Cuando una pandemia como la del Covid-19 llega para castigar principalmente a los sectores que desde antes han quedado fuera de las preocupaciones del estado, revive, con una inusitada rapidez, la fuerza de las organizaciones sociales que dejan ver cómo las personas se convierten en quienes construyen y deciden sobre sus existencias. Existencias que desde hace mucho se han visto condenadas por las decisiones de gobiernos que han privilegiado la ganancia vestida de prestigio por sobre la protección que el estado como las instituciones tienen a partir de su contrato con la sociedad. Si bien se ha dicho mucho sobre un virus que no discrimina, sí podemos afirmar que en la desprotección, la persecución, el maltrato y el abandono en que han quedado miles de personas que habitan el país, la discriminación se deja ver en las profundas desigualdades que la pandemia muestra en toda su crudeza.

En este marco, las personas migrantes que desde los noventa han llegado a Chile para trabajar son parte hoy de nuestra sociedad y comparten cotidianamente con nosotres sus existencias. Hoy, cuando la muerte ronda y hunde sus garras en quienes más se arriesgan para hacer frente a la vida, las redes de solidaridad se multiplican mostrando formas para enfrentar la cesantía, el hambre, los desalojos y la permanente exposición al contagio.

Las tareas de frenar el frío, la enfermedad y la soledad son de todes, como también lo es el apoyarnos, entregar información de confianza y cuidarnos de los abusos que surgen con fuerza cuando hay desesperación. Más aun cuando se está lejos de casa, sin redes familiares ni amistades que puedan dar una mano en tiempos de crisis, sin un carnet de identidad que te permita acceder a las medidas estatales de protección social y con un proyecto migratorio que se acaba de volver cenizas. Los coyotes, las estafas de falsos alojamientos o falsos transportes para acercarse a las fronteras, residencias sanitarias informales y asesinatos a sangre fría de personas migrantes son hoy cotidianos.

Este mapeo busca dar cuenta de la solidaridad social que se produce en distintas regiones y en el esfuerzo de construcción de vida digna que evita la caridad y el desprecio ante la fuerza de la organización social. Al mismo tiempo que permite entregar información de contactos fidedignos y a libre disposición de quien los necesite.

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