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Juan Carlos Silva, subsecretario de las Culturas: "El arte no puede dejarse al arbitrio del mercado"

Luego de que cientos de artistas en todo el país denunciaran que con el cierre de espacios culturales sus remuneraciones inmediatas se habían visto afectadas, la autoridad manifestó que la cartera debe avanzar para efectuar un "cambio de switch" respecto del área.

Luego de que cientos de artistas en todo el país denunciaran que con el cierre de espacios culturales sus remuneraciones inmediatas se habían visto afectadas, la autoridad manifestó que la cartera debe avanzar para efectuar un "cambio de switch" respecto del área.

De la noche a la mañana, la Subsecretaría de las Culturas y las Artes vio modificado sus planes proyectados para 2020. En el contexto de la crisis sanitaria por el COVID-19, la división dependiente del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio debió suspender sus actividades de mediación y circulación local e internacional. Todo se vio alterado.   

A ello se sumó la crítica de los sectores artísticos que, luego del cierre de teatros, galerías, cines y centros culturales, emplazaron a la cartera para que buscara una solución: sólo en el área de las artes escénicas se contabilizaron cerca de 800 trabajadores perjudicados. Mientras, desde la industria audiovisual evidenciaron pérdidas millonarias. 

“Ha sido difícil, porque como jefe de servicio, uno tiene que partir con una preocupación interna por los funcionarios del ministerio, pero ha existido un nivel de compromiso enorme para que no se afecte aún más al sector”, transparenta Juan Carlos Silva, subsecretario de las Culturas y las Artes. 

“Entonces, obviamente uno tiene que redoblar los esfuerzos, tratar de reforzar a los equipos, reorientar los programas. Se han visto perjudicadas no sólo las actividades que íbamos a hacer, sino que el intercambio de industria que no puede ser reemplazado por medios digitales”, lamenta. 

Pese a ello, la autoridad reconoce que la emergencia por el brote de coronavirus vino a visibilizar un diagnóstico preexistente: la precarización del área. Aún así, indica que es preciso avanzar en soluciones inmediatas para, en un largo plazo, hacer un “cambio de switch” respecto de los sectores de producción creativa.

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¿Cuál es la evaluación respecto de cómo la emergencia por el COVID-19 impactó al mundo de las culturas y las artes? 

La emergencia sanitaria del coronavirus vino a visualizar una realidad que ha sido permanente: cierta precariedad en el sector artístico cultural que ahora queda más en evidencia. Históricamente el sector ha tenido particularidades, virtudes y externalidades que no existen en otro sector. Efectivamente, tiene un aporte al valor económico que no refleja todo lo que es. Durante los últimos años se trató de cuantificar el aporte que realizaba al PIB, lo que fue una errada percepción de la sostenibilidad del sector. En virtud de los objetivos programáticos y con ciertos requisitos para todos, el sector requiere de un apoyo constante del Estado, lo que hemos tenido desde hace más de 25 años con los Fondart, que se han ido perfeccionando. Hoy, eso queda de manifiesto en razón de que los artistas, intermediarios y técnicos están quedando sin tener la posibilidad de tener su principal fuente de ingreso. Eso es preocupante y da cuenta de la fragilidad permanente del sector y nos llama a todos, Estado y sector privado, a valorar la importancia del aporte que genera una manifestación artística y cultural, porque no puede dejarse al arbitrio de una situación de mercado.

¿La cartera ya sabe cuántos son los artistas y sectores que se han visto más afectados? 

No. Estábamos trabajando en ese levantamiento de los agentes del sector artístico cultural, estudio que cuesta bastante hacer, porque dentro del sector hay manifestaciones muy variadas. Algunas, que se llaman engañosamente industria, como la música, audiovisual o las economías creativas y el diseño. También hay otros sectores como las artes visuales o escénicas donde la formalización o el inicio de actividades económicas, desde el punto de vista formal, no siempre se dan en un cien por ciento. Por lo tanto, realizar este mapeo es un proceso en el que estábamos trabajando cuando ocurrió esta contingencia sanitaria y lo queremos seguir haciendo.

¿Cuáles son las medidas que se están tomando para amortiguar los efectos de la crisis? 

Hemos trabajado desde el punto de vista administrativo, que son las soluciones inmediatas, como prórrogas de convenios y extensión en los plazos de los beneficiarios del Fondart que, por una circunstancia de fuerza mayor, están incumpliendo sus convenios. También cerramos por tres meses las ventanillas de circulación para redirigir esos fondos a las necesidades actuales que hay en el sector. Estamos hablando con las secretarías ejecutivas del ministerio para reorientar nuestros instrumentos. Una acción de mediano plazo es repensar los programas, no los fondos concursables, para hacerse cargo de esta coyuntura, pero para eso tenemos que levantar la información de los sectores. 

Desde la Unión Nacional de Artistas propusieron avanzar en la línea de beneficios tributarios, ¿qué posibilidades hay de acoger esas medidas?

Sabemos que hay una serie de medidas de índole tributario que serían positivas para el sector, pero tenemos que trabajarlas en razón de las directrices que manejan las instituciones públicas. No podemos caer, únicamente, en empatizar o decir que son necesarias ciertas acciones, sino que tenemos que hacer ver al ministerio de Economía y al de Hacienda qué posibilidades hay con los distintos instrumentos que ellos tienen. En eso estamos y nos vamos a reunir para trabajar como Gobierno, coordinadamente con ambos ministerios, para abordar esta situación. 

¿Existe alguna posibilidad de generar subsidios para las salas? 

Lo que pasa es que las salas se financian a través de un programa que se ha reorientado y potenciado. Ahí vamos a aumentar la cobertura a las más de 50 organizaciones que hoy financia este programa. Queremos que sea un aumento sustancial en orden de la realidad actual y que sean esas entidades intermediarias las que puedan recibir recursos con el presupuesto de este año. 

Usted señaló que esta situación visualiza la precarización del sector. Desde la cartera, ¿cuánto se ha discutido la idea de reformar el modelo de producción en las artes? 

Entendiendo que el sector artístico abarca una serie de manifestaciones que son diversas, con particularidades comunes, pero hay realidades totalmente opuestas. Lo primero que hemos tratado de hacer ante la contingencia es diagnosticar y ordenar los instrumentos en razón de la necesidades existentes, que es lo más práctico. Es decir, sin afectar ningún fondo existente. Por eso es tan relevante y atingente este nuevo programa de organizaciones culturales, porque las organizaciones intermediarias son colaboradoras en funciones del ministerio. Por lo tanto, es ahí donde queremos reforzar para hacer ver cuál es la forma en que el Estado debe relacionarse con el mundo cultural, entendiendo que cada apoyo es necesario, porque el sector, en su gran mayoría, no es sostenible per se, pero necesitamos saber en qué medida y de qué manera ir apoyando a proyectos, organizaciones y qué ocurre con los públicos. 

Entonces, ¿cuál es el llamado que hace a los artistas que en este minuto están preocupados por esta crisis?

Necesitamos que exista un cambio de switch en lo que implican los proyectos o los aportes de la cultura. El aporte de la cultura no es un aporte al PIB, es generar identidad, comunidad, pensando en el otro, es honestidad, valores que hoy son más necesarios que nunca en razón de lo que fue el nuevo estallido social. Entonces el llamado es a no aflojar, a mantener más que nunca el valor de la cultura en momentos difíciles. Estoy convencido de que cuando esta emergencia pase, lo que más van a necesitar las personas es cultura y arte.





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