaza Baquedano y Providencia. ¿Cuál fue el resultado? Una serie de piezas, de variadas técnicas, que dejaban de manifiesto la urgencia de un cambio social.

“Llegamos a esto sin pensar mucho. Partió cuando empezamos a ver collages de Caiozzama y Fab Ciraolo, que decían cosas súper importantes y que estaban siendo borrados. Entonces, fue como: ‘esto no debería estar pasando’, porque era algo que se debía preservar”, señala Juan Pablo Prado, uno de los fundadores de la iniciativa.

“Luego vino la reflexión de que la gente estaba ocupando las calles como una manera de expresarse, porque los museos o en realidad, la institución, suele ser un ente elitista donde no todo el mundo entra. Entonces, ver cómo está el GAM es algo súper concreto de cómo la gente entiende también el arte, es decir, el mensaje, el texto y un mensaje súper claro”, añade. 

Actualmente, el Museo de la Dignidad cuenta con cerca de 14 obras enmarcadas. Entre ellas hay fotografías, collages, mosaico e ilustración. Pero el proyecto no se limita al proceso de encuadre, sino que también busca generar las especificaciones de cada una de las obras así como la identificación del autor. No obstante, uno de los requisitos curatoriales es, precisamente, que la obra surja desde el concepto de “Dignidad”.

“Uno de los criterios es que sea transversal a cualquier partidismo político, porque creemos que lo que está detrás es la unión de toda la gente en base a un mismo concepto: la Dignidad. Entonces, de alguna forma, se exige eso, pero es una exigencia súper limpia y potente”, comenta Sebastián Ulloa, integrante del proyecto.

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Con el pasar de los días, el Museo de la Dignidad también fue atrayendo las miradas de la ciudadanía, quienes comenzaron a participar en el proceso, recomendando, a través de redes sociales, la protección de nuevas obras.

Así, según advierten los fundadores de la iniciativa, el proceso de selección y puesta en valor, ahora es un trabajo colectivo. “Ahora, nos ha pasado que hemos llegamos a un lugar que la gente nos mandó una foto, pero la obra está en una curva, por ende, no podemos poner el marco. Eso ha implicado volver a estudiar el proyecto, porque la gente nos terminó ayudando en la curatoría”, señala Ulloa.

De este modo, el equipo del Museo de la Dignidad señala que este es un proyecto que apenas está comenzando, sobre todo, por los comentarios recibidos desde regiones. “Creemos que tenemos que buscar la forma de que este mensaje o idea de convertir las calles en museos sea transversal. La idea es que siga creciendo hasta donde pueda crecer”, concluye Ulloa.





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