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El Mishima de Kawabata

Columna de opinión por Francisca Navarro
Domingo 24 de mayo 2020 14:17 hrs.


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“[…] pienso que el ejército es la última esperanza de Japón […]Perdí mi sueño por vosotros… y ahora, saludaré al emperador. ¡Larga vida al emperador! ¡Larga vida al emperador! ¡Larga vida al emperador!”

Discurso de Yukio Mishima en campamento Ichigaya de Tokio

El 25 de noviembre de 1970, Yukio Mishima, junto a miembros del Tate no kai (Sociedad del Escudo), ingresa al cuartel de las Fuerzas de Autodefensa de Japón, secuestra en su despacho al general Mishita y comienza un discurso a los soldados sobre el honor de Japón y sus tradiciones, quienes, sorprendidos, solo pueden reír. Yukio fracasa. Vuelve a la habitación y se suicida. Su muerte corresponde al primer seppuku después del término de la segunda guerra mundial.

Este Mishima planificador, nacionalista y defensor de los valores más puros del Japón preguerra, resulta ser el mismo que, por 25 años, tuvo una extensa correspondencia con el primer premio Nobel Nipón, Yasunari Kawabata.

Yukio Mishima, autor de novelas, obras de teatro y una película, publica su primera obra, Confesiones de una máscara, en 1949. Esta historia que describe el despertar y la identidad sexual de Koo-Chan en el Japón de 1930, devela una autobiografía asumida por su creador.

Yasunari Kawabata, insomne empedernido, a los 15 años muere su abuelo, desapareciendo así toda su constelación familiar. En este periodo escribe su primera novela, Diario de mi decimosexto aniversario. Esta obra, publicada casi una década después, cuenta la relación con su abuelo, la enfermedad, el cansancio y la muerte.  Fue autor de miles de páginas que se ven recopiladas en novelas, cuentos y artículos, mostrando una atmósfera y emoción de profunda soledad.

El primer encuentro entre Yukio Mishima y Yasunari Kawabata no es casual. La correspondencia inicia en el año de 1945, con una respuesta del ya reconocido Kawabata, agradeciendo la obra que le había enviado el entonces joven de 20 años, quien aún no adoptaba su seudónimo literario, Kimitake Hiraoka.

“Noda me hizo llegar su obra El bosque en flor, lo que le agradezco. Había tenido la ocasión de hojear una parte en Bungei Bunka, donde ya me había interesado mucho en su estilo, así que me alegro de poder leerlo ahora en su totalidad…”. Carta dirigida por Kawabata Yasunari a Hiroaka Kimitake, 8 de marzo 1945.

Frente a esto, Mishima, quien poco a poco adquirirá la calidad de discípulo, responde muy cortés y respetuoso en el inicio de una relación que al pasar los años se hará cada vez más íntima. En un comienzo, se nota a un Yukio empecinado en adorar, de forma tan poética, a Yasunari.

“[…] Me avergüenza haberme extendido tanto sobre mí, lo que le habrá molestado. Tenga a bien perdonarme por esta descortesía.

Es el deseo de hablarle, el deseo de que me escuche, lo que me llevó a escribir todas estas incoherencias que, mucho me temo, no reflejan verdaderamente el fondo de mi pensamiento […]”. Carta dirigida por Hiraoka Kimitake a Kawabata Yasunari, 18 de julio de 1945

Una constante ceremonia reflejan estas cartas entre un Kawabata dueño de una obra que encierra una insondable tristeza y un Mishima alcanzando la fama con Confesiones de una máscara que, poco a poco, abandona la inseguridad juvenil frente a este maestro nacido 25 años antes. Pero lo ceremonioso de su relación no termina a medida que se acercan. Yukio mantiene eternamente la reverencia que el más joven profesa hacia el consagrado.

No solo se ve esta particular relación, sino que se entregan fechas e hitos relevantes; la creación y publicación de novelas, rastros de la tragedia en Hiroshima y Nagasaki y, por supuesto, el premio Nobel de Literatura entregado a Kawabata en 1968. Este día es particularmente curioso, Kawabata y Mishima son nominados. El discípulo había alcanzado al maestro.

Sin embargo, pocos años después, al inmiscuirse en los rincones de sus vidas, la oscuridad se intensifica, llevando a Yukio, Yasunari y 180 hojas de correspondencia al suicidio.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.