Los líderes de los principales países involucrados en el conflicto que desangra a Libia, se reúnen este domingo en Berlín, en busca de un proceso de paz para evitar que la guerra civil lo transforme en una “segunda Siria”. La interminable espiral de violencia se alimenta de apetitos en torno a sus grandes reservas de petróleo, sumadas a rivalidades políticas, regionales y juegos de influencia.
El anfitrión de la cumbre, el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Heiko Maas, afirma que esta conferencia puede ser el primer paso hacia la paz en Libia.
Milicias y grupos armados luchan por el territorio y el control de los recursos petroleros de Libia desde la caída de Muamar Gadafi en 2011.
Actualmente dos autoridades rivales se disputan por el poder: un Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) con sede en Trípoli, encabezado por Fayez Al Sarraj, formado en 2016 tras un acuerdo patrocinado por la ONU, el cual se opone a una administración basada en el Este del país, encabezada por el militar Jalifa Haftar. Ambos protagonistas estarán presentes aunque no se sentarán a la misma mesa.
Además de Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, Francia y Rusia, han brindado apoyo diplomático a Haftar, aunque Moscú niega haber financiado mercenarios rusos.
Estados Unidos ha permanecido ambiguo, aunque Donald Trump elogió a Haftar en una llamada telefónica, tras el lanzamiento de su campaña de Trípoli.
Amnistía Internacional afirma haber verificado un desprecio sistemático por el derecho internacional, impulsado por el suministro continuo de armas a ambas partes en violación del embargo de armas de la ONU vigente desde 2011.