Luego de varios aplazamientos, este 18 de octubre parece ser, finalmente, la fecha definitiva: los bolivianos están citados a las urnas para elegir a quien será presidente del país por los próximos cinco años.
Son siete los candidatos que aspiran al sillón presidencial, pero, según las encuestas, solo dos tienen reales posibilidades de sentarse en aquel: el ex presidente Carlos Mesa, en representación de la alianza Comunidad Ciudadana; y el ex ministro de Economía de Evo Morales, Luis Arce, en representación del Movimiento al Socialismo (MAS).
Es este último postulante quien lidera la intención de voto, de hecho, su ventaja es tal que podría ganar en primera vuelta. Según un sondeo del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), el candidato del MAS obtiene un 44,4 por ciento de intención de voto, mientras que Mesa llega al 34 por ciento. Si esto se refleja en la elección, Luis Arce se convertiría en Presidente sin la necesidad de balotaje, pues en el país altiplánico se necesita obtener sobre 40 puntos y una diferencia de diez puntos con el contendor más cercano para ganar en primera vuelta, algo que, según pronósticos, cumpliría el postulante de izquierda.
Si bien es muy escaso el margen con que Arce podría ganar la elección este 18 de octubre, su apoyo mayoritario refleja una Bolivia identificada con las políticas del MAS y con su gestión durante lo que fue la presidencia de Evo Morales, fenómeno que va en contra de lo que ha afirmado la actual mandataria de Bolivia, Jeanine Áñez.
Para el analista internacional y doctor en Ciencia Política, Mladen Yopo, el apoyo al MAS es el resultado de una buena gestión y de un proceso único de integración en la historia de Bolivia, entre otras causas.
“Fundamentalmente porque el MAS ha hecho una muy buena gestión, en general, en Bolivia. Creció más de cinco por ciento durante cinco años después de la nacionalización del litio. Tuvo grandes inversiones en políticas sociales, incluso en elementos de construcción, en infraestructura, en subsidios agrícolas, en distintas áreas. Segundo, porque fue primera vez que Bolivia tuvo un gobierno que, de alguna forma, integró lo que es la gran masa boliviana, que viene del mundo indígena”.
Además Yopo suma un tercer elemento, según el analista el país vecino siempre estuvo gobernando por élites políticas, generalmente de La Paz, Cochabamba o Santa Cruz, por lo que no representaban a la mayoría de la población, algo que cambió con el MAS, pues sus dirigentes surgieron del seno mismo de la población indígena y de grupos que no pertenecían a la tradicional clase política.
En cuanto al candidato Luis Arce, el también académico de la Universidad SEK sostuvo que una eventual gestión de él brindaría estabilidad a Bolivia, pues es capaz de entenderse con los sectores sociales propios de su nicho político, así como con el mundo empresarial, debido a su experiencia como ministro de Economía.
“Es una persona que es capaz de entenderse con sectores ajenos a su realidad o a su pertenencia, que en su caso es el MAS, por lo tanto, genera una cierta credibilidad de ciertos sectores empresariales, lo que le da una cuota de tranquilidad. Pero además va a tener un movimiento social importante detrás de él. Además, es una persona que tiene una proyección internacional, un aval importante. Arce se maneja con el circuito económico internacional de manera importante, por tanto, creo que sí podría generar estabilidad”.
Si Luis Arce no ganara en primera vuelta, sus posibilidades para llegar a la presidencia se reducirían al punto de que Carlos Mesa se convertiría en primera opción. Así lo refleja un sondeo de Ipsos, quien otorga, en un eventual balotaje, un 45 por ciento de intención de voto a Mesa y un 40 por ciento a Arce.
Para Yopo, una posible llegada de Mesa al Palacio Quemado no otorgaría una estabilidad como sí puede ofrecerla Arce, fundamentalmente porque el ex presidente no tendría el respaldo de las organizaciones sociales y no tendría una figura atrás como la de Evo Morales.
“Tengo la impresión de que Bolivia va a salir adelante, y si sale Arce va a gozar de cierta estabilidad, no así si sale Mesa electo en una segunda vuelta, porque no va a contar con el apoyo, a pesar de que dice que hará un gobierno de unidad nacional. No tendrá un apoyo incondicional como si lo tiene Luis Arce, que además tendrá el apoyo de una figura como Evo Morales”.
Además, el analista sostuvo que, si bien el tema marítimo con Chile estará presente en los dos eventuales gobiernos, el conflicto se tomará la agenda política que con distintas intensidades. Si bien es Arce el candidato de Evo Morales, Yopo cree que será Carlos Mesa quien utilice más este recurso tan aglutinante en Bolivia. En ese sentido, cabe recordar que Carlos Mesa fue vocero de la demanda boliviana en La Haya.
Uno de los grandes legados de Evo Morales en Bolivia fue declarar al país como un Estado Plurinacional, es decir, un Estado donde conviven varias naciones, para así integrar a todas las etnias indígenas existentes en la nación vecina.
En Chile, ad portas de determinar si se redacta una nueva Constitución, una de las demandas más escuchadas es, precisamente, crear un Estado Plurinacional que incluya a los pueblos indígenas.
Al respecto, Mladen Yopo dijo que la experiencia boliviana es interesante porque el país vecino ha asumido su propia identidad, algo que Chile no ha hecho y que no debe cerrarse a hacerlo.
“La Bolivia Plurinacional es una experiencia interesante porque incluye a la mayoría nacional. Antes, la mayoría nacional en Bolivia no estaba incluida, más del 80 por ciento de su población es indígena, de pueblos autóctonos, quechuas, aymaras, y muchas más, por lo tanto, se reconoció cuál es la identidad de Bolivia. En el caso de Chile es lo mismo, es un buen ejemplo”.
Pero Yopo no solo se limitó a la experiencia boliviana, sino que también mencionó experiencias como la de Nueva Zelanda, la que Chile también puede mirar como ejemplo.
Más allá de esto, el pueblo boliviano saldrá a las urnas luego de un tiempo bastante convulso, en que se instaló un gobierno de facto y la tensión volvió a reinar en un país que estuvo, por varios años, en relativa calma. Los bolivianos tienen la última palabra.