Carmen Gloria Larenas: “Podemos llegar a fin de año en un equilibrio justo”

El Teatro Municipal de Santiago anunciará una nueva temporada en julio, luego de suspender todos sus espectáculos debido a la crisis sanitaria. Su directora conversa con Radio Universidad de Chile sobre la situación financiera y explica por qué no se acogieron a la Ley de Protección al Empleo.

El Teatro Municipal de Santiago anunciará una nueva temporada en julio, luego de suspender todos sus espectáculos debido a la crisis sanitaria. Su directora conversa con Radio Universidad de Chile sobre la situación financiera y explica por qué no se acogieron a la Ley de Protección al Empleo.

Carmen Gloria Larenas se convirtió el año pasado en la primera mujer en asumir la dirección del Teatro Municipal de Santiago en un siglo y medio de historia. Sabía entonces que enfrentaría problemas complejos, como una millonaria deuda y un clima laboral amargado por huelgas y despidos, pero no sabía que lo haría rodeada por dificultades mucho mayores: una crisis social que removió al país completo y una pandemia global.

Si el primer escenario era difícil, ¿cómo llamar lo de ahora? “Es desafiante”, responde a Radio Universidad de Chile, sin mayores aspavientos. “Todo el mundo supo de los problemas financieros y el estallido social complicó un poquito más las cosas, pero fue menor si se compara con lo del coronavirus. Lo que realmente nos ha complicado, como a todas las organizaciones culturales, es que nadie sabe cuánto va a durar esta crisis”.

Periodista de profesión, ex integrante del Ballet de Santiago y ex directora artística del Teatro del Lago de Frutillar, Carmen Gloria Larenas tuvo que decidir hace pocas semanas -junto al directorio de la institución- que las temporadas de ópera, ballet y conciertos anunciadas para este año fueran suspendidas. 

Luego de celebrar este fin de semana el Día del Patrimonio, el próximo 1 de julio será informada la temporada 2021, que recuperará algunos de los espectáculos agendados para este año, pero con las precauciones que impone la emergencia: “Hay mucha incertidumbre. No se sabe qué porcentaje del público va a volver a las salas, solo sabemos que no va a ser el que había antes. ¿Cómo vamos a disponer a las personas? ¿Cómo haremos que los artistas se mantengan activos? Son muchas preguntas, pero hay que pensar que vamos a superar esto, porque hay un futuro; aunque no aparezca muy claro hoy día, lo hay. Lo importante es tenerlo presente y que las decisiones que tomamos hoy van a construirlo”. 

¿Cuáles fueron los argumentos que pesaron al reorganizar la temporada 2020?  

La incertidumbre general. Los tiempos artísticos son únicos y no se puede improvisar. Tampoco podíamos asegurarle al público que efectivamente íbamos a ofrecer la temporada que compraron. Por último, ¿cómo darle seguridad a los artistas para que hagan su trabajo? Lo más sensato era reorganizar la temporada para 2021, cuando probablemente las condiciones ya sean más claras, a pesar de que todavía hay incertidumbre. Por eso tomamos decisiones como hacer una ópera en concierto, porque hoy podemos poner 80 músicos en el foso, no podemos tener 45 coristas ni hacer que los bailarines ensayen como lo necesitan, conectados con todo el cuerpo. Lo prudente era darnos el tiempo para reorganizar la temporada y encontrar soluciones para el público y los artistas.

Por otro lado, se creó la plataforma de streaming Municipal Delivery. ¿Cuál es su evaluación y cómo se proyecta en el futuro?

Es extremadamente positiva y no quiero usar la palabra éxito, porque me parece superficial para el objetivo de mantener el teatro vivo y acompañar en un momento difícil. Es una experiencia muy valorada, hemos visto cómo las personas se organizan para disfrutar y conversar de lo que ven y es una manera de derribar barreras de acceso. También tengo que decir que las plataformas digitales son la única manera en que las organizaciones culturales estamos generando algún ingreso, así que estamos trabajando en una fórmula mixta para su proyección. El acceso gratuito nos permite cumplir con nuestro rol público, pero también puede ser una manera de generar recursos. Hay que poner la inteligencia en qué será gratuito y qué será pagado y cómo se va a decidir, porque el consumo cultural va a cambiar después de esto. 

En marzo usted advirtió que cerrar el teatro “sería muy complicado desde el punto de vista financiero”. ¿Cómo ha sido ahora, en lo concreto?

