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Para usted, ¿qué significa este virus?

Columna de opinión por Carolina Rojas Flores
Lunes 4 de mayo 2020 17:40 hrs.


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Las pandemias que tenía en mi imaginario eran las ficcionales (las históricas transitan a lo ficcional) entre ellas: la peste del olvido de García Márquez, la ceguera blanca de Saramago o los zombies de Netflix; estas eran las cercanas aproximaciones que tenía a contagios y confinamientos, todas ellas con la verosimilitud de la ficción que provoca asombro y miedo, limitados, eso sí, por la frontera que las separaba de la realidad. Escribo separaba porque hoy esa frontera se ha hecho porosa, borrosa, débil y esto es lo que me parece interesante, porque para poder darle sentido y entender lo que vivimos hoy, necesitamos, de la experiencia propia o ajena, darle nombre a lo nuevo para poder asirlo, de lo contrario, no existe.

Umberto Eco en su Kant y el Ornitorrinco nos llevó a pensar en ello: ¿cómo damos significado a lo recién conocido?, ¿cuánto de la propia experiencia o de la ajena hay en nuestra “enciclopedia”? ¿cómo es que vamos armando nuestro conocimiento para entender lo nuevo? Si para Marco Polo, según Eco, el encuentro primero con un rinoceronte fue acuñado en su experiencia como la visión de un unicornio fue porque era eso lo que conocía y era lo que más se acercaba a lo que estaba conociendo. Entonces, ¿qué significado tiene para nosotros este virus que nos tiene paralizados? Para el oficialismo es el “enemigo invisible” (con un amplio uso y significado), para los más sensatos es lo que evidencia lo denunciado el 18 de octubre pasado, para otros es una conspiración mundial, unos piensan que es una gripe más, para algunos creyentes un castigo divino; en fin, hay tantas lecturas como enciclopedias y eso es lo peligroso.

Unificar un significado del virus y de la pandemia en tiempos de desconfianza es difícil, por lo que cruzar las débiles fronteras que nos separan del enemigo invisible dependerá de la idea que de este tengamos. Ahora, si le agregamos a esta sopa de murciélago otro pelo como es el de las variables socioeconómicas y ajustamos el foco del panóptico para ver mejor dentro de cada “celda”, nos encontraremos con familias desprotegidas porque dependen del trabajo informal; con trabajadores y trabajadoras formales que dependen de la voluntad, justicia y solidaridad de sus empleadores para protegerse; con trabajadores independientes paralizados; con familias monoparentales (mayoritariamente lideradas por mujeres) cuyas cabezas deben asumir múltiples roles en pocos metros cuadrados y en un espacio de tiempo irreal; nos encontraremos con hacinamiento, con discriminación, con racismo, con pobreza y con extrema riqueza; nos encontraremos con helicópteros estacionados esperando algún capricho y con terrazas ávidas de creatividad; encontraremos tanto y tanta diversidad que vuelvo a repasar mi imaginario de esta pandemia y me pregunto: ¿qué pasaría si en la carretera me encuentro con el signo de detención obligatoria PARE, pero con la palabra “siga”?

El mensaje es confuso, no hay un sentido común, lo que nos lleva a una peligrosa y arriesgada indefensión. Si el mensaje se transmitiera sin más interés que la protección a la vida y el valor por lo humano, con la claridad de la verdad o de la casi verdad, sin contradicciones y sin vaivenes, probablemente no ocurriría lo que pasa en las películas o en las novelas: que el virus se desata porque alguien traspasó la frontera.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.