“El Gran Santiago debe entrar en hibernación, sí, como una ciudad dormida”. Ésta es la conclusión a la que arribó el último informe publicado por Espacio Público, y que postula esta radical recomendación como la única salida para reducir “franca y decididamente” la movilidad de la ciudad y una tasa de contagios que ha crecido en un 17 por ciento.
Esta medida ha sido valorada desde diversas voces tanto del mundo académico como político; no obstante, ha abierto el debate respecto de cuán preparada está la Región Metropolitana para enfrentar un confinamiento mucho más estricto, evitando agudizar los problemas sociales generados por las anteriores estrategias sanitarias.
Así, para la epidemióloga integrante del Consejo Asesor COVID-19 y académica de la U. del Desarrollo, Ximena Aguilera, es preciso recordar que se ha llegado a este punto debido a que, en el brote del virus, no se aplicaron medidas estrictas concernientes al control en aeropuertos, perdiendo así la ventaja que otorgaba al país los últimos meses del verano y la primera parte del otoño.
Por tal motivo, Aguilera se mostró de acuerdo con la postura de Espacio Público, siempre y cuando esté acompañada de medidas económicas en favor de la población más vulnerable.
“Teóricamente, un estado de hibernación en el que nadie se mueve ayuda a que disminuya la tasa de contagios. Nosotros también pensamos que en las zonas de mayor velocidad de transmisión y que todavía se siguen produciendo casos se debería apoyar un cierre más efectivo, con más supervisión y que ahí se entreguen las cajas de alimentos para que la gente no tenga que salir a comprar. El tema de la logística en indispensable en una ciudad de esta cantidad de millones de habitantes”, indicó.
Según Aguilera, para tales efectos se debe considerar que la estructura urbana de Santiago es también parte de las desigualdades sociales expuestas en medio de la pandemia y que, por ejemplo, dificulta el acceso a servicios básicos a las personas de determinadas comunas.
Sobre este punto enfocó su crítica el sociólogo miembro del Núcleo Milenio Movilidades y Territorios, Eduardo Osterling, quien considera que no todos los sectores de la ciudad están en la capacidad de detenerse. No obstante, el sociólogo valoró lo expresado por Espacio Público por la potencia comunicacional con la que cuenta.
“El término hibernación es un súper buen término para un think thank emergente, una bombita comunicacional que dialoga bien con la cordillera nevada y con los 0 grados con que amanecemos. Permite transmitir la idea de parar en serio en todo lo que se pueda parar y con la salud de las personas como prioridad. Pero la ciudad por sí misma, la orgánica de la ciudad no debe parar, más bien la ciudad se tiene que preparar para los que no pueden parar”, señaló.
Para el sociólogo, la necesidad de moverse es más una necesidad de provisión que de irresponsabilidad y que, en tal sentido, las fiscalizaciones enfocadas en este último aspecto, aún en una eventual hibernación, continuarían manteniéndose en un porcentaje mínimo.
Respecto de la población más vulnerable del Gran Santiago, y que vería mermadas sus posibilidades de conseguir su sustento diario, para el académico de la Universidad de Chile y secretario técnico de la Comisión del Colegio Médico, Cristóbal Cuadrado, el recientemente aprobado Ingreso Familiar de Emergencia 2.0 debería ser repartido lo antes posible para así agudizar las medidas de confinamiento.
“El IFE 2.0 abre la posibilidad de tener un lock out más realista, que la gente tenga un permiso por grupo familiar a la semana, que las empresas que no paren sean efectivamente sean las esenciales, del sector de suministro de alimentos y salud. Sabemos que hay un 40 por ciento por lo menos del sector económico de la ciudad que está funcionando igual y eso está muy lejos de lo que necesitaría bajar. Es correcto el llamado y hay que ver cómo se viabilizan las condiciones para eso”, manifestó.
Por su parte, al mando de una de las comunas más pobres de la capital, la alcaldesa de La Pintana, Claudia Pizarro, también dijo estar de acuerdo con tomar medidas más estrictas en la cuarentena, sobre todo las relacionadas con los permisos de salida entregados a los grupos familiares.
“Considero que deberíamos tener un permiso semanal para la compra de alimentos, a través de la Comisaría Virtual, así como más fiscalización ahora que en la gran mayoría de las comunas están terminando la entrega de mercadería y habíamos visto que el Ejército estaba también trabajando en eso. Además, una vez que el IFE 2.0 sea aprobado y pagado, aunque es insuficiente es un poco más de lo que teníamos, con mayor razón hay que restringir la movilidad de las personas”, señaló.
Así como el informe de Espacio Público mira con preocupación el caso de las comunas más pobres de la capital, hay que recordar que también es enfático en incluir dentro de las medidas estrictas de cuarentena a todas las comunas del Gran Valparaíso. El informe mencionado mira como un conjunto el funcionamiento urbano de estas ciudades, siendo éste un factor que probablemente no tuvo la importancia requerida en las llamadas cuarentenas dinámicas.