Una complicación son las personas, porque los artistas necesitan mantenerse activos. Con los bailarines, por ejemplo, hemos colaborado repartiendo piso de linóleo para que puedan trabajar. Económicamente es complicadísimo porque no hay ingresos. Ahora, manejando los aportes públicos y privados comprometidos, que hasta ahora se han cumplido, podemos llegar a fin de año en una situación de equilibrio justo. En la decisión que tomamos pusimos al centro a las personas, que no siempre es lo más fácil. Sin embargo, cerrar la sala grande no significa que los trabajadores no volvamos al teatro. Cuando sea posible, lo haremos de manera escalonada. Tenemos pensada también una temporada virtual con espectáculos en vivo, sin público, aprovechando el espacio de la sala y esa oportunidad de innovación.

¿Cuál es el estado de las finanzas del teatro? ¿Qué pasa con la deuda de siete mil millones de pesos que había cuando llegó? 

Los números siguen siendo complicados. Esos siete mil millones habían mejorado su apariencia cuando llegué, porque hubo gestiones para traer aportes de privados que han pedido el anonimato y que sucedieron. Actualmente estamos manejando todos los costos de la mejor manera, para seguir adelante durante este año. En 2021 tendremos que hacer un esfuerzo enorme para estabilizar las finanzas y que el 2022 nos permita proyectar la sustentabilidad del teatro de mejor manera.

La crisis sanitaria también ha provocado una crisis en el empleo. ¿En qué condiciones están hoy los trabajadores del teatro, que antes también tuvieron conflictos?

Cuando llegué, me encontré con un teatro muy fragmentado y desde el primer día dediqué parte importante de mi tiempo a conversar y entender qué pasaba. Yo diría que hemos avanzado bastante, con un esfuerzo de las dos partes para subsanar ese ambiente de tanta desconfianza e insatisfacción. En este contexto hay otros problemas que aparecen y los manejamos de la mejor manera posible, con una conversación abierta y honesta, para hacer sustentable el teatro también. No es una conversación fácil, hay que tocar muchos temas complejos, pero creemos que la mejor manera de hacerlo es abordarlos abiertamente y enfrentar las diferencias de opinión. 

¿El teatro podría acogerse a la Ley de Protección del Empleo, por ejemplo?

Esa ley es muy valiosa para muchas personas, pero a eso me refiero con decisiones que ponen a las personas al centro. Para los números eso sería lo más fácil, pero nos parece que no es el camino más humano. Estamos haciendo un esfuerzo grande para mantener a todos los trabajadores en el teatro y seguir pagando sus sueldos. También estamos en una conversación para rebajar los sueldos en un 20 por ciento, lo que ayudaría a alivianar bastante la carga financiera de este año. Estamos en el camino del diálogo y el acuerdo.

¿Sería una rebaja pareja para todos?

Sí, pero se conversó con los sindicatos sobre personas que podían estar en una situación particularmente compleja. Esos casos se estudian para hacer una excepción. 

CGLarenas 2 - Crédito Patricio Melo

Se ha planteado que hay instituciones culturales que no sobrevivirán esta crisis, como dijo Francisca Florenzano de la fundación Corpartes. ¿Lo ve así también?

Tengo una opinión diferente. Creo que va a depender no solo de factores económicos, sino también de la flexibilidad de las organizaciones y sus trabajadores. Lo dije incluso antes del coronavirus, la flexibilidad y la confianza van a ser esenciales para la sobrevivencia, tenemos que volver a mirar el sentido de lo que hacemos. En ese ejercicio es posible que algunas organizaciones desaparezcan, pero creo que el mundo cultural tiene una sensibilidad grande, una épica importante que le ha permitido pasar por diferentes momentos en la historia de Chile y no va a ser la excepción ahora. Sí creo, por otra parte, que hay un rol del mundo público y ahí se va a necesitar una lupa más precisa para mirar la especificidad del mundo cultural. 

¿Cree que existe esa conciencia hoy?

Creo que en Chile la cultura no está al centro, pero quejarnos de eso no nos llevará a un lugar mejor. El mundo cultural también tiene sus propias características que lo hacen limitarse. Se juntan factores y hay uno que es muy importante: Chile tiene una deuda histórica con la cultura, no hay un conocimiento cabal de lo que se hace. Desde el mundo público no se sabe exactamente qué significa ser un cantante o un actor. Es un sector muy desprotegido y hay algo ahí que se podría mejorar. Hay opciones, como la ley de “intermitencia” de Francia, que cubre a los artistas mientras no están presentándose y se desactiva cuando tienes un sueldo. Ojalá fueran más recursos, pero los recursos que hay también se podrían asignar con un criterio distinto. Hay mucho por hacer.

Fotos: Patricio Melo / Teatro Municipal de Santiago.




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